Queridos hermanos, en esta fiesta de la Candelaria,
en esta fiesta de la luz de Cristo que se hace presente en nuestra vida, que se
hace presente en nuestra familia, pidamos a Dios que esta luz ilumine nuestro
camino, que esta luz ilumine el camino para no tomar decisiones que muchas
veces pueden llevarnos a equivocarnos, que esta luz sea también la fuerza para
salir adelante ante las adversidades o las dificultades que podamos estar
viviendo, dijo Mons. Iván Vargas durante su homilía dominical, el día de hoy
domingo 2 de Febrero día en que celebramos la Fiesta de la presentación del
Señor y la Fiesta de la Candelaria.
HOMILÍA DE MONS. IVÁN VARGAS
OBISPO AUXILIAR DE COCHABAMBA
Hermanos, quiero reiterar mis saludos a cada
uno de ustedes. Bienvenidos al santuario de nuestra madre la Virgen María de
Urcupiña. Saludamos también aquellos hermanos que nos están siguiendo a través
de las redes sociales del santuario y que por enfermedad, por problemas de
salud, no pueden llegar hasta nuestro santuario, pero pedimos por ellos que el
Dios de la vida, a través de nuestra madre la Virgen María de Urcupiña, les
conceda la salud del alma y la salud del cuerpo.
Hoy es fiesta en nuestra iglesia, es fiesta en
toda la iglesia universal, porque después de los cuarenta días del nacimiento
de Jesús, después de cuarenta días de la Navidad, hoy celebramos la
presentación del Señor en el templo. Jesús es presentado en el templo para
cumplir ciertas prescripciones de la ley, ciertas costumbres y tradiciones que
tiene el pueblo judío. Todo primogénito varón debe ser consagrado al Señor,
está dentro de estas prescripciones judías.
Y José, María, no se desentienden de las
tradiciones, no se desentienden de las prescripciones, ellos fieles cumplidores
de la ley, llevan a Jesús al templo para presentarlo y hay experiencias bellas
en esta presentación del templo. Primero, Jesús en el templo es reconocido como
la luz del mundo, la luz del mundo, por eso esta fiesta también tiene esta
característica, que es la fiesta de la candela, la fiesta de la vela. Entonces
muchos hermanos nuestros, durante toda la mañana, durante las misas anteriores,
han estado trayendo sus velitas para bendecir, han estado llevando velas bendecidas
a sus casas, como un signo de qué, como un signo de llevar la luz al hogar,
como un signo de que la luz de Cristo reine en el hogar, como un signo de esta
presencia de Jesús a través de la luz, para fortalecer la vida de las familias,
para fortalecer la vida conyugal.
Los padres de familia tienen que ser luz en su hogar
Entonces al ser la fiesta de la luz, al ser la
fiesta de la Candelaria, nosotros hemos asociado esta fiesta también a la
Virgen María, por eso decimos hoy es la fiesta de la Virgen de la Candelaria,
también decimos no, y es justamente en Oruro, en el Santuario del Socavón,
donde celebran esta fiesta de la Virgen de la Candelaria. Entonces qué bonita
experiencia en este evangelio, Jesús luz del mundo, Jesús hombre como nosotros,
que asume nuestra naturaleza y al ser hombre es posible ser luz, es posible ser
luz. Nosotros también, carne y hueso, somos hombres, somos humanos y estamos
llamados también a ser luz, tenemos que ser luz, cada uno de nosotros,
fundamentalmente papás, padre y madre, papás, ser luz en el hogar, basta, así
con todo cariño, basta, basta ya de ser oscuridad en el hogar, basta ya, basta
de ser tinieblas en el hogar, cómo somos oscuridad, cómo somos tinieblas en el
hogar, por el orgullo, el resentimiento, la soberbia, la prepotencia, la
mezquindad, hace que seamos oscuridad, hace que seamos tinieblas, ese tipo de
comportamiento, ese tipo de actuar, padre ya no lo aguanto a mi marido, muy
soberbio, muy prepotente, de la noche a la mañana ha cambiado, es lógico,
¿quién aguanta un soberbio? Nadie, nadie, eso es ser tiniebla, eso es ser oscuridad
y es el Señor que a través de su Palabra, nos invita a ser luz, ¿cómo vamos a
ser luz en el hogar? ¿Cómo vamos a ser la luz en la familia? Como lo decía, a
través de nuestro comportamiento, actuar con sencillez, actuar con humildad,
ser alegres, ser compasivos, mostrar ternura, mostrar amor, es ser luz en el
hogar.
Entonces queridos hermanos, hoy en esta Fiesta
de la Candelaria, en esta fiesta de la luz, el Señor nos invita a cada uno de
nosotros a ser luz en el hogar, ser luz y disculpen la expresión un poco
vulgar, no ser una piedra en el zapato, que muchas veces llegamos a ser una
piedra en el zapato para el hogar, con nuestras frustraciones, con nuestras
desesperanzas, con nuestras depresiones. Una segunda idea tan bonita que encuentro
en este evangelio y que lo quiero compartir también con ustedes de todo
corazón, este hombre anciano llamado Simeón, dice apenas se enteró de que Jesús
estaba siendo presentado en el templo, dice lleno del Espíritu Santo, corrió a
verlo al señor en el templo y lo agarra al señor, lo agarra entre sus brazos y
dice este hombre, ahora señor puedes dejarme morir en paz, ahora si puedo
morir, porque mis ojos han visto al Salvador, porque lo he tocado, porque lo he
sentido en mi vida al Salvador, ahora puedo morir en paz. Qué experiencia más
bella de parte de Simeón, pero es una experiencia también que se repite hoy con
nosotros, es una experiencia que también nosotros lo vivimos, es una
experiencia que muchas veces no nos hemos dado cuenta, pero que también vivimos
esta experiencia como la de Simeón.
Cuándo vivimos esta experiencia como la de
Simeón, es en la Eucaristía, cuando comulgamos, cuando está la hostia, ese pan
consagrado, esa comunión, ese cuerpo de Cristo, cuando está en nuestra boca,
cuando lo sentimos, cuando lo tocamos, cuando nos dejamos tocar por el cuerpo
de Cristo, así como Simeón también podemos decir, ahora señor puedo morir en
paz, puedo morir en paz, porque estoy en gracia, porque he podido sentir el
cuerpo de tu hijo en mi vida, porque he podido sentir este pan de vida en mi
vida, ahora puedo morir en paz.
Qué experiencia más bella de verdad hermanos,
de sentirlo al Señor, experiencia más bella de sentir a este Dios de la vida,
que se hace presente en nosotros, que se hace presente en ese pedazo de hostia
consagrado, que es el cuerpo de Cristo. Entonces qué experiencia más bella que
vive Simeón y nosotros también lo vivimos, pero también estas palabras tan
lindas de parte de Simeón, que le llena de esperanza y de vida a la Virgen María,
y le dice María, a ti este niño, perdón, será causa de caída y de elevación
para muchos en Israel, será un signo de contradicción y a ti María, a ti misma
una espada te traspasará el corazón, una espada te traspasará el corazón, qué
significa esto, 33 años después de que Jesús es presentado en el templo, María
está al pie de la cruz, María al pie de la cruz y la espada que profetizó
Simeón es ver la agonía y la muerte de su hijo, esa es la espada que traspasa
el corazón de María, la agonía y la muerte de su hijo, qué madre no siente
dolor, qué madre no siente pena cuando el hijo está enfermo, cuando el hijo
está hospitalizado, cuando el hijo está moribundo, qué madre no tiene pena, esa
es la espada, esa es la espada que traspasa el corazón y es María que está ahí
al pie de la cruz y lo más bello de todo es que María viendo agonizar, viendo
la muerte de su hijo, no está de rodillas, María está de pie, este es el signo
de que frente a las dificultades, frente a las enfermedades, frente a los
padecimientos o frente a los sufrimientos, un cristiano no puede estar de
rodillas, un cristiano no puede doblegarse ante las dificultades de la vida, un
cristiano tiene que estar lleno del espíritu de Dios para enfrentar las
dificultades, un cristiano tiene que estar lleno, empapado del espíritu de Dios
para decir en tus manos encomendamos nuestra vida, esa es la confianza plena en
el Señor y esa es la confianza que María ha tenido en Dios y que nos invita
también a llenarnos de esta confianza, la confianza en Dios que significa
llenarnos, estar llenos del espíritu y no doblegarnos ante las dificultades,
con valentía encarar, superar todas las adversidades que podamos estar viviendo
en nuestra vida.
Queridos hermanos, en esta fiesta de la
candelaria, en esta fiesta de la luz de Cristo que se hace presente en nuestra
vida, que se hace presente en nuestra familia, pidamos a Dios que esta luz
ilumine nuestro camino, que esta luz ilumine el camino para no tomar decisiones
que muchas veces pueden llevarnos a equivocarnos, que esta luz sea también la
fuerza para salir adelante ante las adversidades o las dificultades que podamos
estar viviendo. Amén.
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