MONS. OSCAR APARICIO: SOMOS PARTE DE UNA COMUNIDAD, DE UNA IGLESIA, DE UNA PARROQUIA

 


Hemos tenido, a conclusión del año pasado, la asamblea sinodal, donde nacen prioridades, donde el cómo nosotros, como iglesia en Cochabamba, como comunidades, como familias y como individuos, vamos a poder vivir remarcando algunos aspectos fundamentales, como por ejemplo la familia, valorizando la familia, como por ejemplo el hecho de saber que los jóvenes deben descubrir este sentido profundo en medio nuestro y ser anunciadores del Evangelio, de esta manera  Mons. Oscar Aparicio se refirió a la asamblea sinodal que se vivió el pasado año durante el mes de diciembre

Como es el hecho también que en nuestras parroquias y en nuestras comunidades pueda proclamarse esta palabra de madera viviente, en la participación de esta iglesia y su camino. No somos aquellos que caminan solitarios. Somos parte de una comunidad, de una iglesia, de una parroquia, resaltó durante su homilía dominical.

Caminamos juntos, junto a Dios y entre nosotros, bajo una guía, bajo unas luces, bajo unas prioridades también que se llaman pastorales. Queremos de verdad realizar nuestro sentido, nuestro bautizo, profundizar nuestro bautizo de discípulos del Señor, de seguidores del Señor, pero en caravana, en conjunto, en sinodalidad. Pero también queremos cumplir nuestra misión en este mundo, porque vean que el bautizo de Jesús son dos cosas, enfatizó el Prelado.

HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

SOLEMNIDAD DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

Hoy celebramos esta Festividad del bautizo de Jesús, que ciertamente tiene mucho que ver también con nosotros. Sin embargo, veamos primero cómo el cumplimiento de la Palabra, del plan salvífico de Dios, se hace una realidad en Jesús nuestro Señor. Se trata justamente de este niño, el niño Jesús. Jesús, sabemos que el nombre significa Dios salva. Este niño Jesús es Dios, es decir, Dios mismo que nace en este mundo, que ha acampado para quedarse entre nosotros. Dios se ha hecho visible.

Dios aparece y se manifiesta también entre nosotros en este mundo. Y esto que ha acontecido a lo largo de los ciclos, o también hace muchísimo tiempo, acontece también hoy en medio nuestro. No es que sea sólo un recuerdo, sino que este anuncio de salvación nos llega a nosotros. Este niño que ha nacido, en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestra sociedad, ha nacido acá. Es Dios que ha querido hacerse visible en medio nuestro e instaurar su reino, reino de paz, de justicia, de amor, de libertad. Por eso vean que el evangelio, la palabra de Dios, hoy está justamente plasmando todo esto en Jesús.

Jesús nos salva

Jesús que nos salva en este niño. Por eso todavía, de alguna manera, estamos concluyendo este tiempo de la Navidad. Aquello que nosotros esperábamos es cierto, es una realidad.

Y el profeta lo anuncia. Dios ha querido abajarse y ha querido hacer posible que este niño viva en nosotros. Y nos trae una forma muy particular, muy concreta, respecto a Jesús, ciertamente. Lo cuida, lo ama, lo hace crecer. Permite que esta luz pueda aparecer en medio nuestro. Lo cuida, lo amamanta, como signo justamente del pueblo de Israel que lo hace Dios Padre con su Hijo, con Jesús.

Tenemos muchos testimonios en la Escritura de que es así. Y yo espero que tengamos muchos testimonios en nuestra vida cotidiana de que esto realmente es así. Aquello que se siente amado de Jesucristo, acompañado de Jesucristo, en definitiva, es porque Dios Padre, Dios, Dios se ha hecho presente por medio de él. Aquel que se ha dejado amar por Dios, se deja amar por Jesucristo. Por eso Pablo mismo repetirá. Aquello a lo que está llamado el ser humano a vivir en cristiano, diríamos así, prácticamente lo sacamos como modelo o lo tenemos como modelo a Jesucristo.

A modelo de él queremos vivir. A modelo de él queremos también, por tanto, tener esta vida de bautizados. Por eso es que hoy el bautizo de Jesús es nuestro bautizo. Y si vemos el texto muy claramente de hoy, de lo que anuncia Lucas, dice el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista era el Mesías, el Salvador, si era Jesús. Él mismo dice no, yo soy el que bautiza con agua, pero viene uno más poderoso que yo y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él los bautizará en el espíritu y en el fuego. Indica quién es el Salvador, quién es Jesús, yo salvo. Quién es el Mesías, quién es el Cristo, quién es el Dios visible. Todo el pueblo se hacía bautizar, así tal es el Evangelio. Y también fue bautizado Jesús. Aquel que no necesitaba ser bautizado, se somete. Aquel que no debería bajarse, se hace presente.

Aquel que no es hombre, sino Dios, toma la condición de ser humano. Aquel que no tenía pecado, entra en un camino de conversión y se escucha una voz. Tú eres mi hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección.

Nuestro Bautizo

Es palabra cumplida, es promesa cumplida, es Dios que manifiesta su amor profundo a Jesucristo nuestro Señor. Por eso el bautizo de Él tiene un sentido enorme. Pero en el bautizo de Él, que lo llama mi hijo predilecto, mi hijo amado, aquí yo te he escogido al que te amo profundamente, al que o con el cual me hago visible en este mundo, hago que también mis hijos e hijas sean partícipes de este bautizo, de esta predilección, de esta elección, de esta consagración. Por eso el mal nos decía que definitivamente el bautizo de Jesús habla más que todo de nuestro bautizo. En Él somos incorporados a la familia de Dios. En Él somos incorporados a Dios mismo, a la gloria de Dios.

Porque si nuestro bautizo y en nuestro bautizo se habla de que somos bautizados en el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, estamos de frente justamente a la participación en la trinidad, el camino al que nosotros estamos siguiendo, incorporados. ¿Cuál es nuestro camino? ¿Cuál es nuestro destino? El participar de la gloria de Dios. Peregrinamos en este mundo pero vamos hacia allá. Por tanto nuestro bautizo se renueva hoy. Nuestro bautizo, nuestro ser de católico cristiano, tiene un sentido enorme. Nuestra identidad se hace también visible porque participamos en el bautizo del Señor.

Queridos hermanos, yo creo que esto como revelación de Dios es inmensamente bello para nosotros. Primero por esta participación en el bautismo, pero segundo por el participar de la misma misión de Jesús. Si Jesús recibe el bautizo no es para tenérselo a sí mismo, para esconderlo, sino más bien para iniciar su misión, para en este mundo proclamar el reino de Dios e instaurarlo, para ser visible el rostro de Dios en medio de este mundo, para ser posible que la vida, la justicia, la paz, la libertad, la verdad aparezcan en este mundo, para que la salvación de verdad llegue a los seres humanos.

Pero vean entonces hermanos, estamos hablando de nuestro ser y de nuestro hacer. Estamos hablando de nosotros ser discípulos misioneros del Señor. Estamos hablando de si somos bautizados, elegidos, llamados por Dios y participamos en el bautizo de Jesús. Estamos hablando también de algo fundamental de nuestra misión. Por tanto, nosotros bautizados, creyentes, aquí en Cochabamba, nosotros que tenemos nombre y apellido, nosotros que tenemos una historia, nosotros que tenemos una familia, nosotros que estamos aquí, los que nos siguen a través también de los medios, nosotros, tú, yo en concreto, estamos llamados a poder al mismo estilo de Jesús vivir nuestro bautizo. ¿Cómo? Primero viendo a Jesucristo. Y aquí la palabra de Dios nos ayuda enormemente. La oración nos ayuda enormemente. Los sacramentos nos ayudan enormemente. La comunidad cristiana nos ayuda enormemente. La reflexión y lo que es nuestro camino también, como iglesia en Cochabamba, nos debería ayudar muchísimo.

La Asamblea sinodal

 Hemos tenido, a conclusión del año pasado, la asamblea sinodal, donde nacen prioridades, donde el cómo nosotros, como iglesia en Cochabamba, como comunidades, como familias y como individuos, vamos a poder vivir remarcando algunos aspectos fundamentales, como por ejemplo la familia, valorizando la familia, como por ejemplo el hecho de saber que los jóvenes deben descubrir este sentido profundo en medio nuestro y ser anunciadores del Evangelio.

Como es el hecho también que en nuestras parroquias y en nuestras comunidades pueda proclamarse esta palabra de madera viviente, en la participación de esta iglesia y su camino. No somos aquellos que caminan solitarios. Somos parte de una comunidad, de una iglesia, de una parroquia.

Caminamos juntos, junto a Dios y entre nosotros, bajo una guía, bajo unas luces, bajo unas prioridades también que se llaman pastorales. Queremos de verdad realizar nuestro sentido, nuestro bautizo, profundizar nuestro bautizo de discípulos del Señor, de seguidores del Señor, pero en caravana, en conjunto, en sinodalidad. Pero también queremos cumplir nuestra misión en este mundo, porque vean que el bautizo de Jesús son dos cosas.

Es mostrar lo que es Él, pero es también ejercer una misión, una tarea, una labor. Y nosotros, bautizados, estamos a lo mismo. Por eso hablamos mucho de la iglesia en salida, la iglesia misionera, la iglesia que eres tú y soy yo, para que sigamos anunciando.

Por ejemplo, aquellos desesperados, aquellos que no han conocido al Señor. Nuestra misión está abocada a aquellos. Nuestra misión está abocada a aquellos más pobres o a aquellos desamparados, o a aquellos que viven en situaciones de precariedad.

Cuánta gente inmigrante aquí que necesita escuchar al Señor y descubrir a Cristo, pobre entre los pobres, con nuestra solidaridad, con nuestra fraternidad, con nuestra acogida. ¿Cuánto necesitamos anunciar este Evangelio, incluso a aquellos que se han alejado de su propio bautizo de la iglesia? ¿Cuánto necesitamos ejercer nuestra misión? Nuestro ser bautizados en medio de Cochabamba, de nuestra Arquidiócesis. Hermanos míos, es bello el camino entonces que se nos está proponiendo, de bautizados, de creyentes, de discípulos misioneros del Señor.

El Año Jubilar

Por eso, también bello el acontecimiento que haya el Papa querido hacer una convocación al año jubilar de la esperanza. Ha iniciado él y nosotros queremos iniciarlo también. Lo haremos el próximo domingo como inicio y como apertura de esta Puerta Santa en este templo.

Después lo haremos en otros lugares también, como algo sentido fundamental. Queremos que esta nuestra Catedral como Iglesia Madre, inicie y abra esta Puerta de Evangelización, para justamente vivir en profundidad nuestro bautizo y anunciarlo a los demás. Por eso, ya después de dar algunas indicaciones del cómo queremos ir viviendo también estas aperturas del año jubilar, que de alguna manera es la apertura de nuestra misión, en esta clave también de que queremos seguir haciendo este sínodo, profundizar nuestra identidad de bautizados y anunciarla también en medio nuestro a aquellos que lo necesitan.

Amén.

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