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MONS. OSCAR APARICIO: DIOS NOS INVITA A BUSCAR LA SABIDURIA Y SEGUIR A JESÚS RADICALMENTE

 


Y está bien hacernos entonces la pregunta. ¿Qué es lo que me ata? ¿Cuáles son mis riquezas? ¿En quién he puesto mi confianza? ¿Cómo vivo yo mi vida? ¿Soy solidario con los demás? ¿Sólo me construyo a mí mismo? ¿Estoy frustrado? ¿Estoy temeroso?, el Evangelio de hoy nos exhorta a hacernos estas preguntas personalmente, así lo señala Mons. Oscar Aparicio en la alocución de su homilía dominical.

Es imposible, por tanto, que uno que haya acumulado todo, es imposible que alguien que tiene en su lomo cargado todo aquello que cree que le da sentido a la vida entre en el Reino de los cielos. Es imposible que un rico cargado de todas sus pretensiones pueda pasar por la Duca. Es imposible entrar a la ciudad si no se quita la carga, explica el prelado sobre la lectura del Evangelio de hoy.

 Durante su homilía Mons. Aparicio señala que es hermoso de verdad hoy el ejemplo que nos da Dios. Nos invita, por tanto, a buscar la sabiduría afanosamente. Nos invita a que el Señor nos enseñe sus caminos. Nos invita a escuchar profundamente su palabra. Nos invita a seguir radical y fuertemente a Jesús, nuestro Señor y Maestro bajo sus preceptos. Nos invita, por tanto, a que de verdad tengamos no sólo este seguimiento del Señor, sino nuestra vida aplicándola en esta palabra de Dios que hoy el Señor nos regala.

                                                    HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

DOMINGO 13 DE OCTUBRE DEL 2024

 

Queridos hermanos y hermanas, aprovechemos la presencia de este joven rico, de este joven inquieto, de este joven preguntón, diríamos así, de este que se acerca corriendo a Jesús para entender todo este contexto de la palabra de Dios y la respuesta que también dice el mismo Señor Jesús.

Es alguien que desde su juventud ha cumplido los mandamientos, eso se lo dice concretamente. Si tú quieres de verdad encontrar sentido profundo a la vida, si eres aquel que busca mucho más de lo necesario, si tu corazón es inquieto para saber dónde radica fundamentalmente lo que es el sentido profundo de la vida y del ser humano, si tú te haces preguntas, no sólo filosofas o reflexionas, sino tú eres el buscador de la verdad, el buscador de Dios. Cumple los mandamientos, desde mi juventud lo he hecho. Yo creo que es la situación de tantos, de nosotros inclusive. O es de alguna manera lo que también la palabra de Dios nos invita a tener como una posición clara.

 

¿Qué es lo que de verdad hace feliz al ser humano?: La sabiduría y la Palabra de Dios

 

La primera lectura que habla de la sabiduría está referida ciertamente al Rey Salomón, al libro primero de los Reyes, donde Salomón no pide riquezas, ni belleza, ni poder. Salomón lo que pide es la sabiduría, dame Señor sabiduría para que yo pueda gobernar a este pueblo. Para que iluminado por tu Palabra, iluminado por tus preceptos, iluminado por tu Espíritu, real y verdaderamente sea aquel que gobierne bien.

 

Dame sabiduría. La sabiduría es más grande que cualquier riqueza. Cumplir los preceptos de Dios, los mandamientos de Dios, ser guiados por su Espíritu es fundamental. Y repito, puede ser la situación de muchos de nosotros, como de mucha gente de nuestras generaciones. Es lo que en el Salmo de alguna manera estamos diciendo. Enséñanos a calcular nuestros años para que nuestro corazón alcance la sabiduría.

 

Vean que hermosas palabras, lo que hemos pedido nosotros, lo que el Salmo en nombre nuestro pide. Enséñame a seguir tus preceptos, enséñame a ser bueno, enséñame a discernir aquello que de verdad es importante, es esencial en la vida. Enséñame a calcular nuestros años. No vaya a ser que hacemos cálculos tan desproporcionados, que creemos que de los 200 años que podamos vivir en este mundo nos va a venir la felicidad. Eso es absurdo. O creer que de los bienes nos van a venir también la felicidad.

 

Si nosotros experimentamos, muchos de nosotros hemos podido quemar pestañas para tener un título y luego no ha saciado toda el ansia de búsqueda de verdad. Cuánto ahorrar en el banco, cuánto ahorrar en el banco. Y en poco o en nada o en instantes se va. ¿Cuántos dólares hemos podido almacenar en este tiempo? Y hoy se desvaloriza. ¿Cuánto hemos invertido por la belleza? Y al final terminamos usando casettes. Perdone las imágenes, ¿ya? ¿Qué es lo que de verdad ha sentido la vida? ¿Qué es lo que de verdad hace feliz al ser humano?: La sabiduría y la Palabra de Dios. Así lo dice la segunda lectura, ¿no es cierto? La palabra de Dios es penetrante. La palabra de Dios, los preceptos de Dios, la enseñanza de Dios, vivir al estilo de Dios, a imagen de Dios, es lo que de verdad nos da fundamento para que en esta vida tengamos la vida a un sentido profundo. Lo demás viene por añadidura y diríamos así.

Si uno ejerce el poder para sí mismo, se encierra en sí mismo y entonces no hace buen servicio a los demás.

 

 

Si uno vive siguiendo los preceptos de Dios, le es posible encontrar también los bienes necesarios, porque Dios al final nos lo regala. Y es posible repartir con los demás o ser solidario con los demás. Si uno ejerce el poder para sí mismo, se encierra en sí mismo y entonces no hace buen servicio a los demás.

 

En cambio, si sigue los preceptos de Dios, el mandato de Dios, se preocupará por todos aquellos sabiamente, gobernará bien, ejercerá el poder en servicio. Una mamá que sigue los preceptos de Dios, guiará bien a sus hijos, no con modelos de ideologías, no con modelos de géneros, no con modelos como decir hoy que lo más fundamental y lo más importante es tener y acumular riquezas, porque definitivamente esto se va. Unos buenos papás invierten en sus hijos dando sabiduría, siguiendo los preceptos de Dios.

 

Cumplir los preceptos de Dios

 

Vean hermanos, ¿cuánto podemos aplicar de esta Palabra? El joven rico, o este joven que aparece en el Evangelio, es un verdadero buscador. Es alguien que si ha vivido según la sabiduría de Dios, según los preceptos de Dios, es alguien que ha sido sabio en este mundo. Es alguien que, como repito muchos de nosotros, habrá vivido de esta manera, en buena hora diríamos así, aunque ya parece sorprendente al inicio. Corre, se ve que hay un maestro, hay un verdadero profeta, es este Jesús le corre al encuentro y le dice maestro bueno. No se esperaba seguro una respuesta como la de Jesús, ¿no? No se esperaba. ¿Por qué me dices bueno? ¿Acaso el único bueno no es Dios? El único bueno que hace llover sobre buenos y malos es Dios. El único que es justo es Dios. Aquí no se trata de ser bueno. Aquí se trata de seguir los preceptos de Dios.

 

Aquí se trata de tener la suficiente sabiduría para vivir, no sólo encontrar sentido a la vida y la felicidad, sino también encontrar la clave de lo que es y así lo ha llamado el ser humano. Cumple los mandamientos. Señor, los cumplo desde mi juventud.

 

Qué lindo, ¿no? Encontrar gente así y que las encontramos a borbotones, yo creo, en nuestra vida cotidiana. Gente buena, gente que hace el bien a los demás, gente que se esfuerza por vivir bien, gente que cumple bien su responsabilidad, gente trabajadora, afanosa. A ver, ¿ustedes conocen gente así? Yo conozco a miles, miles, gente que se esfuerza por cumplir los mandamientos, que es referida a los otros ser solidarios, que son servidores, buenas mamás, buenos papás, buenas familias.

 

Ciertamente, Jesús mira con cariño a este joven. Lo mira con amor, admiración. ¡Qué bueno encontrarse con gente así! Hermanos, no me digan que no es verdad. Cuando uno encuentra gente de paz, cuando uno encuentra gente no sólo simpática, sino gente de paz, que transmite un espíritu que gusto da, que gusto da. Jesús lo mira con amor. Sólo te falta una cosa: Ven, vende lo que tienes y dalo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.

 

Los ricos no pueden entrar al reino de los cielos

 

Esto tampoco se esperaba al joven, ¿no? Esto no se espera a la gente probablemente. ¿Quieres ser más radical? ¿Quieres realmente seguir a fondo? ¡Se libre! ¡Se libre! Reparte tus bienes. Que no te ate nada. Las riquezas pueden ser muchas veces impedimento. Si quieres ser rico en esta vida, definitivamente te ata todo. Los ricos no pueden entrar al reino de los cielos.

 

¿Cuál es el rico? ¿Es el que tiene dinero? No solamente. Es aquel que cree que de los bienes, de sus fuerzas, de su belleza, de su título, de lo que ha podido construir, le va a venir la vida, la felicidad y el sentido. Ese es el rico.

 

¿Quién es el pobre? El que se apoya en Dios. El que toma como única seguridad a su Dios y Señor. Ven y sígueme.

 

Los ricos no pueden entrar al reino de Dios. Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que uno se encuentra en el reino de los cielos. Hay que entender bien esta expresión. No se trata de la agujita que... Claro, es imposible. Una agujita que es de uno de los orificios más pequeños que entre un camello semejante de animalazo, ¿no es cierto? ¿Qué se está definiendo Jesús? Escúchenme bien. En las ciudades, antiguamente, había los muros de protección y las puertas por las que hay que ingresar. En una ciudad contemporánea a Jesús existen estos muros y existe esta puerta. Una de las puertas se llama Duca. Cuando llegaban, por tanto, los camellos para el negocio, para el comercio, cargados de riquezas o cargados de mercancías, no podían entrar por la puerta llamada Duca si no se quitaba toda la carga, todo el comercio.

 

Es imposible, por tanto, que uno que haya acumulado todo, es imposible que alguien que tiene en su lomo cargado todo aquello que cree que le da sentido a la vida entre en el Reino de los cielos. Es imposible que un rico cargado de todas sus pretensiones pueda pasar por la Duca. Es imposible entrar a la ciudad si no se quita la carga. Queridos hermanos, vean qué hermoso de verdad hoy el ejemplo que nos da Dios. Nos invita, por tanto, a buscar la sabiduría afanosamente. Nos invita a que el Señor nos enseñe sus caminos. Nos invita a escuchar profundamente su palabra. Nos invita a seguir radical y fuertemente a Jesús, nuestro Señor y Maestro bajo sus preceptos. Nos invita, por tanto, a que de verdad tengamos no sólo este seguimiento del Señor, sino nuestra vida aplicándola en esta palabra de Dios que hoy el Señor nos regala.

 

Y está bien hacernos entonces la pregunta. ¿Qué es lo que me ata? ¿Cuáles son mis riquezas? ¿En quién he puesto mi confianza? ¿Cómo vivo yo mi vida? ¿Soy solidario con los demás? ¿Sólo me construyo a mí mismo? ¿Estoy frustrado? ¿Estoy temeroso? Señor, enséñame tus caminos. Amén.

 

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