MONS. OSCAR APARICIO: RECONOZCAMOS QUE SOMOS DÉBILES Y PECADORES

 


Durante la alocución de su homilía dominical el Arzobispo de Cochabamba, Mons. Oscar Aparicio resaltó dos características que todo agente de pastoral debe tener “reconozcamos que somos débiles, frágiles, somos pecadores”, dijo como primera característica y una segunda: Reconocer la obra de Dios.

… el Señor pese a todo, te llama, te convoca, confía en ti, te hace discípulo misionero, te hace parte de esta Iglesia, anunciador de su muerte y de su resurrección, constructor del reino de Dios, en medio de nuestra sociedad, así que coraje hermanos ya, convirtámonos, porque estamos llamados a eso, a convertirse seriamente, a poner buen espíritu en nuestra misión y que juntos podamos también anunciar al mundo entero, a este Dios que ama, que perdona, que nos da su gracia, que nos acompaña, a este Dios que nos permite ser peregrinos de la esperanza, en este Año Jubilar, puntualizó Mons. Oscar Aparicio durante su homilía dominical, hoy 9 de febrero.

 HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

DOMINGO 09 DE FEBRERO

Pueden tomar asiento queridos hermanos y hermanas, hoy en este nuestro itinerario de camino de fe, de nuestro responder al Señor como discípulos misioneros del Señor, peregrinos de la esperanza que quieren vivir en este jubileo también, en este año renovar nuestra fe, descubrir siempre a Dios, tener esta experiencia de Jesucristo y testimoniarlo a los demás, se nos presenta esta palabra que si ponemos atención en algunos aspectos, son fundamentales también para nuestro camino de fe.

 Llamados y convocados por Dios

Yo diría que el primer acontecimiento que aparece, tanto en las lecturas como en el mismo salmo, vean que en Isaías, en San Pablo, en Pedro y los apóstoles y los discípulos, y además todos aquellos que nombra el mismo Pablo, habla de Pablo de Santiago de los otros apóstoles, de otros 500 a quienes se presentó el Señor y por último se me apareció a mí, es decir, está hablando de aquellos llamados, convocados por Dios a cumplir una misión, está hablando de personas en concreto, la primera característica de todos aquellos llamados a la misión, la característica de todo discípulo y apóstol, la característica de todo agente de pastoral, de todo consagrado, pongamos allí dentro de la misma canasta, a todos aquellos que el Señor los ha llamado, los ha convocado para ser los partícipes justamente de su misión, por tanto nos pongamos también nosotros. Una de las características, una de las características fundamentales es que todos estos, y espero que también nosotros, reconozcamos que somos débiles, frágiles, somos pecadores, no dignos, no dignos, no somos por nuestras fuerzas idóneos, no hemos conquistado el ser discípulo, misionero, agente, profeta, no hemos conquistado a fuerza de puño propio, somos llamados del Señor en nuestra fragilidad, y esto hermanos es fundamentalmente entrar primero en esta conciencia, han escuchado el profeta Isaías, soy de labio puro, quien hace posible que tenga los labios purificados y pueda hablar en nombre de Dios, es Dios mismo, es el ángel a través de esta figura, de esta brasa, que purifica su palabra, purifica los labios, por eso dice envíame a mí, anunciar tu palabra, pero no porque es mi palabra, o porque es mi persona la que es digna, sino más bien mis labios proclaman tu Palabra, porque tú me has puesto en gracia, porque eres tú El que me ha llamado y El que pone palabras tuyas en mi boca, Pablo dice a tal punto, no soy digno, soy como un aborto, así incluso dice, soy tan pecador y tan indigno que yo perseguía antes a la iglesia, por la gracia de Jesús, por la gracia de Dios, es que soy considerado apóstol, soy lo que soy, es interesantísimo esto, aquel que tenía otra personalidad, aquel que tenía su identidad, aquel que se auto afirmaba como gran fariseo, conocedor y perseguidor de los cristianos, aquel que se autodefinía de aquello, era el gran fariseo, hoy es lo que es, apóstol. Pasa de una personalidad a otra, por la gracia de Dios, reconociendo su debilidad, su fragilidad y su obra en Dios, porque se me ha aparecido a mí, el último de los apóstoles, pero soy lo que soy, es decir, por la gracia de Dios, apóstol, mensajero, anunciador de la palabra, es la misma experiencia de Pedro y los que están en la barca.

Pedro es un pescador, profesional, sabe del oficio,  sabe lo que es pescar, hay que ir en la noche, hay que echar las redes, hay que buscar los bancos de peces, hay que pescar y entonces poder también después negociar, sabe lo que hace, sin embargo, habiendo hecho su labor, se da cuenta que no tiene nada, pese a su profesionalidad, Jesús le dice una cosa, rema mar adentro y echar las redes, Señor, por ti, si tú me lo mandas, voy a echar las redes y aquí es la pesca milagrosa, ¿por qué se sorprende Pedro?, se sorprende que porque aunque él podía haber hecho aquello, es obra de Dios más bien, aquello que para él ha sido frustrante e imposible, por eso dice, aléjate de mí, Señor, que soy un pecador, reconoce su fragilidad, reconoce que sin Dios no puede hacer y realizar una auténtica pesca y le cambia el Señor de personalidad, ya no serás pescador de peces, sino pescador de hombres.

 Bien hermanos y espero que nosotros nos confrontemos a esta palabra y descubramos aquello, somos llamados por el Señor, somos convocados por él a tener experiencias real y verdadera de un Dios que ama, que es misericordioso, que nos atiende, que está con nosotros, que nos ama profundamente, que te ha tocado el corazón y que te envía a una misión, tenemos experiencia de Jesucristo.

Hemos escuchado su Palabra, venimos a la fracción del pan, somos parte de esta Asamblea, somos bautizados creyentes, apóstoles, profetas, agentes de pastoral, catequistas, ministros de la palabra, ministros de la Eucaristía, ministros de la acogida, somos de una iglesia ministerial, somos los llamados, los convocados, misioneros, apóstoles, discípulos del Señor, que es fundamental tener experiencia de este Dios, sabiendo que es por gracia de él, de que eres lo que eres, soy lo que soy, segunda característica de todos estos, reconociendo su fragilidad, habiendo sido llamados, reconocen la obra de Dios, hermanos míos, a esto estamos, ya, se trata de reconocer que si eres lo que eres, si estás llamado a lo que estás llamado, si estás en esta labor, es porque Dios lo ha querido, por tanto acepta su elección, pese a tus pecados, a tu debilidad, a tu fealdad, a lo que sea, ya, pese a todo, pese a tus pecados, a tus murmuraciones, a tu forma de ser, porque somos lo que somos también, eso hay que reconocer, a ver, a veces entre nosotros hay los chismosos, las chismosas, los que meten la cizaña, los que hacen daño a unos y otros, los que no quieren reconciliarse, ni perdonarse, ni pedir perdón a nadie, entre nosotros hay los soberbios, los arrogantes, entre los misioneros y discípulos, hay de aquellos que se creen, decíamos en mi juventud, la última chupada de mango, hay de los abusivos, de los arrogantes, yo estoy sorprendido que a nuestros sacerdotes, muchos de los laicos, dicen, son arrogantes, creídos, abusivos, nos tratan mal, bueno, en estas debilidades, en estas fragilidades, el Señor pese a todo, te llama, te convoca, confía en ti, te hace discípulo misionero, te hace parte de esta iglesia, anunciador de su muerte y de su resurrección, constructor del reino de Dios, en medio de nuestra sociedad, así que coraje hermanos ya, convirtámonos, porque estamos llamados a eso, a convertirse seriamente, a poner buen espíritu en nuestra misión y que juntos podamos también anunciar al mundo entero, a este Dios que ama, que perdona, que nos da su gracia, que nos acompaña, a este Dios que nos permite ser peregrinos de la esperanza, en este Año Jubilar.

Sean peregrinos de la esperanza

Sólo para mencionar, sé que me estoy extendiendo, pero para recordarles nada más, que el año 2000, hace 25 años, en el año jubilar del cambio de milenio, la característica, la característica que nos decía o que nos envolvía la iglesia, cual era, escuchamos a Jesús que nos dice, tú inalto, tú inalto, rema mar adentro, vean que es este Evangelio, dice a Pedro, dice a Santiago, dice a los apóstoles, dice a San Pablo, dice al profeta, te dice a ti, me dice a mí, decía a los hombres y mujeres de aquel entonces, del año jubilar del año 2000, rema mar adentro, te hago pescador de hombres, y de ahí sale una bella encíclica, que nos recuerda que cosa, frente a los millones de personas que preguntan, dame tu fe, dime en tu, en quien crees, se nos animaba a nosotros cristianos, anunciar a Jesucristo nuestro Señor, no tengan miedo, creen en el Señor, anúncienlo, creen en el Señor, hagan experiencia de él, respóndanle con amor, han sido llamados por él, sean fieles, entusiastas, viviendo este jubileo, sean, diríamos hoy, actualizando lo del año 2000, sean peregrinos de esperanza.



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