El pasado sábado 22 de febrero, Mons. Oscar Aparicio
abrió la cuarta y última puerta Santa de nuestra Arquidiócesis de Cochabamba.
La celebración fue antecedida por una peregrinación desde la Capilla Santa Vera
Cruz de Arani hasta el templo San Bartolomé de Arani.
Participaron varias parroquias de la Vicaría
del valle Alto, también la Eucaristía de apertura de la puerta Santa estuvo animada
por el Coro de la Universidad Católica Boliviana y el Ministerio de Música de
la Vicaría del Valle Alto, se observó también la participación de autoridades
civiles y la feligresía araneña.
Mons. Oscar Aparicio durante la alocución de
su homilía dijo: Hemos puesto tantas propuestas importantes en nuestro caminar
como Iglesia Sinodal Arquidiocesana. Que estas prioridades, …que para nosotros sea
un encontrarnos con Cristo pobre, con Cristo amante, con Cristo perdonador, con
Cristo sanador, con Cristo que nos indica el camino hacia dónde ir.
Que este Santuario sea la acogida de miles y
miles de peregrinos que hacen su procesión justamente para encontrar a Dios su
amor, su perdón y que lo extiendan por todo el mundo finalizó el Arzobispo.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
SÁBADO 22 DE FEBRERO DEL 2025
Un saludo grande a todos los sacerdotes y al
vicario de la vicaría Valle Alto, Padre Luis, en nombre suyo a todos los
fieles, a todos ustedes hermanos y hermanas que peregrinan en el Valle Alto. Es
un gran acontecimiento el que estamos viviendo hoy. Llena de emoción saber que
la Virgen Peregrina nos acompaña.
Hemos partido no solamente como manera
significativa sino caminando o peregrinando porque tenemos la esperanza puesta
en el Señor. En este año de Jubileo queremos justamente ser aquellos al mismo
estilo de la Virgen María Peregrina en el Valle Alto, peregrina en nuestra Arquidiócesis,
también nosotros ser estos peregrinos que esperamos algo. Yo creo que, en
nuestro peregrinaje, en nuestro caminar, se habrán llenado nuestras cabezas de
pensamientos, de decir qué es lo que realmente estamos esperando.
Creo que al momento de la apertura de esta Puerta Santa nos hemos
encontrado con Dios, nos hemos encontrado con la gran manera de ser de Dios, su
amor, su misericordia, su perdón que ha sido ratificado en la palabra que hoy
hemos escuchado. Sean bondadosos como es bondadoso su Padre Celestial. Amen y
serán amados, den y se les dará, perdonen y serán perdonados.
Es una palabra muy muy fuerte también para
nosotros, por tanto, ¿por qué queremos caminar? ¿En qué actitud queremos
caminar? La de peregrinos, pero que esperan encontrarse con el Señor, con su
amor, con su misericordia, con su perdón. Vean que el ejemplo primero que
aparece en la lectura inicial es hermoso y la historia de un pueblo, la
historia de unas personas. Sabemos que David, perseguido, odiado, repudiado,
diríamos así, por Saúl, tiene la posibilidad de alcanzar una lanza a Saúl y, en
cambio, no recurre a la violencia, a la venganza, a la muerte, sino más bien a
la misericordia y el perdón, como muestra de que, en realidad, este amor de
Dios que le ha tocado al corazón hace posible que también se perdone a los
hermanos.
Por eso celebramos mi reino, por eso queremos
también nosotros que este amor de Dios se extienda en nuestros corazones y a
través de nuestros corazones a nuestros hermanos. Yo diría en todo este Valle
Alto, en todas nuestras parroquias, en nuestras comunidades, así como
Jesucristo, nuestro Señor, amado profundamente, hasta derramar la última gota
de sangre, que nosotros tengamos también esta espera, esta posibilidad de saber
extender el reino de Dios entre nosotros. Si somos perdonados, tenemos la
capacidad de perdonar.
El que ha pecado mucho recibe mucha gracia de
parte de Dios y es amado y perdonado por él y, por tanto, capacitado a que se
pueda vivir en medio nuestro, en este lugar, en nuestras comunidades, en
nuestras familias, en nuestras parroquias, se pueda vivir este jubileo de esta
manera, amando, perdonando, porque somos amados y perdonados. Dios, pero
hermanos, este año, ciertamente a la distancia de los 25 años del año 2000, que
se nos invitaba a ser aquellos pescadores de hombres, a levantar o remar mar
adentro y echar las redes, hoy que seamos también peregrinos de esta esperanza,
que la fraternidad, el amor, la reconciliación, la capacidad de entendimiento
entre nosotros, que es uno de nuestros mayores pesares, aquí en Cochabamba y en
el Valle Alto, que sea de verdad también, entonces, un quebrar este odio, esta
muerte, esta desolación. Amen a sus enemigos, decía el Evangelio.
Oren ¿Cómo es posible esto? Sólo y únicamente
en un corazón que experimenta el amor y el perdón, que tiene el Espíritu de
Dios en sí mismo. Por nuestra capacidad y nuestra fuerza, no es posible, sino
más bien con él. Queridos hermanos y hermanas, les invito entonces que de
verdad nuestro camino de jubileo, nuestra puerta santa, que no sólo sea para
ganar indulgencia, sino que de verdad sea para anunciar el amor, la
misericordia y el perdón, como hemos cantado en sábado. Dios, vemos tu bondad y
tu misericordia. Dios, queremos experimentar esto y queremos hacerlo conocer a
los demás, que este año sea de perdón, de amor, de fraternidad, que
definitivamente nos llenará el corazón de vos. Estamos también ciertamente en
este año sinodal.
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