QUE LA LUZ DE DIOS ILUMINE NUESTROS DÍAS Y NUESTRAS RELACIONES INTERPERSONALES SEÑALA MONS. OSCAR APARICIO
¿Qué nos está diciendo esta palabra? Dios es la sabiduría en este mundo y habita entre nosotros. Aprendan de Él, escuchen a Él. Dios es la luz, Jesús es la luz. Déjense iluminar, no sean tan soberbios, sean sabios, déjense guiar por esta luz. Nosotros no tenemos la respuesta total de todo, no somos perfectos. Que esta luz ilumine nuestra vida, que esta luz ilumine nuestros días y nuestras relaciones interpersonales, señaló Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba durante la alocución de su homilía dominical, al referirse a las lecturas de hoy.
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
Domingo 05 de enero
Vean que hermosas palabras, profundas
palabras. Que Él ilumine sus corazones para que ustedes puedan valorar la
esperanza a la que han sido llamados. Los tesoros de la Gloria que encierran su
herencia entre los santos. Estos son los deseos bellos de Pablo. Estos son los
deseos de la Iglesia también. Yo diría de la Iglesia aquí en Cochabamba que a
cada uno de ustedes les desea profundamente en este nacimiento del Señor.
Mañana ciertamente concluimos este tiempo de
Navidad. La epifanía del Señor, la manifestación del Señor. Que lo conocemos
más sobre todo como la festividad de los Reyes Magos, nos concentraremos también acá para celebrar
esta gran manifestación, la epifanía del Señor y concluir de alguna manera
también este tiempo de Navidad. Pero que prosigue. No es que el nacimiento del
Señor se corta y la Navidad se corta, sino más bien es el anuncio para vivir
todo el tiempo. Porque vean que hoy vuelve reiterativamente a decir la palabra
en torno a Jesucristo nuestro Señor. La luz que ha brillado en las naciones. La
luz que trae buena noticia para iluminar a los que viven en tiembla.
Se nos ha dicho ya tanto de esto. El mismo
Juan, Juan Bautista dice, este es el Cordero de Dios, al que no soy digno de
desatarle la correa de las sandalias. Este Jesús, este niño es la luz que viene
a iluminar las tinieblas y las tinieblas de nuestra vida, de nuestro mundo, de
nuestra oscuridad.
Juan Bautista no era la palabra, vino para anunciar la palabra. ¿Quién es la palabra? Es Dios mismo, así como la sabiduría, así como la luz. ¿Quién es la palabra? Es este niño, Jesús, Jesús Dios salva. ¿Quién es la palabra? Es Jesús presente en la Eucaristía y en los sacramentos. ¿Quién es la palabra? Presentada en la Sagrada Escritura. ¿Quién es la palabra? Es el modo de comunicarse de Dios hacia nosotros en este mundo.
La palabra se hizo carne y habitó en medio de nosotros. Dios mismo ha querido hablarnos, Dios mismo ha querido comunicarse de manera incluso explícita, físicamente. Dios nos ha hablado a través de Jesucristo, a través de este niño.
¿Qué nos está diciendo esta palabra? Dios es la sabiduría en este mundo y habita entre nosotros. Aprendan de Él, escuchen a Él. Dios es la luz, Jesús es la luz. Déjense iluminar, no sean tan soberbios, sean sabios, déjense guiar por esta luz. Nosotros no tenemos la respuesta total de todo, no somos perfectos. Que esta luz ilumine nuestra vida, que esta luz ilumine nuestros días y nuestras relaciones interpersonales.
Que esta luz nos ilumine, ilumine a nosotros gobernantes también y a todos aquellos que iluminen nuestra vida para buscar el bien de los demás. Porque definitivamente, ¿qué nos ha venido a decir Dios? ¿Qué nos ha venido a decir Jesús? Les amo profundamente y quiero lo mejor para ustedes. Quiero el bien para todo ser humano, para todo niño que nace en este mundo.
Que se reconozcan ser hermanos. Si hermanos tenemos tantos pesares en nuestro mundo, es porque no estamos reconociendo a Jesús ni a Dios. Y no nos dejamos iluminar por Él.
Si tenemos tantas razones en este mundo y tantos miedos, tantas oscuridades, tantos desencuentros, tanta violencia, tanta muerte. Es porque no estamos actuando a nivel del mismo Señor que nos enseña a cómo vivir en este mundo. Espero hermanos que entonces nuestra profesión de fe, nuestro reconocer a Jesús, nuestro escucharlo sea también de este modo.
Y que invitemos a todos, a todo el mundo, porque la iglesia tiene esta misión de que todos escuchen su palabra. De que se dejen iluminar por el Señor. Que este niño sea el parámetro para nosotros también seguir caminando en medio de este mundo.
Y hermanos míos, se enfrenta a la vida, se enfrenta a la vida. Se vive en este mundo o con Dios o sin Dios. Si es con Dios, es para el bien de todos.
Si es sin Dios, lamentablemente, es para la destrucción de este mundo, de los demás y de ti mismo. Acojamos por tanto esta palabra. Que sea el Señor que nos siga ayudando a todos y cada uno de nosotros para ser auténticamente hijos e hijas de un mismo Padre.
Amén.
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