Amigos,
hermanas, es un gusto inaugurar esta Semana Teológica retomando lo que ya ha
sido también nuestro camino aquí en Cochabamba de muchos años. No es primera
vez que nos encontramos en una Semana Teológica. Es cierto que ha habido un
pequeño paréntesis y un tiempito.
Es que la verdad es que el coronavirus nos ha llevado a ese bichito de porquería, porque de verdad nos ha cambiado tantas cosas. Incluso muchos hablaban de un mundo diferente después del 2019-2020. Y en parte es verdad, es verdad.
Como vienen a ser nuestras actividades pastorales, nuestras reflexiones pastorales, incluso todo lo que puede ser nuestra vida cotidiana de pastoral, han como que cambiado y han traído otros, otros aires, otros aires. Si nosotros nos remontamos a lo que ha sido esos años, me imagino que alguno vivirá o recordará las situaciones trágicas que hemos tenido que vivir. Y en este caso concreto, por ejemplo, la cantidad de Eucaristías virtuales que hemos podido tener.
Personalmente yo me acuerdo que he aprendido a manejar la computadora para que en la pantallita aparezca por ahí a distancia porque la Eucaristía la celebraba solito en mi pequeña capilla. En fin, son cosas anécdotas que creo que ciertamente no nos han permitido o mejor nos han truncado ciertos aspectos que teníamos. Uno de esos ha sido la Semana Teológica, que había una continuidad y siempre nos hemos reunido.
Después de esta experiencia, prácticamente es la primera vez que nos estamos encontrando en esta Semana Teológica. Creo que ha sido clave y lindo la inspiración de, en torno a la Eucaristía, poder tener o reiniciar prácticamente esta Semana Teológica. Entonces, hermanos, les animo a que lo tomemos en serio, más que todo como una gracia de Dios, en este retomar nuestras Semanas Teológicas de secreción, de profundización teológica, científica y también de acercarnos de este modo a aquello que es propio de nuestra vida, la Eucaristía.
La Eucaristía no solo como acción de gracia sino como esta celebración de la vida en concreto aquí en Cochabamba, lo que nos toca en nuestro caminar sinodal en el jubileo de la esperanza. Por eso creo que, otra vez, si vemos acontecimientos que nos han frenado, hay acontecimientos que nos permiten seguir adelante. Uno de estos es el hecho sinodal.
No es una memoria, no sólo es un recuerdo, sino lo que celebramos es la actualización, lo que se presenta hoy, la última cena del Señor actualizada, presente hoy entre nosotros. Es como la palabra de Dios, ¿no es cierto? La palabra de Dios nunca pasa de moda, es más bien memorial de aquello que acontece y se vuelve a actualizar y se hace realidad también entre nosotros. Por tanto, este aspecto creo que es tan fundamental en nuestra vida que la podemos seguir celebrando con nuestra actualización, es decir, esta fracción del pan, este pan partido y repartido sigue siendo incómodo e impresente la presencia real y verdadera de Jesús.
La presencia irreal del pueblo de Dios que camina en sínodo y puede celebrar la Eucaristía son situaciones claras que permanecen. El hecho concreto de que la Eucaristía sigue siendo el centro y el epicentro de la vida cristiana sigue siendo real y válido también para este tiempo. Y así, creo que hay muchos temas que nuestros hermanos nos van a ir actualizando y nos pueden ayudar también en nuestra profundización y en estas noches de seguirlo con gran alegría.
Cierto que es una secreción teológica, son conceptos científicos, pero todo eso hay que plasmarlo en la celebración. Es cierto que aquí en el programa de estas cuatro noches tenemos más que todo la teología y lo que puede ser esta secreción más sistemática. Pero hay que trasladarlo a la Eucaristía que vivimos en concreto.
Muchos de ustedes sé que viven la Eucaristía diaria, no sólo por exigencia, tampoco los sacerdotes tenemos esto. En cierto, la misa diaria tenemos que celebrarla no como obligación sino algo propio, de nuestro propio ministerio en realidad. Pero yo veo a muchos de ustedes que acuden a la misa diaria, pero si no fuera así, hay que transportar todo aquello a la Eucaristía en el día del Señor.
Esto cobra ya un sentido teórico mucho más grande porque eso es lo que estamos celebrando, la vida misma, y por tanto les invito a que todo lo sinteticemos en esta Eucaristía que es el centro y el epicentro de la vida de la Iglesia, en concreto de nuestra Iglesia en Cochabamba. Perdón que, a propósito de decir estas cositas, es que tenía que decir algo, no veo que no lo deje, para no quedarme atrás. Entonces, entonces, doy por inaugurada esta Semana Etológica y les invito a entrar con gozo, con gracia, con alegría a recibir esto que es propiamente la vida nuestra de la Eucaristía presente.
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