La congregación Misioneras de Jesús, Verbo y Víctima, fundada por Monseñor Kaiser en el Perú, fue creada para llevar el Evangelio a los lugares más alejados, pobres y abandonados, especialmente donde no hay sacerdote residente.
“Procuramos reemplazar al sacerdote en todo lo posible, menos en lo que es propio de su ministerio, como la consagración y la confesión. Nuestra labor es espiritual y también humana: acompañamos a las comunidades con cercanía y servicio”, explicaron las religiosas.
Desde 1982, la congregación cuenta con reconocimiento pontificio, lo que les permite administrar el bautismo, asistir matrimonios, preparar a los fieles para los sacramentos y acompañar a los enfermos y moribundos con actos de contrición y comunión. Además, las misioneras se hacen cargo del despacho parroquial en las comunidades donde sirven, según comparte con nosotros la Hermana María Pía, miembro de la comunidad religiosa.
A su vez, desarrollan una labor social
integral, brindando talleres de costura, repostería, cocina y educación
familiar a mujeres, y cursos de primeros auxilios y salud comunitaria para
varones.
“En el campo, muchas veces no hay médicos ni
medicinas. Por eso nosotras también enseñamos a atender y cuidar a los
enfermos. Servir es nuestra forma de evangelizar”, añadieron.
Las Misioneras de Jesús, Verbo y Víctima están
presentes en Bolivia desde hace más de 40 años, con casas misioneras en Vila
Vila y Tintín (Aiquile), Achilla (Chuquisaca) y Yawisla (Potosí). Además, la
congregación se encuentra en otros países de América Latina como Uruguay,
Paraguay, Argentina, Chile y Cuba.
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