… La fe es un don de Dios, es un regalo de Dios, es aquello que Dios pone en el corazón de cada uno. Así como esta capacidad de perdonar, es Jesús que la suscita, esta capacidad también de reconocer o entrar en fidelidad es un don que el mismo Dios nos lo regala en el corazón, con estas palabras se refirió Mons. Oscar Aparicio al tema central del Evangelio de hoy domingo 5 de octubre.
... Uno de los aspectos fundamentales que tenemos
común a todos los seres humanos es justamente esta fe, esta semilla en la fe.
Somos inclinados al bien, somos inclinados al amor, somos inclinados a la
respuesta positiva de Dios y de los hermanos, somos los que podemos preservar
este don de Dios, esta fidelidad a Dios, este camino de santidad no es otra cosa
que aquello, explicó durante su homilía.
¿No sé menos precien entonces hermanos ya? A
veces uno se menosprecia diciendo es que yo soy muy débil, soy muy pequeño, soy
demasiado frágil, soy muy pecador. Cierto, pero eres un pecador perdonado por
Dios, amado por Dios. Auméntanos la fe, Señor que nosotros creamos en ti, que
confiemos en ti, auméntanos la confianza justamente en la vida misma que nos
regalas, la fe también en los hermanos, acotó.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE
COCHABAMBA
DOMINGO 05 DE
OCTUBRE
Pueden tomar asiento hermanos y hermanas. Si
partimos hoy del Evangelio, ya de hecho la monición o la introducción a esta
lectura nos lo decía, son temas que el Señor o que la liturgia, probablemente
es el Señor Jesucristo, ha ido tomando. La primera propuesta es justamente este
asunto del perdón.
Dios es
misericordioso
Dios es un Dios misericordioso, perdonador. No se
deja ganar en indulgencias. Es un Dios que actúa de esa manera y yo espero que
ustedes también lo experimenten diariamente así.
Dios te ama profundamente. Interesante y es
importante entrar en la conciencia de que somos limitados, somos pecadores, que
también somos de aquellos que se equivocan tantas veces, que en el corazón
guardan rencores, que en el corazón guardan egoísmos, que no siempre actuamos
bajo la voluntad de Dios y que necesitamos al mismo estilo de Dios entrar en
esta actitud de también ser misericordiosos.
Si ustedes recuerdan, ha ido insistiendo en todo
este aspecto también la Palabra de Dios hoy y las actitudes de Jesús y de sus apóstoles
o sus seguidores, sus discípulos, deben ir también por aquello.
Incluso las grandes fiestas que hemos podido
tener en el mes de septiembre o la palabra de Dios que está insinuando y lo que
de alguna manera hoy también en este mes de octubre estamos centrados en la
misión es justamente este anuncio de que Dios ama profundamente y nos invita a
entrar también y extender este amor, esta misericordia, este perdón. También
nosotros no hay nada mejor que ponerse de buenas con sus hermanos, de
reconciliarse, de perdonarse, de ayudarse, de reconocerse hijos e hijas de un
único padre y por tanto que lejos de nosotros la violencia, lejos de nosotros
la envidia, lejos de nosotros la división y la discordia.
El segundo tema lo insiste de esta manera
sorpresivamente porque frente al discurso que ha hecho ya Jesús, los discípulos
entran en esta actitud.
Auméntanos la fe
Muéstranos la fe, auméntanos la fe. ¿Qué es la
fe? La fe es un don de Dios, es un regalo de Dios, es aquello que Dios pone en
el corazón de cada uno. Así como esta capacidad de perdonar, es Jesús que la suscita, esta capacidad
también de reconocer o entrar en fidelidad es un don que el mismo Dios nos lo
regala en el corazón.
Somos personas, somos del género humano,
ciertamente frágiles pero tenemos también en común muchos aspectos. Uno de los
aspectos fundamentales que tenemos común a todos los seres humanos es
justamente esta fe, esta semilla en la fe. Somos inclinados al bien, somos
inclinados al amor, somos inclinados a la respuesta positiva de Dios y de los
hermanos, somos los que podemos preservar este don de Dios, esta fidelidad a
Dios, este camino de santidad no es otra cosa que aquello.
¿No sé menos precien entonces hermanos ya? A
veces uno se menosprecia diciendo es que yo soy muy débil, soy muy pequeño, soy
demasiado frágil, soy muy pecador. Cierto, pero eres un pecador perdonado por
Dios, amado por Dios. Auméntanos la fe, Señor que nosotros creamos en ti, que
confiemos en ti, auméntanos la confianza justamente en la vida misma que nos
regalas, la fe también en los hermanos.
Cuando conocemos a alguna persona siempre,
siempre debemos recurrir a esto, creemos en esta persona, confiamos en esta
persona, no es un ingenuo solamente el que ya confía en los demás. Qué
fundamental, qué fundamental es esta actitud, auméntanos la fe, fortalécenos,
ayúdanos a vivir realmente en tu voluntad y en cristiano.
Sean servidores
fieles
Y por último está esta otra propuesta, también
sucesivamente, parece que salta de un tema a otro, oye el Evangelio, la tercera
propuesta dice sean servidores fieles, les llamo a ustedes de hacer un camino,
recuerdan que estoy, he estado insistiendo todo este tiempo en nuestro
itinerario de fe, nuestro itinerario de seguimiento al Señor, nuestro camino de
santidad, que comienza justamente con esto, somos servidores del Señor, somos
servidores de los hermanos, es más, es la actitud de Jesús que se pone al
servicio de los demás, aquel que siendo Dios, no retuvo ávidamente su dignidad
de Dios, sino que se hizo hombre y al hacerse hombre se hizo servidor de todos.
En esta actitud estamos llamados en la fidelidad
al servicio también de los demás. Vean que es otra expresión prácticamente del
amor, de lo que ya se está diciendo al inicio justamente. Bueno, bello
itinerario, no es cierto, bellas propuestas que el Señor en el evangelio nos lo
presenta, pero lo centra en la fe, en el segundo motivo diríamos.
Ten paciencia y
ten confianza
Hemos escuchado las otras lecturas. La lectura de
Habacuc es impactante, es impactante. Habacuc, el profeta, hablando con Dios,
viene propiamente a mostrarle este cansancio, esta infidelidad del pueblo, este
ser pecador del pueblo que se aleja de su voluntad, que no quiere amar, no
quiere ser fiel, se incluso apoya en las situaciones difíciles que se vive hoy.
Digo hoy porque parece que Habacuc está hablando
para nosotros. ¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que Tú me escuches?
¿Clamaré a Ti violencia sin que Tú me salves? ¿Por qué me haces ver la
iniquidad y te quedas mirando la opresión? No sólo es común reprochar y centrar
en la conciencia de lo que se está viviendo. No veo más que saqueo y violencia.
Hay contiendas y aumenta la discordia. Habacuc
parece que está hablando de nosotros, de nuestra situación. Está hablando de lo
que estamos viviendo también hoy.
¿Qué les responde Dios? ¿Qué les responde? El
Señor me respondió y dijo, escribe la visión, grábala sobre unas tablas para
que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado,
ansía llegar a término y no fallará. Si parece que se demora, espérala.
Ten paciencia, ten confianza. Es casi como decir,
pide, como han hecho los apóstoles, auméntanos la fe, la esperanza. Estamos en
año jubilar, queremos ser peregrinos de esperanza.
Frente a todas estas situaciones, esperan el
Señor. Ten ánimo, sé valiente y esperen el Señor. El que no tiene el alma recta
sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.
Entrar en la
justicia de Dios
Nos invita a nosotros en esta postura, entrar en
la justicia de Dios, en la rectitud que Dios nos da, en el camino de la fe, en
el itinerario de la fe, en el camino itinerario de la santidad. Por eso, ojalá
escuchen la voz del Señor. Vean que el Salmo no es otra cosa que rectificar
otra vez actitudes nuestras, el espíritu al que estamos invitados.
Y Pablo, Pablo, parece ser otra vez reforzando el
aspecto también de la confianza en Dios. Cuando habla a Timoteo, no sólo tiene
palabras de mucha ternura, de mucha amistad, de mucho compañerismo, de mucha
fraternidad, tiene también el ánimo de fortalecerle en la fe. Queridos
hermanos, digamos nosotros como los apóstoles, auméntanos la fe, que seamos de
caminar en este espíritu, que seamos capaces de así como Pablo le dice a
Timoteo, no te avergüences de mí, no te avergüences del Señor Jesucristo.
Defiende la fe, aumenta la fe. Eso depende en
gran parte de ti, no como propósito con tus propias fuerzas, sino apoyado en
Dios en la oración, auméntanos en la fe. Hazme vivir según tu voluntad,
fortaléceme, ayúdame, aumenta la esperanza, comparte conmigo los sufrimientos
que es necesario padecer por el Evangelio, animado con la fortaleza de Dios.
Las palabras de Pablo a Timoteo son también para
ti, para ti, para mí. Que el Señor por tanto nos conceda este camino en la
confianza total y plena. Porque hay una cosa, hermanos, muy diferente a vivir
con fe que a vivir sin fe.
Hay algo completamente diferente morir en la fe y
morir sin fe. Que sea pues el Señor que nos invite o que nos anime más bien y
que nos conceda esta fe a la que nosotros le decimos, auméntanos la fe, Señor.
Amén.
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