El Área de Evangelización de la Conferencia Episcopal Boliviana ha dado a conocer una guía para conmemorar a nuestros Difuntos, con la finalidad de que este 2 de Noviembre se pueda celebrar en familia.
“YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA”
Preparativos.
La familia se reúne para preparar lo necesario
en vistas a celebrar la memoria de sus Difuntos. Con este fin: a) Adornar el
lugar donde se celebrará la memoria del ser querido que ha partido a la Patria
celestial; b) Disponer de una mesa cubierta con mantel blanco. Sobre ella, se
coloca un Crucifijo, la Biblia, la foto del Difunto o Difunta, flores, dos
velas y otros signos de las tradiciones de la familia.
Se eligen personas que faciliten la
participación de los presentes en la celebración: A (el o la que preside); M
(monitor); L (lector); C (animador de los cantos); T (todos/todas).
El lugar de la celebración puede ser: la casa,
la sala de las reuniones, el oratorio, la sepultura donde descansa el ser
querido, etc.
LA CELEBRACIÓN
Iniciamos.
M: Estamos reunidos para compartir esta
celebración con (se nombra al difunto/a) que ha partido a la Patria celestial.
Aunque afligidos por este hecho, nos reconforta la fe: Creemos que la muerte ha
sido derrotada por Jesucristo, al resucitar. “Él es la Resurrección y la Vida.”
Esta verdad nos reúne aquí para orar al Padre de nuestro Señor Jesucristo, el
que también es Padre nuestro.
C: (sugerimos) “Jesucristo, Jesucristo”;
“Cristo nos da la libertad” (Se puede elegir otros cantos que conocen los
presentes).
A: En el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
T: Amén.
A: “Dios Padre que resucitó a Jesús, también
nos resucitará a nosotros”. (2Co 4,14).
T: Amén.
Escuchamos la Palabra de Dios.
M: En un momento como en el que nos
encontramos, Jesús dijo a Marta, “Yo soy la Resurrección y la Vida.” Estas
Palabras del Señor nos deben fortalecer e inundarnos de esperanza. Abramos
nuestros corazones al mensaje que vamos a escuchar.
L: Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según
San Juan 11,23-27.
“Jesús le dijo: ‘Tu hermano resucitará’. Marta
le respondió: ‘Sé que resucitará en la resurrección del último día’. Jesús le
dijo: ‘Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera,
vivirá: y todo el que vie y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?’ Marta respondió:
‘Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”’. Palabra del Señor.
Breve meditación
Lázaro, hermano de María y de Marta, había
muerto. Las dos hermanas, siguiendo la tradición judía, no teniendo un hermano
varón, quedaban privadas de muchos derechos y beneficios sociales. Las dos
hermanas, por la muerte de su hermano, pasaban a formar parte de las personas
descartadas. Jesús interviene y devuelve la vida a Lázaro. Su acción cumple lo
que había dicho a Marta: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí,
no morirá jamás.” Marta, como judía piadosa, creía en la resurrección al final
de los tiempos. La respuesta de Jesús es totalmente nueva: “La resurrección
ocurre hoy”, como respuesta a la fe en Cristo que regala a sus seguidores o seguidoras
con la vida nueva de su Resurrección. Por tanto, nuestra meta NO es el
sepulcro, sino gozar por siempre de la Vida que Cristo regala a sus seguidores
/ seguidoras… Nuestro ser querido (…) ya está con el Señor. Si está con Él,
también está con nosotros. Debemos agradecer al Señor por tanto amor. Su
Resurrección es el fundamento histórico de nuestra fe.
(Luego de breves momentos de silencio, pueden
intervenir los presentes y compartir lo que les dice el texto del Evangelio
proclamado. Es momento, de destacar algunos hechos del difunto o difunta…).
Oración comunitaria.
A: Llenos de confianza, presentemos nuestras
oraciones a Dios nuestro Padre, que resucitó a su Hijo de entre los muertos. A
cada petición respondemos: “Por Cristo, Resurrección y Vida, óyenos”.
Que Dios Padre en su bondad, a nuestro ser
querido (…) lo (la) coloque junto a sí en el Reino de la Luz y de la Paz.
Oremos.
Que la esperanza que brota de la Resurrección
de Jesucristo, reconforte el dolor de su familia y amistades por la partida de
(…) a la vida eterna. Oremos.
Que Dios Padre premie con la corona de la
gloria a todos nuestros difuntos y difuntas. Oremos.
Que Dios Padre nos llene de bendiciones y
cuando dejemos esta vida, nos reciba en el cielo que nos regala resucitando de
entre los muertos a su Hijo Jesucristo. Oremos.
Que Dios Padre nos acompañe siempre a todos
los que estamos reunidos para orar por nuestro ser querido (…) y fortalezca la
unión de nuestras familias. Oremos.
(Se pueden añadir otras oraciones).
A: Dios Padre, escucha con amor nuestras
plegarias y concédenos lo que te hemos pedido con toda fe y confianza. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Vivencia Comunitaria.
A: Por nuestro Bautismo somos la familia de
nuestro Padre Dios. En sus manos encomendamos a nuestro ser querido (…),
diciendo la oración que Jesús nos ha enseñado:
T: Padre nuestro…
A: Nos damos el abrazo de paz o el saludo de fraternidad.
C: Cantamos con fe: Resucitó, resucito (u otro
canto que conocen los presentes).
Conclusión
A: Que Dios conceda el lugar de la luz y de la
paz a nuestro ser querido (…) y a todos los fieles difuntos.
T: Amén.
C: “Dios te salve María” (u otro canto
conocido por los presentes).
Después del canto continuamos haciendo memoria
de nuestro ser querido, que ha partido al cielo, compartiendo nuestras
tradiciones religiosas. Orar por los Difuntos es una acción que agrada a Dios,
acción que se apoya en la Resurrección de Jesucristo (Salmo 62,2-9; 1Tes 4,14;
1Co 15,22; Rom 5,5-11; 2 Macabeos 12,38-46). Hermana, hermano: Por tanto, no
dejes que “predicadores” de otros grupos perturben tu vivencia religiosa y
tradición familiar sobre la Conmemoración de los Difuntos.
Comentarios
Publicar un comentario