.. Este es el llamado fuerte hoy. También aquí
en medio nuestro, que reconozcamos sinceramente que nosotros no somos los
dueños de todo, ni de los hermanos, ni de los destinos de los pueblos, que
podamos entrar en esta humildad, en esta sencillez, saber que no somos nada ni
nadie, si no estamos afianzados a Dios, dijo el Arzobispo de Cochabamba durante
la alocución de su homilía de la Misa dominical en la Catedral metropolitana de
Cochabamba.
Y si estamos afianzados a Dios, lo que nos
mueve es el amor a los hermanos, la preocupación por los hermanos. Porque vean,
al final le dice Jesús, ven, que se produzca aquello que tú quieres por tu fe.
Y enseguida, el ciego queda salvado y comenzó a ver, reflexiono el prelado.
Hermanos míos, la vida se enfrenta o con
demasiada autosuficiencia, o ciegamente, o se enfrenta también de manera
sencilla, humilde, sabiendo que necesitamos de Dios, necesitamos de los demás.
El que camina por el otro lado, camina erróneamente y tarde o temprano tendrá
la destrucción, puntualizó Mons. Aparicio.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
DOMINGO 27 DE OCTUBRE DEL 2024
Muy amados
hermanos y hermanas, viene a iluminarnos la Palabra de Dios hoy también en la
realidad que estamos viviendo. Si ustedes recuerdan todos estos domingos, se va
proponiendo de alguna manera el modo de vivir de manera cristiana en este
mundo. El descubrir el sentido de nuestra vocación, el descubrir o dejarnos
iluminar por Dios, que solo podemos tener en este mundo, el responder.
Ciertamente
nos invita a responder positivamente al amor de Dios a la vida, a Dios mismo.
Pero vean, en realidad se trata justamente de la posición nuestra, de lo que
nosotros podemos enfrentar la vida o lo que nosotros queremos que sea realizado
también en nosotros mismos. Tenemos una participación, por tanto, en lo que es
la construcción del reino de Dios, de la sociedad. Tenemos participación y
responsabilidad de aquello. Vean que la Palabra de Dios hoy es de verdad
iluminadora en este sentido. Veamos un poquito en primer lugar lo del
Evangelio.
Somos débiles y frágiles
Se
identifica a la persona, el lugar y la persona. Jesús estaba en Jericó, un lugar
concreto, un pueblo concreto, acompañado de sus discípulos y la multitud que lo
acompañaba. El hijo de Timeo, Bartimeo, es casi como decir, este que tiene
nombre y apellido, que tiene un lugar donde vive históricamente, es una
realidad, está presente. ¿Pero cuál es su situación? Es ciego y mendigo. No
tiene nada, no tiene la capacidad de ver; y al no tener la capacidad de ver, lo
único que le queda es mendigar. Al enterarse que Jesús está pasando por allí,
¿qué es lo que dice? Jesús, escuchen bien, Jesús, lo identifica también a la
persona por nombre y apellido, hijo de David. Por tanto, también, este es
alguien histórico, concreto, nombre y apellido y sabe del lugar de donde viene,
pero sabe algo más o ha descubierto algo más en Jesús, que este es hijo de
David, por tanto el Mesías al que se estaba esperando, el Salvador.
Lo
identifica como el gran profeta, el Mesías, el Salvador. Ten piedad de mí. Este
en su vida habrá recurrido a tanta gente, a médicos, a curanderos, ha recurrido
a gente poderosa, habrá recurrido y gritado por medio mundo, lastimándose o
lastimándose de su propia existencia, de su ceguera, ha pedido ayuda de todos
para poder subsistir. Hoy identifica a quien lo puede salvar. Ten piedad de mí
y lo hace en una actitud de total y plena unidad. Hermanos míos, en primer
lugar, yo creo que esta es la gran propuesta de hoy, la invitación a que
nosotros reconozcamos que somos débiles, frágiles, que por más que tengamos
gran salud y gran poder, definitivamente no caminamos demasiado.
Al fin y al cabo también podemos permanecer
ciegos, limosneros en esta vida. Por más gran líder que podamos ser, por más
poderoso que podamos ser, definitivamente nos vamos a encontrar con la
fragilidad. ¿Por qué los sumos sacerdotes de la historia, así dice la segunda
lectura, tienen que dar sacrificios por sus propias debilidades? ¿Por qué?
Porque somos frágiles, el ser humano es así, aunque con ansias grandes e
inmensas de querer ser poderoso y perpetuarse en este mundo.
Pretender ser poderoso
¿Acaso a los pueblos no les pasa lo mismo?
¿Acaso a los imperios no les pasa lo mismo? ¿Acaso al pueblo de Israel no le
pasaba lo mismo? Quería ser el mejor de los pueblos. ¿Acaso no hay miles de
imperios que han querido sostenerse siglos y siglos y aunque ya nadie existe de
aquellos grandes imperios? ¿Por qué los poderosos hasta han querido ser
enterrados con coronas y con no sé cuántas cosas para perpetuar su poder? Pero
también están en un ataúd. Definitivamente, definitivamente podemos enfrentar
la vida o como aquellos que quieren perpetuarse o en una autoarrogancia
tremenda o en luchar por el poder a como dé lugar, el pretender ser poderoso a
como dé lugar, pese a quien pese o podemos también entrar en esta situación de
este siglo, reconociendo sus límites, pedir auxilio o hacer como lo que dice la
primera lectura, como el pueblo de Isrrael.
¿Qué ha experimentado el pueblo de Israel?
¿Qué es lo que se ha dado cuenta el pueblo de Israel en el exilio? Este que lo
tenía todo, este que había conquistado la tierra prometida, este que era un
pueblo poderoso, que tenía una realeza, que tenía un ejército, que tenía una
ciudad, que estaba siendo prácticamente el imperio con Yahvé a la cabeza, con
Dios a la cabeza. Había entrado en tales situaciones de creer que se debe a él
todo su poderío. Por eso al final acontece el exilio.
Solo Dios es el que da sentido
la vida
El pueblo de Israel ha aprendido una cosa, que
sólo y únicamente es Dios el que da el sentido a la vida. Es Dios el que da la
vida misma. Estamos en sus manos.
Ha aprendido a entrar en humildad, porque en
el exilio se le había quitado la realeza, el poder político, el poder civil, se
le había quitado absolutamente hasta los líderes que podían tener, se les ha
quitado ejército, se les ha quitado hasta lo religioso, el templo. No tenían
nada. Frente a eso, la alternativa que les queda es apoyarse en Dios, reconocer
a Dios como el que les salva, como el que es capaz de suscitar un profeta que
les dice, ánimo, griten de júbilo porque retornarán a su casa.
Hermanos míos, la vida se enfrenta o con
demasiada autosuficiencia, o ciegamente, o se enfrenta también de manera
sencilla, humilde, sabiendo que necesitamos de Dios, necesitamos de los demás.
El que camina por el otro lado, camina erróneamente y tarde o temprano tendrá
la destrucción.
Vean que Jesús le dice, ¿qué quieres que yo
haga contigo, Bartimeo? Señor, Señor, que yo vea. Señor, Tú que eres el que
puede darme esta posibilidad, que yo vea. Señor, que eres Tú el que da sentido
a la vida y el que me da la posibilidad de la vocación, me llama a ejercer mi
vocación. Señor, que yo vea.
Reconozcamos que nosotros no somos dueños de todo
Que el Señor nos ayude a todos a entrar en
esta realidad, también los líderes del
mundo y también nuestro. Este es el llamado fuerte hoy. También aquí en medio
nuestro, que reconozcamos sinceramente que nosotros no somos los dueños de
todo, ni de los hermanos, ni de los destinos de los pueblos, que podamos entrar
en esta humildad, en esta sencillez, saber que no somos nada ni nadie, si no
estamos afianzados a Dios.
Y si estamos afianzados a Dios, lo que nos
mueve es el amor a los hermanos, la preocupación por los hermanos. Porque vean,
al final le dice Jesús, ven, que se produzca aquello que tú quieres por tu fe.
Y enseguida, el ciego queda salvado y comenzó a ver.
¿Y qué hizo? Siguió a Jesús por el camino.
Ejerció por tanto su ser discípulo en el seguimiento y servidor de todos. Amén.
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