ARZOBISPO DE COCHABAMBA: SI SOMOS ILUMINADOS POR EL SEÑOR, PODEMOS ILUMINAR A LOS DEMÁS


 

 Si somos iluminados por el Señor, podemos iluminar a los demás. Podemos iluminar a los demás. Tú por ti mismo, ¿eres capaz de dar a luz al otro? ¿La luz? Siempre y cuando aceptas, dejas que Dios ilumine tu vida, dejas que esta candela no se apague, puedes iluminar a los demás, dijo Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba durante la alocución de su homilía de hoy domingo 02 de febrero Fiesta de la Presentación del Señor.

 Felicidades entonces a todos ustedes, hermanos y hermanas, que esta candela también que nosotros podamos ser, nos ayude justamente a tener mejores relaciones, mejor espíritu, que construyamos una comunidad de paz, de amor, que ilumine la vida y sobre todo en estas situaciones tan difíciles, ilumine nuestras familias, ilumine nuestros gobernantes, ilumine nuestras actitudes, ilumine nuestra solidaridad. Que seamos capaces de consagrarnos también nosotros plenamente a Dios y así a ser presente en este mundo, el reino de Dios, resaltó la primera autoridad de la Iglesia de Cochabamba.

HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

 Muy amados hermanos y hermanas, hoy así con gran alegría estamos celebrando esta festividad que la conocemos más popularmente como el Día de la Candelaria, porque se destaca justamente a la Virgen María con esta candela, con la luz, con el sirio, con estas velitas que nosotros simbólicamente también hemos podido hacer el inicio de nuestra celebración. La luz que ilumina, que ilumina las tinieblas, que ilumina a los seres humanos, pero en realidad se trata también de la presentación del Niño Jesús, así como está narrado en el Evangelio. Hay una intimidad por tanto muy plena entre lo que hemos celebrado en la Navidad, el nacimiento del Señor, la presentación que ya se nos anuncia a través del profeta, porque todo primogénito debe ser presentado, no solamente es un rito o una tradición o una costumbre, sino es algo que tiene un significado profundo, es decir, aquello o aquel ser humano que es presentado ante el altar en el lugar público, puede ser un templo, puede ser un lugar donde propiamente se está aconteciendo algo fundamental.

 Domingo de la presentación del Señor

Este ha sido llamado, lo reconocemos y lo presentamos al mundo entero, que en este caso de Jesús es la luz, es la candela, es la salvación. Por eso la imagen misma de la Virgen María, que cuando tiene a un Niño Jesús en un brazo y tiene en el otro la candela y los dos pichoncitos en una canasta, es referido justamente a este momento muy particular. Jesús al ser presentado, escuchamos esta hermosa y gran narración.

 Aquel dedicado al templo, en este caso de Simeón, sacerdote, aquel que está pendiente del actuar de Dios en este mundo. Se mencionarán también otras personas, hemos leído hoy, lastimosamente, sólo el texto reducido para no tener mucho más tiempo que invertir. Se trata justamente de aquellos que están expectantes a que algo tiene que acontecer en este mundo.

 Si hay un altar, si hay un templo, si hay un lugar consagrado a Dios, si hay una meseta, o haya también un oratorio, o definitivamente hay una catedral, no es porque simple y sencillamente tienen que congregar al Pueblo de Dios, sino que ese lugar donde creemos que Dios acontece, porque nuestra relación de nosotros, seres humanos, con Dios se hace como que más concentrada en este lugar. Y los hombres dedicados a aquello, las mujeres dedicadas a aquello, son los más expectantes en nombre del Pueblo para ver esta manifestación de Dios. Por eso, Simeón tiene una particular, diríamos así, una particular actividad. Está dedicado a lo que Dios hace. Quiere escuchar a Dios, quiere tener la intimidad con Dios. Está expectante a lo que Dios va a hacer.

Por eso, cuando dice, llegó el momento fijado por la ley de Moisés para la purificación de ellos, es decir, de José María, llevan también al niño a Jerusalén, al templo, al lugar consagrado, al lugar donde hay la relación íntima con Dios, para presentarlo al Señor como está escrito en la ley. Lo que hemos escuchado ya al inicio. Un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel.

 Este habitaba, y otros también habitaban en este lugar, expectantes a la manifestación de Dios. El Espíritu Santo estaba en él, y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Atentos. Conducido por el mismo Espíritu, fue al templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las inscripciones de la ley, Simeón lo toma en brazos. A este niño. Este niño que ha nacido en Belén. Este niño que ha sido reconocido por los Reyes Magos. Este niño que ha estado en un pesebre. Este niño al que han acudido también los pastores. A este niño que lo ha acompañado una estrella. Este niño que se llama Jesús, Dios salva. O se llama Emanuel, Dios con nosotros. Este niño es tomado en brazos de aquel que está esperando la manifestación de Dios. Impulsado por el Espíritu. Ahora, Señor.

Bien, qué hermosas son las palabras. Estamos hablando de un expectante. Estamos hablando de un sacerdote.

Estamos hablando de un hombre lleno del Espíritu Santo. Estamos hablando de un justo. Estamos hablando de uno dedicado a la manifestación de Dios o en el templo, para escuchar la palabra, para ver si Dios cómo se va a manifestar. Estamos hablando de un anciano entrado en años. Que dice. Ahora, Señor. Puedes dejar que tu servidor muera en paz. ¿Por qué? ¿Estás designado de la vida? ¿Está cansado? No. Porque mis ojos han visto la salvación.

Por eso tiene al niño en brazos. Y por eso lo presenta al mundo entero. Porque tú esta salvación la has preparado desde siempre.

El Señor, luz que ilumina nuestras vidas

Luz. Luz para iluminar a las naciones pagadas y gloria de tu pueblo Israel. La luz se nos ha manifestado. La salvación, el amor, el perdón ha llegado a nosotros. Nuestras tinieblas y nuestros miedos han sido disipados. Ahora, Señor. Puedes dejar a tu siervo que pueda morir en paz. Si dice Simeón esto, nosotros también podemos decir lo mismo. Espero que sí.

Se nos ha presentado la luz. ¿La reconoces? ¿Reconoces a Jesús presente en tu vida, en tu familia? ¿Reconoces que ciertamente en tus limitaciones el Señor ilumina tu vida? Aquel que es la palabra. Como el anterior domingo decíamos. Aquel Jesús que te llama a experimentar en tu vida su presencia. Está en ti. Se te ha presentado. Lo aceptas. Te dejas iluminar. Te dejas amar por él.

Dejas que su luz guíe tu camino. Son miles de preguntas que nacen. ¿Quieres ser Simeón? ¿Quieres ser como María? ¿Quieres ser como los apóstoles? Si tu vida de consagrado, de consagrada al Señor, porque también hoy se celebra esto.

La vida, la vida, el ministerio, la actividad de los consagrados al Señor. Aquellos que por amor al reino y por amor a anunciar esta presentación del Señor a los demás, dedican su vida a aquello. Por esos religiosos, religiosas, consagrados en el Señor, que dedican aquello para indicar quién es el Mesías, quién es la salvación, de dónde viene la luz o quién es la luz.

 Que este día nos llene de la presencia serena de Dios

Queridos hermanos y hermanas, de verdad que este día lleno de gozo, de alegría, de esta presentación del Señor a nosotros nos llene justamente de esta presencia serena de Dios, que nos conceda la paz, que ilumine nuestras vidas, que nos impulse a ser también hombres, mujeres del Espíritu Santo. Que seamos capaces de conciliarnos entre nosotros, amarnos como hermanos, reconociendo a Jesús que vivamos aquí en nuestras familias, en nuestra arquidiócesis. Aquellos como tenemos los objetivos más grandes, queremos ser una iglesia de comunión, de unidad, de participación, indicando a aquellos que más necesitan el sentido profundo de la vida, Dios presente en nuestras vidas.

 Y que este Espíritu, este Jesús, este Salvador, esta luz, también nos pueda ayudar a vivir bien en este mundo y nos proyecte hacia también encontrar el cielo. Queridos hermanos, les invito a entrar entonces en este gozo, en esta alegría. Y si de alguna manera todos somos consagrados al Señor, todos somos consagrados al Señor. Que de verdad podamos gozar de esta presencia del Señor. La imagen de la candelaria, eso de las imágenes más bonitas, como les decía, ¿no es cierto?.

Que la luz de Jesús habite en nuestros corazones

 La Virgen María, ya habiendo dado a luz a Jesús, tiene en brazos al Señor, tiene esta canastita donde están las dos tórtolas o los dos pichones, ¿no es cierto? Y quiere decir que ha sido presentado y se ha conocido por Simeón, es anunciado al mundo entero. Por eso Él es esta luz que habite en nuestros corazones, que nos dé mucha alegría y mucho gozo, que nos capacite para seguir caminando con buen espíritu en este mundo, porque se trata también de aquello, ¿no es cierto? Queridos hermanos, caminar en buen espíritu, haciendo el bien, iluminados por su Palabra, iluminados por sus enseñanzas. Y aunque parezca, como dice también el profeta, aunque parezca a veces contradicción, y que este Rey, esta luz, que pese a que está presente también, es contradicción para muchos, porque aquellos que buscan la guerra son llamados a la paz. Aquel que busca sólo el interés personal es llamado a la comunidad. Aquellos que buscan sólo y únicamente, o el querer, o el saber que a través de sus acciones de tiniebla puede venir la luz en el mundo, son llamados a mirar a Jesús para ser iluminados por Él y después iluminar a los demás.

Que sea pues éste nuestro sentido, que sea éste nuestro espíritu. Porque nosotros mismos, por nosotros mismos no somos luz, no tenemos ni siquiera la luz. Somos como la luna, ¿no es cierto? Oscuros, inertes, no tenemos luz propia. Si somos iluminados por el Señor, podemos iluminar a los demás. Podemos iluminar a los demás. Tú por ti mismo, ¿eres capaz de dar a luz al otro? ¿La luz? Siempre y cuando aceptas, dejas que Dios ilumine tu vida, dejas que esta candela no se apague, puedes iluminar a los demás.

Felicidades entonces a todos ustedes, hermanos y hermanas, que esta candela también que nosotros podamos ser, nos ayude justamente a tener mejores relaciones, mejor espíritu, que construyamos una comunidad de paz, de amor, que ilumine la vida y sobre todo en estas situaciones tan difíciles, ilumine nuestras familias, ilumine nuestros gobernantes, ilumine nuestras actitudes, ilumine nuestra solidaridad. Que seamos capaces de consagrarnos también nosotros plenamente a Dios y así a ser presente en este mundo, el reino de Dios. Amén.

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