
Mons. Iván Vargas, Obispo auxiliar de la
Arquidiócesis de Cochabamba destacó, durante su homilía dominical que nuestra
confianza debe ser puesta en el Señor y no en los hombres …bendito el hombre
que pone su confianza en Dios, crece en un árbol plantado a la orilla de un
río, donde no le falta el agua viva, donde no le falta un buen clima, un buen
ambiente para poder producir frutos todo el tiempo, entonces nuestra confianza la
debemos poner en el Señor, es una invitación a la felicidad, es una invitación
a la felicidad, una de las grandes aspiraciones que tenemos como hombres, una
de las grandes aspiraciones que tenemos es la felicidad, ser felices, por qué
te has casado, quiero ser feliz, por qué tienes una familia, quiero ser feliz,
entonces para tener esta, para encontrar esta felicidad es importante poner
nuestra confianza en Dios, queridos hermanos que este Dios de la vida bendiga
nuestros corazones, que este Dios de la vida también inunde nuestro corazón de
esperanza, de fe y de fortaleza, dijo el prelado.
HOMILÍA DE MONS. IVÁN VARGAS
OBISPO AUXILIAR DE COCHABAMBA
DOMINGO 16 DE FEBRERO DEL 2025
Queridos hermanos, quiero reiterar mis saludos
a cada uno de ustedes. Bienvenidos a esta celebración de la Eucaristía, sexto
domingo del tiempo ordinario. También reiteramos nuestro saludo a aquellos
hermanos que nos van siguiendo a través de las redes sociales, como también a
través de TLC Televisión.
Pedimos a Dios desde esta Catedral por la
salud de todos los enfermos, que el Dios de la vida les dé la fortaleza, que el
Dios de la vida también les llene la esperanza y que viva en cada uno de ellos
también en la fe. La Palabra de Dios que hoy hemos compartido, que hoy se ha
proclamado, tiene una riqueza grande, que nos invita a reflexionar sobre la
importancia que tiene en poner toda nuestra confianza en Dios. En el Evangelio
vemos un gesto, una actitud en Jesús.
Dios se manifiesta en el silencio interior y la oración
Dice, se retiró a una montaña para orar. Jesús
encuentra la montaña como el lugar adecuado para entrar en un contacto con
Dios, para entrar en una experiencia de Dios, porque la montaña es considerada
también un espacio que nos acerca más al cielo, pero también un espacio donde
encuentra el silencio, el encuentro con la naturaleza, y es ahí en ese
silencio, un silencio que podríamos decir exterior, pero también un silencio
interior, donde Dios se manifiesta. Por eso Jesús se retira a la montaña.
Y dice, una vez terminada su oración durante
toda la noche, baja de la montaña y elige a los doce discípulos, dice. Baja a
la montaña y elige a los doce discípulos. ¿Qué quiere decir esto para nosotros
en nuestra vida? Vamos a ir por pasitos.
Para tomar las decisiones más grandes en la
vida, tenemos que aprender a hacer oración. Vemos aquí, Jesús, toda la noche en
oración, para tomar una decisión grande en su vida. Y la decisión que él toma,
una decisión seria, una decisión que le, que le, que le cuesta de verdad elegir
a los doce discípulos.
Elegir a los doce discípulos es una decisión.
Y para tomar esta decisión, hace oración. Y esto es un llamado también, a cada
uno de nosotros.
Para tomar las decisiones más grandes en la
vida, al igual que al estilo de Jesús, tenemos que aprender a hacer oración.
Para el matrimonio, es una decisión grande en la vida que nosotros tomamos. El
matrimonio es una decisión de vida, de por vida, donde recibimos la bendición
de Dios.
Si hacemos una buena oración para tomar esta decisión
del matrimonio, en el matrimonio nos va a ir bien. Pero si consideramos el
matrimonio como un estilo de vida mundano nada más, etcétera, tomamos las
decisiones a la rápida, o tomamos las decisiones muy subjetivas, tomamos las
decisiones demasiado superficiales, y en el matrimonio no nos va bien. Una
decisión también seria en nuestra vida, puede ser elegir una casera.
Para elegir una carrera profesional, es
importante también hacer oración. En esa decisión que nosotros hagamos para una
casera profesional, si hacemos oración, nos va a ir bien, porque nos vamos a
dar cuenta en la oración, si realmente tengo la capacidad necesaria para poder
lograr emprender o llevar adelante esa decisión. Pero si empiezo a elegir una
casera a la rápida, porque me han dicho, ah, medicina te va a ayudar bastante,
los médicos tienen plata, etcétera, escoges medicina y media casera lo estás
dejando, y dices, es que no me gusta la sangre, no me gusta ver sangre,
entonces no has hecho oración para tomar esa decisión.
Entonces en esta primera parte el Señor nos
invita a cada uno de nosotros, queridos hermanos, que para tomar las decisiones
más grandes en nuestra vida, aprendamos a hacer oración.
La mirada de Jesús maestro
Ahora, otra idea que también rescatamos en
este Evangelio que hemos compartido, dice, Jesús miró a sus discípulos, los
miró y se dirigió a ellos, diciéndoles las bienaventuranzas, la mirada del
maestro, la mirada del maestro, que es distinto a la mirada de un profesor. Un
profesor nos da conocimientos, un profesor se esmera en poner conocimientos en
nuestra vida, un profesor nos pone la matemática que es necesaria para hacer
frente a la tecnología de este tiempo, es necesaria, pero un maestro es aquel
que enseña desde la experiencia de su vida al discípulo, desde la experiencia
de su vida para que el discípulo aprenda del maestro a hacer bien las cosas, a
hacer bien las cosas.
Entonces un maestro desde su experiencia de
haber tenido caídas, de haber tenido levantadas, de haber tenido frustraciones,
pero también de haber tenido triunfos y éxitos, es capaz de enseñar al
discípulo. Y entonces la mirada de Jesús en este texto del evangelio es una
mirada del maestro, es una mirada del maestro que se dirige a los discípulos y
les dice felices ustedes que lo han dejado todo por el reino de Dios, felices
ustedes que han decidido lo mejor para su vida, felices ustedes que han elegido
la felicidad. Y ahí pone estas bienaventuranzas, que es felices ustedes que han
sido capaces de renunciar a todo por ir en búsqueda del reino de Dios.
Qué bello de verdad esto para nosotros también
queridos hermanos, esta experiencia tan bella de sentir la mirada del Señor en
nosotros, una mirada que nos exhorta, una mirada que nos llena el corazón, una
mirada que nos hace fascinar. Si nosotros no hubiéramos sentido esta
fascinación por el Señor, si nosotros también no hubiéramos sentido esta mirada
del Señor, no hubiéramos estado aquí, no hubiéramos estado aquí, cuánto frío
está haciendo, tranquilamente hubiéramos estado en cama, pero como nos sentimos
fascinados por este Señor, por este Dios de la vida, como nos sentimos
realmente encantados también como los discípulos y tenemos esta capacidad
también de renunciar. Estamos aquí porque queremos encontrar que la felicidad,
porque también queremos encontrar que el reino de Dios, por eso estamos aquí,
porque también sentimos esta mirada del Señor en nosotros.
Dios nos prohíbe poner nuestra esperanza en el hombre
Una tercera idea que encontramos en esta
liturgia de la palabra que hemos proclamado, es justamente que va estos cuatro:¡Hay
de ustedes! en consonancia con el libro de Jeremías en la lectura, donde el
Señor dice, maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la
carne, mientras su corazón se aparta del Señor, él es como un matorral en la
estepa que no ve llegar la felicidad, sino que habita en él la aridez y el
desierto, que quiere decir esto para nosotros, hemos escuchado a Jesús en
resumen de los mandamientos, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al
prójimo como a uno mismo, entonces viendo este texto de Jeremías estaríamos
pensando que Jesús está contradiciendo, amar al prójimo como a uno mismo, pero
aquí dice maldito el hombre que confía en el hombre, estaríamos viendo como una
contradicción, pero no es una contradicción, no es una contradicción, Jesús nos
pide amar al prójimo, que es totalmente distinto a poner nuestra esperanza en
el hombre, aquí el Señor nos está advirtiendo y nos está prohibiendo, disculpen
que lo diga así, exageradamente, nos está prohibiendo poner nuestra esperanza
en el hombre, eso nos está prohibiendo al Señor, poner nuestra esperanza en el
hombre, porque poner la esperanza en el hombre es poner la esperanza en la
mundanidad, en la mundanidad, entonces si nos damos cuenta en toda la coyuntura
social, en toda la coyuntura política, en toda la coyuntura económica que
vivimos en Bolivia, cuantos hermanos nuestros, cuantos hermanos nuestros pobres
campesinos han puesto su esperanza en un hombre, en los semidioses que se
presentan hoy en día, pero cuánta frustración han recibido, porque han puesto
su esperanza en una persona, en un hombre y no han encontrado lo que buscaban,
no han encontrado lo que realmente les hacía feliz a estos hermanos nuestros,
por eso cuánta frustración, cuánta decepción, cuántos signos de muerte, cuando
ponemos nuestra confianza o nuestra esperanza en el hombre, en la mundanidad,
entonces es una advertencia que nuestra confianza debe estar en Dios, nuestra
confianza debe ser en él, y por qué nuestra confianza debe ser en Dios, y la
respuesta la encontramos en la segunda parte de este libro de Jeremías, cuando
dice bendito el hombre que confía en el Señor, bendito el hombre que pone su
confianza en Dios, crezco en un árbol plantado a la orilla de un río, donde no
le falta el agua viva, donde no le falta un buen clima, un buen ambiente para
poder producir frutos todo el tiempo, entonces nuestra confianza poner en el
Señor, es una invitación a la felicidad, es una invitación a la felicidad, una
de las grandes aspiraciones que tenemos como hombres, una de las grandes
aspiraciones que tenemos es la felicidad, ser felices, por qué te has casado,
quiero ser feliz, por qué tienes una familia, quiero ser feliz, entonces para
tener esta, para encontrar esta felicidad es importante poner nuestra confianza
en Dios, queridos hermanos que este Dios de la vida bendiga nuestros corazones,
que este Dios de la vida también inunde nuestro corazón de esperanza, de fe y
de fortaleza, amén.
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