En la JMJ de Lisboa, en agosto de 2023, el Papa Francisco insistió en que en la Iglesia caben «¡todos, todos, todos!». No dejaba de ser otra forma más de insistir en que nadie debe estar –y menos permanecer– en los márgenes, las periferias o, incluso, las fronteras.
Porque todos somos invitados. Por eso, el Papa Francisco nos
regala este encuentro, el Jubileo de la Esperanza, para hacer realidad todo lo
vivido. Y, desde dicho encuentro, lanzarnos a un mundo que no sabe qué nos
espera, pero que nos irá descubriendo. Reunirnos para celebrar el encuentro con
el hermano es abrir el espacio para todos, porque también eso lo hemos
descubierto en el camino precedente.
Llevamos tres años aprendiendo a caminar juntos y ¡no
podemos abandonar la práctica ahora! En este momento es cuando vamos a tener
que hacer realidad todo aquello que hemos ido viviendo (1) .
Las dos señales que, a modo de brújula, nos guían hacia nuestro encuentro en el Jubileo de la Esperanza son: el año dedicado al Concilio Vaticano II , durante todo el año 2023 (2) , y el segundo, es el año dedicado a la oración (2024) (3).
Ambas son importantes señales que nos indican que el Jubileo
está íntimamente ligado con el Sínodo de la sinodalidad, que es un proceso
espiritual de gran hondura.
En la carta que el papa Francisco escribe al cardenal
Fisichella, encargado de la preparación del Jubileo, dice:
Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos
ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la
certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de
miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de
esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos
como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza. Todo esto
será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad
universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que
impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de manera
humanamente digna. Pienso especialmente en los numerosos refugiados que se ven
obligados a abandonar sus tierras. Ojalá que las voces de los pobres sean
escuchadas en este tiempo de preparación al Jubileo que, según el mandato
bíblico, devuelve a cada uno el acceso a los frutos de la tierra: «Podrán comer
todo lo que la tierra produzca durante su descanso, tú, tu esclavo, tu esclava
y tu jornalero, así como el huésped que resida contigo; y también el ganado y los
animales que estén en la tierra, podrán comer todos sus productos» (Lv 25,6-7).
Por lo tanto, la dimensión espiritual del Jubileo, que nos invita a la
conversión, debe unirse a estos aspectos fundamentales de la vida social, para
formar un conjunto coherente. Sintiéndonos todos peregrinos en la tierra en la
que el Señor nos ha puesto para que la cultivemos y la cuidemos (cf. Gn 2,15),
no descuidemos, a lo largo del camino, la contemplación de la belleza de la
creación y el cuidado de nuestra casa común. Espero que el próximo Año Jubilar
se celebre y se viva también con esta intención. De hecho, un número cada vez
mayor de personas, incluidos muchos jóvenes y adolescentes, reconocen que el
cuidado de la creación es expresión esencial de la fe en Dios y de la
obediencia a su voluntad (4) .
Desde una nueva recepción del Concilio Vaticano II, el Papa
Francisco propone una línea-guía que va hilando los distintos temas de su
pontificado a partir de la palabra conversión que no la podemos separar de
reforma, y así aparece en un par de veces citadas a lo largo del Documento
Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
Desde esta “dimensión espiritual del Jubileo, que nos invita
a la conversión”, el próximo Año Jubilar “celebrada y vivida con esta
intención”, saldremos al mundo más unidos, caminando juntos, más capaces de
afrontar los desafíos bajo la forma de vida de Jesús de Nazaret.
Con la convicción de que el Espíritu Santo es quien nos guía
y nos lleva hasta el misterio de Cristo (5) , pues “Él es quien crea la armonía, Él
es la armonía (…), que la armonía también continúe animándonos “y el Soplo del
Resucitado nos ayude a compartir los dones recibidos” (6) .
Mgr. Fremy García Mariscal,
Familia Carismática Hijas e Hijos de la Iglesia-Bolivia.
[1] XVI ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS. Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. Documento final. Nota de acompañamiento del Santo Padre Francisco, 24 de noviembre de 2024.
[2] Se abrió el 11 de
octubre de 2022 con la solemne Liturgia Eucarística en el 60° aniversario de la
apertura del Concilio Vaticano II.
[3] «Me alegra pensar que
el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una
gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la
presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo»
(https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/lettera-di-papa-francesco.html).
[4] https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/lettera-di-papa-francesco.html
[5] FRANCISCO, Exhortación apostólica. Amoris Laetitia
(19 de marzo de 2016); XVI Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Documento final.
[6] FRANCISCO, 17ª Congregación General. Saludo final. Aula
Pablo VI, sábado 26 de octubre de 2024.
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