AMEN A SUS ENEMIGOS EXHORTA MONS. OSCAR APARICIO

 


Durante su homilía dominical, el Arzobispo de Cochabamba, Mons. Oscar Aparicio exhortó vivir plenamente el Jubileo de la Esperanza, bendigan a los que les maldicen. Hagan bien a los que hablan mal de ustedes. Amen y oren por aquellos que les persiguen. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman sólo a aquellos que les aman, ¿Qué mérito tienen? Hasta los hombres buenos hacen así, ¿sí o no? Si ustedes prestan a los que saben que después le van a devolver, cualquiera lógicamente y humanamente lo hace, dijo.

 Amen a sus enemigos. Hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces sí que la recompensa será grande. Serán hijos del Altísimo, configurados al Señor. En la lógica de Dios, en el amor, en la construcción de la fraternidad, en el perdón, resalto durante su alocución.

 Porque eres bueno con los desgraciados y los malos. No juzgues y no serás juzgado. No envidies y no serás envidiado, puntualizó.

 

HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

DOMINGO 22 DE FEBRERO

 

Amados y hermanas, qué bien nos viene esta Palabra de Dios en estas lecturas que hemos proclamado para nuestro peregrinar, como peregrinos de la esperanza en este año, año Jubilar, donde con fuerza aparece propiamente el ser misericordiosos como es misericordioso nuestro Padre.

Pero vean la riqueza que hoy presenta también la Escritura. Aparece en primer lugar toda esta experiencia de David, y que aunque es un trozo que habla propiamente en la relación a Saúl el Rey, pero pone ya en su magnitud la situación de David, un hombre como tú, como yo, un hombre normal, ciertamente un elegido de Dios y aquel que necesita ser una experiencia de Dios en su propia vida y después para su propio gobierno.

 Pero vamos en concreto a ver que lo que hoy David experimenta, como todo ser humano, estas gana de tomar venganza con propia mano. Y además que tiene a disposición, sabemos que Saúl el Rey se agarra con David por decir así y está dispuesto a matarlo, lo persigue para aquello. Sin embargo, David en estas confrontaciones bélicas que puede tener, tiene a disposición al Rey Saúl.

 A distancia de la lanza, veamos así, puede cobrar la venganza con sus propias manos, puede definitivamente aniquilar aquello que es motivo de sus angustias y de su persecución. Sin embargo, reconoce una cosa, reconoce que Saúl es ungido de Dios, es consagrado de Dios y por esto es que no toma venganza en su propia mano. Obedece a Dios, ve en Saúl la obra de Dios, ve en Saúl pese que le sea contrario y le acarree tantos malos y pesares, ve que Dios actúa.

Y él mismo después lo dice frente a todo el ejército, he tenido la posibilidad, aquí está la lanza del Rey, he tenido la posibilidad de tomar venganza en mis propias manos y no lo he hecho porque el Rey es un elegido y consagrado de Dios. En definitiva, este hombre que es como tú y como yo, descubre que si Dios está al frente, experimenta que si Dios está al frente, no se puede ir contra él. Descubre la obra de Dios, descubre a Dios mismo.

Por eso cuando el Salmo dice, el Señor es bondadoso y compasivo, definitivamente David, como tú y como yo, actúa con este espíritu de Dios. Reconoce que Dios es bondadoso y compasivo. ¿Qué es lo que le hace grande a David en esta ocasión? Que en vez de recurrir al odio, a la venganza, a la muerte, a la división, recuse al perdón y la misericordia, recurre al espíritu de Dios.

Sean compasivos como es compasivo su padre.

Sabemos después la historia de David también más allá, en todo lo que van a ser también su ser Rey y sus pecados fundamentales. ¿En qué consiste otra vez la grandeza de David? En que reconoce que es pecado, que es limitado, pero reconoce también en él mismo, en carne propia, que Dios tiene piedad y misericordia de él.

Hermanos míos, David, hombre como tú y como yo, ser humano como tú y como yo, hace experiencia de Dios. O propiamente es lo que dice Pablo, se ha revestido del hombre nuevo de Jesucristo, del hombre celestial. Hace experiencia prácticamente del espíritu de Jesús.

Le cambia el panorama. Él camina bajo los preceptos de Dios, bajo el espíritu de Dios, bajo la lógica de Dios. Es lo que se nos invita hoy a nosotros también.

Entrar en otra lógica. Entrar en el espíritu de Cristo. El configurarnos al hombre celestial, al hombre divino, a asumir las acciones y el modo de ser de Dios.

No en lo natural, no solamente en lo humano. Porque de otra manera es imposible. Porque vean que el evangelio ya comienza así. Comienza de esta forma muy fuerte. Jesús dijo a sus discípulos, escuchen bien, que nos dice también a nosotros. Yo les digo a ustedes que me escuchan, a ustedes que me escuchan, amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.

Y sigue hablando justamente de lo contrario que era la ley del talión, ojo por ojo, diente por diente. Lo que propone Jesús es exactamente lo contrario, es la otra lógica. Elige la superación de la venganza, del ojo por ojo.

Amen a sus enemigos.

Bendigan a los que les maldicen. Hagan bien a los que hablan mal de ustedes. Amen y oren por aquellos que les persiguen. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman sólo a aquellos que les aman, ¿qué mérito tienen? Hasta los hombres buenos hacen así, ¿sí o no? Si ustedes prestan a los que saben que después le van a devolver, cualquiera lógicamente y humanamente lo hace.

¿Sí o no? ¿Qué hacen de particular? ¿Qué hacemos de particular? ¿De amar a los nuestros, qué hacemos de particular? Eso lo hacen también los pecadores. Amen a sus enemigos. Hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio.

Entonces sí que la recompensa será grande. Serán hijos del Altísimo, configurados al Señor. En la lógica de Dios, en el amor, en la construcción de la fraternidad, en el perdón.

 Porque eres bueno con los desgraciados y los malos. No juzgues y no serás juzgado. No envidies y no serás envidiado.

 Ama y serás amado. Da y se te dará en el Espíritu del Señor. O lo que dice al final, ¿no es cierto? Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

Queridos hermanos, se trata de esto. De llenarnos del Espíritu de Dios. De hacer experiencia de un Dios amoroso y perdonador.

Vivir en plenitud el Jubileo

¿Somos capaces en este jubileo condonar nuestras deudas? ¿Perdonar a los que nos deben? ¿Somos capaces de pedir disculpas y perdón a aquellos que nos odien? ¿Somos capaces de erradicar el odio y la violencia de nuestros corazones, de nuestras familias y nuestra sociedad? ¿Somos capaces en este jubileo ser justamente peregrinos de esperanza? ¿Lo somos? Y estoy hablando de ustedes y de mí que queremos ser discípulos del Señor. No estoy hablando de todos los otros. Estoy hablando de ti y de mí.

¿Quieres ser aquel, aquella persona que vive en plenitud, en profundidad este año jubilar? ¿Quieres tener el empeño de extender los brazos del amor hacia los demás? ¿Quieres convertirte seriamente en las cosas concretas que tienes tú? ¿Quieres hacer una verdadera y real experiencia del amor de Dios, de la lógica de Dios en tu vida concreta en este año jubilar? Espero que sí. Espero que entrando en esta lógica, inclusive lleguemos a actitudes que recordando que el Papa Francisco nos la ha ido enseñando. Me acuerdo perfectamente en la visita a Bolivia, cuando ha visitado las cárceles en Palmasola y en Santa Cruz, que dijo como primeras palabras, les habla un hombre perdonado por Dios y les invita a dejarse perdonar y amar por Dios.

¡Qué cosa! ¡Qué bella actitud! ¡Qué bella actitud! Espero hermanos que nosotros entonces también en este año jubilar tengamos esta gran experiencia. Hemos abierto las puertas santas aquí en nuestro Arquidiócesis, aquí primero en la Catedral, después la hemos abierto en el Santuario de Quillacollo, lo hemos abierto en el Santuario de Sacaba y ayer hemos abierto esta Puerta Santa en Arani. Vean que en estos cuatro santuarios tenemos la posibilidad no sólo de ganar indulgencia, sino de verdad, de encontrar el rostro misericordioso de Dios y hacer experiencia de Jesucristo en su espíritu y a este modelo vivir plena y totalmente nuestro año Jubilar.

 Saben que para ganar indulgencia hay algunos motivos fundamentales que hay que hacer. Peregrinaje a un Santuario, ahí tienen cuatro, el confesarse, el reconocer que somos limitados, pero que somos amados, perdonados y nos hemos encontrado con la misericordia de Dios. Pasar por la Puerta Santa, tenemos cuatro puertas aquí en Cochabamba y celebrar la Eucaristía.

Queridos hermanos, queridas hermanas, que este año jubilar nos traiga a todos nosotros este bien personal, familiar, comunitario y vean que si estamos en esta lógica, también nos traerá un bien social.

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