QUE LA LUZ DEL NIÑO JESÚS SE MANIFIESTE A TRAVÉS DE NUESTRO TESTIMONIO EN EL MUNDO EXHORTA ARZOBISPO DE COCHABAMBA


 

Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba durante su homilía en la Solemnidad de la Epifanía del Señor dijo: que el niño Jesús que trae esta luz, trae la salvación se debe manifestar también a través de nuestro testimonio en este mundo, en este 2025, en medio de nuestras familias, en medio de nuestra sociedad. Y si Dios se manifiesta así, si Dios se muestra así a los seres humanos hasta que los reyes magos lo han descubierto. Vean que ellos van y dicen hemos venido a adorar y le ofrecieron oro, incienso y mirra. ¿El oro por qué? Para reconocer su realeza. Él es rey. Este niño es rey. Dios no solo es la luz sino es rey. Es el que manda en mi vida.

Reconocemos que Dios no solo debe reinar, sino que Dios a través de la vida, de la verdad, de la naturaleza, a través de los hermanos, a través de tantas manifestaciones de los mismos sacramentos está presente en este mundo. Se ha acercado el cielo a la tierra. Dios se ha hecho hombre. Y aquí viene entonces el tercer ofrecimiento de estos reyes. Mira, reconociendo su humanidad. Vean hermanos que esto es hermosísimo porque en definitiva nos está invitando a nosotros también seres humanos, mortales, débiles, frágiles, nos está invitando a participar en la gloria de Dios, puntualizó el Arzobispo durante la alocución de su homilía en la Catedral Metropolitana San Sebastián de Cochabamba.

 HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

 Hoy estamos concluyendo este tiempo de la Navidad con esta Festividad llamada así la Festividad de la luz o también de la manifestación del Señor, la Epifanía del Señor, la manifestación del Señor. La conocemos más comúnmente nosotros como la festividad de los Reyes Magos justamente porque el Evangelio hace referencia a estos Reyes venidos de Oriente, estos astrólogos que habían descubierto la luz y querían ver qué significaba aquello o ser guiados por esta luz para justamente después cumplir esta profecía que ya se decía, que este niño debería nacer el Mesías el Salvador y entonces van a rendirle homenaje. Bien hermanos que la liturgia, hoy concluye prácticamente en estos dos aspectos fundamentales, uno el hecho justamente de esta luz presente en este mundo. La luz ha brillado y viene a romper la oscuridad, las tinieblas, viene para iluminar al ser humano y está justamente en este niño. Lo segundo es este mismo hecho concreto, real y verdadero de que Dios ha decidido tomar posada en medio de nosotros, ha decidido habitar en medio de nosotros, se ha encarnado en medio de nosotros.

 Dios es la luz que ilumina la oscuridad

Por eso vean que en realidad el Evangelio está haciendo este juego diríamos así de presentar esta luz en concreto referido a Jesús. Aquellos que viven en las tinieblas han encontrado su luz o como dice vimos su estrella en oriente y hemos venido adorar al Señor. Es reconocer por tanto que Dios es la luz que ilumina la oscuridad, Dios esta luz creadora evidentemente también es la sabiduría, la palabra como decíamos ayer. Sin embargo, está resumido en este aspecto concreto de la luz que ilumina la oscuridad y por tanto hermanos descubrir esto o adorar a Dios así reconociendo que él ilumina la vida es fundamental.

 Lo que trae por tanto de anuncio para nosotros es reconocer a Dios que ilumina nuestra vida, nuestra sociedad, nuestras familias, nuestro mundo. Pese a las situaciones difíciles que podamos tener a confiar que en el Señor está la vida, el amor, la misericordia, perdón la luz y dejarnos iluminar por él, dejarnos amar por él, dejarnos guiar por él, por su palabra, por su presencia, por Jesucristo nuestro Señor. Vean que por tanto qué fundamental es hacer experiencia de Jesucristo en nuestra vida. Este niño es la luz, lo reconocemos y ojalá que podamos decir como los Reyes Magos, hemos visto su luz en Oriente y hemos venido a adorar. Reconocemos que el sentido profundo de nuestra vida está en Dios mismo. El gozo y la paz están en Dios mismo.

 Quién tiene a Dios en el corazón

Quien tiene a Dios en el corazón puede encontrar paz en la vida. Quien tiene a Dios en el corazón puede dejar iluminar las situaciones de oscuridad que le acongojan. El pueblo que reconoce a Dios como su guía, su luz es el pueblo que puede encontrar proyectos buenos para esta sociedad y que pueda construirse una buena sociedad en beneficio de todos, no de unos cuantos.

Qué fundamental por tanto reconocer esta luz en la vida diaria, en la vida concreta y de hecho vean que a nosotros se nos ha dado también una luz ya en el Bautizo. El Celebrante decía recibe la luz de Cristo. Estamos llamados por tanto también a nosotros ser también esta luz que ilumina la vida, que ilumina el sentido profundo también de esta sociedad. Les invito pues entonces a que descubramos aquello y seamos buenos testigos, buenos testigos de esta luz. De hecho, nosotros o una velita por ejemplo no tiene no tiene la luz en sí misma. Es el rejo de la luz. Por eso cuando en el Bautizo se enciende la velita en el Cirio Pascual que es propiamente Cristo. Es de él que recibimos la luz, de Dios recibimos la luz. Somos transparentes a esta luz.

 Nosotros podemos ser reflejo de la luz de Cristo

 Podemos también nosotros iluminar. Somos como la luna que no tenemos luz propia, pero podemos ser reflejo de esta luz. Vean por tanto hermanos que creo que lo que hoy la liturgia, el día de la luz o de la manifestación del Señor nos invita a este sentido también de descubrir y dejar que esta luz ilumine nuestra vida, pero también a transparentar esta misma luz. Nuestra tarea está en esto.

Les invito a que de verdad lo hagamos de esta manera porque es decir propiamente que el niño Jesús que trae esta luz, trae la salvación se debe manifestar también a través de nuestro testimonio en este mundo, en este 2025, en medio de nuestras familias, en medio de nuestra sociedad. Y si Dios se manifiesta así, si Dios se muestra así a los seres humanos hasta que los reyes magos lo han descubierto. Vean que ellos van y dicen hemos venido a adorar y le ofrecieron oro, incienso y mirra. ¿El oro por qué? Para reconocer su realeza. Él es rey. Este niño es rey. Dios no solo es la luz sino es rey. Es el que manda en mi vida.

¿Aceptamos esto de verdad? Queremos ofrecerle también nosotros oro reconociendo la realeza suya que el reino en este mundo y ponernos a su disposición para también extender el reino de Dios en nuestro mundo. Le ofrecen incienso que es prácticamente reconocer su divinidad. Este niño es Dios.  Reconocemos y junto al salmista nosotros hemos dicho pueblos de la tierra alaben al Señor. Es Dios que está presente en este mundo. Reconocemos su presencia real y verdadera.

Reconocemos que Dios no solo debe reinar, sino que Dios a través de la vida, de la verdad, de la naturaleza, a través de los hermanos, a través de tantas manifestaciones de los mismos sacramentos está presente en este mundo. Se ha acercado el cielo a la tierra. Dios se ha hecho hombre. Y aquí viene entonces el tercer ofrecimiento de estos reyes. Mira, reconociendo su humanidad. Vean hermanos que esto es hermosísimo porque en definitiva nos está invitando a nosotros también seres humanos, mortales, débiles, frágiles, nos está invitando a participar en la gloria de Dios.

Casi como queremos decir que la humanidad por Jesús se ha divinizado. Por tanto, hermanos, espero que este mensaje a todos ustedes les llene de gozo, de alegría, les dé la posibilidad de caminar en nuestra sociedad en este 2025, esta fuerza, esta gracia, que les ayude a entrar siempre en paz y que todos, de verdad, acogiendo al Señor, acogiendo a Dios manifestado al mundo, luz de las naciones, nosotros también seamos testigos en medio de este mundo que necesita esta luz y esta manifestación de Dios. Amén.

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