El Nuncio Apostólico en Bolivia preside la eucaristía por los 50 años de presencia misionera de las Hermanas Misioneras de Jesús Eterno Sacerdote
En un ambiente de profunda gratitud y alegría, la Iglesia en Cochabamba celebró hoy jueves 20 de noviembre la eucaristía por los 50 años de presencia misionera de las Hermanas Misioneras de Jesús Eterno Sacerdote en América Latina, cuya misión comenzó precisamente en Bolivia. La Santa Misa fue presidida por el Nuncio Apostólico en Bolivia, quien dirigió un emotivo mensaje a la congregación presente.
El Nuncio inició su homilía saludando al Arzobispo de Cochabamba, Mons. Óscar Aparicio, a su Obispo Auxiliar, Mons. Iván Vargas, así como a los demás obispos invitados y sacerdotes presentes. También expresó un afectuoso reconocimiento a la Madre General, llegaba desde Italia, y a las delegaciones internacionales de la congregación que se unieron a la celebración.
Durante la homilía, destacó el profundo significado de estas cinco décadas de misión: “Son 50 años de entregar la vida por Jesús a través del servicio eucarístico, pastoral, catequético y en la oración aquí en Bolivia”, subrayó. Recordó que la misión de las hermanas es una continuidad del mandato de Cristo: “Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio”, tal como lo vivió la fundadora de la congregación, la Venerable Margarita Guayni, quien dedicó su vida al servicio del sacerdocio y de la Iglesia.
El Nuncio reflexionó sobre la alegría del Evangelio como motor de la misión, citando al Papa Francisco: “La alegría del Evangelio llena el corazón de quienes se encuentran con Jesús”. Explicó que esta alegría se convierte en luz para el mundo y en impulso para vivir la fe con valentía y esperanza.
También profundizó sobre la Eucaristía como centro de la vida cristiana: “La misa no es un teatro ni un simple recuerdo. Es la actualización del sacrificio perfecto de Cristo en la cruz”, afirmó, invitando a los fieles a acercarse al altar con un corazón purificado y consciente del valor de este sacramento.
Dirigiéndose especialmente a las religiosas presentes, destacó su misión de hacer que otros se enamoren de Cristo en la Eucaristía mediante su testimonio de vida y de servicio. Afirmó también que sacerdotes, obispos y laicos comparten la responsabilidad de llevar el amor de Dios al mundo:
“Lo que ustedes hagan, digan o piensen como católicos tiene una gran repercusión en la sociedad”, señaló.
En la parte final de la homilía, el Nuncio impartió una bendición especial a las familias, a los laicos y a las religiosas, pidiendo a Dios que fortalezca sus corazones frente a los desafíos del mundo actual.
“Que sus manos construyan puentes de unidad y justicia. Que sean fermento del amor de Dios para las nuevas generaciones”, concluyó.

Comentarios
Publicar un comentario