Mons. Iván Vargas: El encuentro con el Señor debe ser cara a cara, desde la humildad y la sencillez del corazón
En el marco de la Fiesta del Señor de los Milagros, celebrada en el Santuario de la Virgen de Urcupiña, Mons. Iván Vargas, Obispo Auxiliar de Cochabamba, presidió la Eucaristía invitando a los fieles a vivir una fe auténtica, fundada en la humildad, la oración sincera y la conversión del corazón.
Durante su homilía, el prelado expresó su cercanía con quienes siguen las celebraciones desde sus hogares o lugares de enfermedad, recordando que el Señor también llega a ellos con su amor y misericordia. “Que Dios les conceda la salud del alma y del cuerpo, y que también oren por nosotros”, dijo, dirigiéndose a quienes no pudieron asistir presencialmente, dijo.
Mons. Vargas destacó el dinamismo del Santuario de Urcupiña, al que calificó como “una parroquia viva, con piedras vivas”, por el compromiso de sus numerosos grupos y cofradías. En especial, felicitó a la Cofradía del Señor de los Milagros, que celebró su 24º aniversario de servicio, oración y testimonio de fe.
“Nuestro santuario está vivo porque hay personas que se comprometen con la fe, con la Iglesia y con la oración. Gracias a ustedes, el santuario sigue creciendo y siendo signo de esperanza para muchos”, expresó.
En su reflexión sobre el Evangelio, el Obispo Auxiliar meditó la parábola del fariseo y el publicano, subrayando que el verdadero encuentro con Dios se da “cara a cara”, con sinceridad y sin hipocresías:
“Ponerse delante del Señor es reconocer su amor y su misericordia. No basta con lo externo, hay que entrar en el espíritu del Señor y saberse amado y perdonado por Él”, señaló.
Advirtió también sobre el peligro de la soberbia espiritual, que lleva a creerse mejor que los demás o a despreciar a quienes piensan distinto:
“Jesús cuestiona esa actitud. No podemos ponernos sobre los otros ni creernos los más santos. La verdadera oración nace de la humildad, no del orgullo”, afirmó.
Mons. Vargas llamó a revisar la coherencia entre la fe vivida en el templo y la vida cotidiana: “Podemos parecer muy piadosos en la iglesia, pero lo importante es cómo somos en casa, con nuestra familia. La perfección cristiana consiste en actuar con sencillez y humildad, despojándonos de la soberbia y el orgullo”.
Finalmente, el Obispo Auxiliar invitó a todos a reconocerse pecadores para poder experimentar el amor y la misericordia de Dios:
“Cuanto más reconocemos nuestras fragilidades, más experimentamos el amor del Señor. Él no necesita abogados; quiere corazones sencillos y postrados ante su presencia”.
La celebración concluyó con la procesión en honor al Señor de los Milagros, signo de gratitud y fe viva del pueblo de Dios que peregrina en Cochabamba.

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