Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba resaltó el día de hoy 24 de septiembre la cercanía y la compañía de la Virgen de la Merced con los privados de libertad: El hecho de que sea la Virgen Nuestra Señora de la Merced patrona también de las penitenciarías, de las cárceles, y evidentemente haciendo el mensaje concreto a aquellos que gozan de la libertad, aunque también tengan justamente este cautiverio. Es un anuncio profundo. Hasta hemos recordado las palabras del Papa Francisco en la cárcel de Palmasola, hace años atrás, cuando decía él, yo me reconozco pecador, pero un pecador perdonado, misericordiado por Dios, dijo.
… se puede vivir la libertad también en una
situación así. Y un llamado fuerte a que cuantos inocentes en las cárceles
están presentes y necesitan justamente, no sólo un juicio justo, sino también
no estar en tanta prevención de lo que puede ser años de años, que dan
gravísimos problemas también a nuestras penitenciarías, a nuestras cárceles, de
cuánta gente inocente y cuántos, cuánto hacinamiento, cuánto problema, cuánto
sufrimiento también allí, y es la Virgen María que acompaña. A través de la
palabra de Dios hemos podido reflexionar también la figura de la Virgen,
aquella que camina junto a nosotros, aseveró el prelado en el marco de su
homilía en la Catedral San Sebastián de Cochabamba
A reconocer que María, Nuestra Señora de la
Merced, la misericordiante, es nuestra mamá y nos tiene que infundir este
corazón y este espíritu. No es otra cosa que, si no, decirnos, tú, discípulo,
eres llamado hermano. Vean qué hermoso itinerario, qué hermoso peregrinaje, qué
hermoso camino, qué maravilla de saber que nosotros también estamos en este, en
este camino constante, puntualizó Mons. Oscar Aparicio durante la celebración
de la Eucaristía de Fiesta de la Virgen de la Merced Co patrona de la
Arquidiócesis de Cochabamba.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
FIESTA DE LA VIRGEN DE LA MERCED
Pueden tomar asiento, hermanos y hermanas.
Estos días hemos ido reflexionando la figura de esta vocación de Nuestra Señora
de la Merced. Tiene tantas facetas, y tan importantes así tantas facetas como
la Virgen María propiamente en nuestra historia también de salvación, porque
está ligada justamente a aquello.
Es la que concibe y da luz al Redentor, la
primera discípula, la primera misionera, la primera anunciadora de esta
redención o de esta palabra o de Jesucristo mismo presente en medio nuestro.
Ella, siendo una de nosotros, de nuestra raza, de carne y hueso, ve cumplida,
por tanto, la palabra de Jesús, de Dios, en medio de nosotros, que nos implica
también a nosotros mismos. Hemos podido reflexionar en todo esto que significa
también esta espiritualidad de Nuestra Señora de la Merced.
Es bella la imagen, es la espiritualidad
profunda, justamente ligada a, diríamos nosotros, por ejemplo, las gestas
libertarias que tenemos. El ser copatrona de la arquidiócesis, también de la Catedral,
no es gratis en el sentido de que tiene todo un cúmulo de participaciones en la
vida cotidiana de nosotros aquí en Cochabamba, como también del país. El hecho
de saber que esta imagen es la imagen que ha acompañado al primer grito
libertario, que reconocemos como heroína, fundamentalmente también una de
aquellas que procura después la independencia y la creación de nuestra patria.
Es algo fundamental, no solo el hecho de saber
que se pone el Día de la Madre como algo fundamental, sino es esta compañía de
gestas libertarias, de la libertad, de el acompañamiento de la Virgen de la
Merced, también en estas situaciones concretas. Es aquella que, en su espiritualidad,
y hablando de la orden de los mercedarios, justamente tiene que ver con los
cautivos, los presos, aquellos ciertamente que estaban presos defendiendo la fe
o en la guerra, diríamos así, pero que después esta orden tenía el mandato
concreto de tomar el puesto del cautivo, del preso, para poder liberarlo. Vean
que entonces, otra vez, son gestas siempre libertarias.
Virgen de la Merced patrona de las cárceles
El hecho de que sea la Virgen Nuestra Señora
de la Merced patrona también de las penitenciarías, de las cárceles, y
evidentemente haciendo el mensaje concreto a aquellos que gozan de la libertad,
aunque también tengan justamente este cautiverio. Es un anuncio profundo. Hasta
hemos recordado las palabras del Papa Francisco en la cárcel de Palmasola, hace
años atrás, cuando decía él, yo me reconozco pecador, pero un pecador
perdonado, misericordiado por Dios.
E invitaba a aquellos cautivos todavía en la
cárcel de decir, se puede vivir la libertad también en una situación así. Y un
llamado fuerte a que cuantos inocentes en las cárceles están presentes y
necesitan justamente, no sólo un juicio justo, sino también no estar en tanta
prevención de lo que puede ser años de años, que dan gravísimos problemas
también a nuestras penitenciarías, a nuestras cárceles, de cuánta gente
inocente y cuántos, cuánto hacinamiento, cuánto problema, cuánto sufrimiento
también allí, y es la Virgen María que acompaña. A través de la palabra de Dios
hemos podido reflexionar también la figura de la Virgen, aquella que camina
junto a nosotros.
Y si nosotros estamos en este peregrinaje
jubilar, sabemos que la Virgen es una con nosotros. Por eso la procesión que
haremos después tiene un sentido también profundo. La Virgen, Nuestra Señora de
la Merced, plasmada en estas lecturas del triduo de preparación a la
festividad, la tenemos presente.
Desde el domingo que nos hemos reunido hemos
tenido las notificaciones de tanta participación de colegios y ayer cumpliendo
también con la serenata a Nuestra Señora de la Merced. Sin embargo, la palabra
ya hablaba de algo concreto, de alguien que está presente en este mundo de
manera muy particular. Recuerdan, por ejemplo, ayer, en la víspera ya, se habla
justamente de la Nueva Jerusalén.
María la que ha dicho si
De alguna manera se repite hoy aquello. La
Nueva Jerusalén, la casa de aquellos que han experimentado el exilio y que
retornan a la Nueva Jerusalén y reconstruyen esa imagen de la Nueva Jerusalén,
de María. María como domicilio, como casa, como iglesia doméstica.
María la Nueva Eva. María que tiene que ver
con nosotros justamente a reconstruir o a renovar nuestra casa también, ya sea
personal, comunitaria y de sociedad. Es la casa, es el domicilio, es aquella
que ha aceptado, ha dicho sí a la gestación del Niño Jesús, el tabernáculo.
Vean qué imágenes bellas, qué imágenes bellas,
plasmadas en Nuestra Señora de la Merced, en la Virgen, en la Virgen María. Y
decíamos incluso estos otros días que nos hacen pensar, nos hacen ser
conscientes de que estamos llamados también nosotros, al igual que María, en
este itinerario de fe, en nuestro peregrinar asimilados justamente a la figura
de la Virgen María, aquella que se pone en servicio de manera inmediata. Su sí
produce un servicio y un amor y una misericordia y a Nuestra Señora de la
Merced.
Merced, misericordia, amor, ternura. Y se pone
en servicio, ciertamente a su prima Isabel, ya de inmediato, pero es invitación
para nosotros también. Y nos invita a ser aquellos discípulos del Señor.
Discípulos de Jesús junto a María
En primer lugar, Jesús a sus discípulos, a los
suyos, por tanto, también a nosotros, junto a María nos dice, ustedes son mis
siervos, los servidores. Pero más tarde dirá, por boca propia, ustedes ya no
son considerados siervos, sino les llamo amigos, amigos en el Señor.
Hemos aprendido esto de la Virgen María. Y hoy
aparece este evangelio también, cortito de Juan, donde Jesús en la cruz dice
que estaba María, su madre, María la de Cleofaz y María la Magdalena. Al ver a
su madre, al ver a María, que nunca lo ha abandonado, que siempre ha estado
presente y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre, escuchen bien,
mujer, ahí tienes a tu hijo.
Es decir, mamá, ahí tienes a tu hijo. Es
decir, Virgen María, Nuestra Señora de la Merced, en este caso, ahí tienes a tu
hijo. Le dice al discípulo, ahí tienes a tu madre.
A reconocer que María, Nuestra Señora de la
Merced, la misericordiante, es nuestra mamá y nos tiene que infundir este
corazón y este espíritu. No es otra cosa que, si no, decirnos, tú, discípulo,
eres llamado hermano. Vean qué hermoso itinerario, qué hermoso peregrinaje, qué
hermoso camino, qué maravilla de saber que nosotros también estamos en este, en
este camino constante.
Yo espero que ustedes se sientan reflejados en
aquello, ¿no? Que si te llama todavía siervo, el Señor, junto a su sierva, te
diga hoy, amigo. Y que te llame desde la cruz, hermano. Así esto caminamos y lo
hacemos con María, Nuestra Señora de la Merced.
Vean cuánto, entonces, tiene que ver esta
palabra, este triduo, esta celebración hoy, no solamente con una orden
religiosa, sino propiamente con nosotros mismos, con nuestra iglesia en
Cochabamba, la Nueva Jerusalén, la iglesia doméstica, discípulos del Señor. Que
sea pues así. Les invito a que pongamos en el corazón, guardemos estas
palabras, como lo sabe hacer la Virgen María.
Guardemos estas palabras y caminemos también
junto a ella, aquí en este suelo que nos toca, que nos toca vivir. Amén.
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