En la Catedral Metropolitana de Cochabamba, este segundo domingo de Adviento fue iluminado por el mensaje profundo y alentador del P. Ángel Rodríguez, párroco de la Parroquia Compañía de Jesús, quien presidió la Eucaristía invitando al Pueblo de Dios a vivir este tiempo litúrgico como una verdadera oportunidad de renovación interior, esperanza activa y compromiso cristiano.
Desde el inicio de su homilía, el sacerdote recordó que el Adviento no es un tiempo de simple espera pasiva, ni un optimismo vacío, sino “el tiempo de Dios, una oportunidad para cambiar nuestro día a día y asumirlo como una opción de vida”.
Un llamado a soñar tiempos nuevos
Inspirándose en el profeta Isaías, el P. Ángel invitó a la asamblea a soñar un futuro mejor, aun en medio del dolor, las crisis y la aparente infertilidad de la vida. Recordó la imagen del tronco talado —símbolo del pueblo de Israel desanimado y sin rumbo— y explicó que, aun cuando todo parece perdido, la raíz permanece viva, como nuestra alma unida para siempre a Dios.
“Hay algo dentro de nosotros que nos llama hacia Dios, algo que busca lo eterno… nuestra alma está unida a Él para siempre”, afirmó.
Elevar la mirada en medio de la confusión
El sacerdote exhortó a mirar más allá del caos del país y del mundo, a reconocer los “pequeños brotes” que Dios hace germinar incluso en la adversidad. Insistió en que no es tiempo de pesimistas, sino de personas cuyo corazón está atento a la voluntad de Dios.
Recordó que Dios no abandona a su pueblo: “Este mundo sigue en las manos de Dios… Él no quiere destrucción, sino que nuestros corazones sean su reino.”
Retomando las imágenes de Isaías, el león junto al cabrito, la paz entre criaturas opuestas, el P. Ángel llamó a vencer el odio, el resentimiento y el desprecio, para construir una fraternidad real.
Subrayó que esta visión solo es posible “siempre en comunidad”, porque la fe compartida fortalece la esperanza.
Inspirado en la predicación de Juan el Bautista, el sacerdote fue claro: “Juan no ofrece nada; solo pide confesión, conversión y bautismo. Coherencia de vida. Vive lo que crees.”
Pidió a los fieles acoger este Adviento como un tiempo propicio para dejarse podar por Dios, como el labrador que corta lo que no sirve para que la planta dé mejor fruto.
El P. Ángel recordó que la salvación que Jesús trae no es obligación, sino un don para nuestra libertad: “Dios quiere enriquecernos en el amor, la verdad, la justicia y la fraternidad.”
Con estas palabras, concluyó invitando a vivir este Adviento como un camino de encuentro profundo con Jesús, de auténtica conversión y de compromiso con el Reino: “Nosotros somos las lámparas, Cristo es la luz. Dejemos que brille en nuestra vida para que este mundo sea el reino que Dios quiere.”
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