Mons. Iván Vargas: Sintámonos una familia amparada y protegida por una madre que nos Ama: la Virgen María
Mons. Iván Vargas, obispo Auxiliar de la
Arquidiócesis de Cochabamba y rector del Santuario de Urcupiña dijo durante su
homilía en el Tedeum celebrado el día de ayer 5 de Agosto en el Santuario de Urcupiña:
Cada uno de nosotros tenemos esta identidad, la identidad del santuario, que
quiere decir que tenemos una madre, que a pesar de las dificultades no podemos
tener una psicología de huérfanos. Quillacollo sin María sería como un
orfanato, y creo que no nos sentimos así en un orfanato, sino que nos sentimos
en una familia, amparados, protegidos, por una madre que nos ama, y es la
mamita de Urcupiña. Que Dios los bendiga y acompañe siempre.
HOMILÍA DE MONS. IVÁN VARGAS
OBISPO AUXILIAR DE COCHABAMBA
RECTOR DEL SANTUARIO VIRGEN DE URCUPIÑA
TEDEUM 05 DE AGOSTO – QUILLACOLLO
Queridos hermanos, quiero reiterar mis saludos a
cada uno de ustedes. Bienvenidos a esta celebración de acción de gracias por
este bicentenario de nuestra patria boliviana. Es una, la presencia de cada uno
de ustedes, queridos hermanos, en esta mañana, podríamos decirlo o
interpretarlo de esta manera, que es una presencia de gratitud, de darle
gracias a Dios por todos los beneficios que recibimos de esta patria boliviana.
Nuevamente, mi saludo, señor Alcalde, señora Presidenta del Consejo Municipal, estimado Coronel Costas, comandante de la zona del Valle Bajo, queridos concejales, queridas autoridades presentes también ahí, civiles, políticas, y sobre todo, un saludo a cada uno de ustedes, queridos hermanos, trabajadores de base, vamos a decir así, del Honorable Gobierno Municipal de Quillacollo.
Las humillaciones
que sufre nuestro pueblo
El papa Francisco, los últimos meses de su vida,
ha querido que la iglesia celebre con júbilo este año, dos mil veinticinco, y
ha dicho que es un año del jubileo, un año jubilar donde el pueblo tiene que
darse cuenta de todas las humillaciones que está viviendo como humanidad,
tantas humillaciones que vive hoy en nuestro pueblo o nuestra humanidad, que
esas dictaduras, pobreza, crisis económica, crisis sociales, crisis políticas,
falta de alimentos, falta de medicamentos, una salud precaria, todas estas
realidades son humillaciones, son humillaciones como personas, porque no nos
viven, no nos permiten vivir con dignidad, por esa razón el papa dice, frente a
esta coyuntura del dolor, frente a esta coyuntura del sufrimiento, no debemos
perder la esperanza, por eso llama el año de la esperanza.
No debemos perder
la esperanza
Un año en que cada uno de nosotros tenemos que
aprender a reflexionar y a pensar que a pesar de todas las adversidades o las
dificultades que estemos viviendo, no debemos perder la esperanza, si se pierde
la esperanza, se pierde la alegría, y si una iglesia que no tiene alegría, es
una iglesia que no sirve para nada, por esa razón queridos hermanos, frente a
todos estos golpes que estamos viviendo, no debemos perder la esperanza y no
debemos perder la alegría, pero esta esperanza a la que nos llama el difunto
papa Francisco, no es una esperanza pasiva, porque la esperanza pasiva no
resuelve absolutamente nada, hoy nos llama a una esperanza activa, y la
esperanza activa es tener actitud, tener actitudes frente a esta realidad, es
decir, no ser cómplices de todo lo que estamos viviendo, de todo lo que está
destruyendo nuestra bolivianidad, no podemos ser cómplices de todo aquello que
está destruyendo nuestra bolivianidad, cuando hablamos de bolivianidad, estamos
hablando que Bolivia a pesar de las adversidades o las dificultades que tiene,
tiene sus valores, valores éticos, valores morales que hemos ido recibiendo
desde las primeras civilizaciones, ¿Quién de ustedes no ha escuchado hablar de
Tiahuanaco? Una civilización incaica que tenía valores, valores que les
llamaban o les inculcaban o forjaban la personalidad en ese tiempo para
construir grandes civilizaciones, valores que les ayudaban a un buen vivir,
valores que les ayudaban a no tener actitudes de discriminación, de odio o de
resentimiento, sino que eran valores que de verdad edificaron grandes
civilizaciones.
Ustedes muy bien conocen en historia de Bolivia,
en la historia de estas grandes civilizaciones. Entonces, tenemos que tener
frente a esta realidad, queridos hermanos, una actitud, una actitud que nos
lleve a construir una patria mejor, una Bolivia mejor, y ciertamente es así,
queridos hermanos, que solo se puede construir una patria mejor en la medida en
cómo trabajamos para esto. ¿Qué estamos haciendo para construir una patria
mejor? ¿Con el odio, el resentimiento, o la lucha de poder vamos a construir
una patria mejor? Creo que no, y tenemos que ser conscientes de esta realidad.
Ahora, discúlpenme, los veo aquí, al año ya no les veré, ya termina la gestión, ¿no? Ya termina la gestión, y quisiera que se vayan con esta pregunta, ¿qué he hecho por mi región? Esta oportunidad que me han dado como autoridad, esta oportunidad que me han dado para llevar adelante una institución, ¿qué he hecho? Preguntarnos, ¿qué he hecho? ¿He dejado huellas? ¿Huellas en que realmente valore mi trabajo? ¿O solo he dejado huellas para que me critiquen, para que me reclamen, para que me cuestionen? ¿Estoy saliendo por la puerta? ¿O estoy saliendo por la ventana? Entonces son cuestionamientos personales que cada uno de nosotros debemos hacernos. ¿En qué manera mi presencia como autoridad ha contribuido al desarrollo, al progreso de esta porción de tierra que se me ha encomendado? Entonces, sin embargo, haciéndonos estas preguntas, que es válida también para mí mismo, para todos los que queremos hoy a Bolivia, y preguntarnos también, ¿qué queremos hoy para nuestra patria? ¿Qué queremos hoy para nuestra patria? ¿Qué queremos hoy para esta región? Y seguramente una respuesta inmediata nos va a venir a la mente y vamos a decir, queremos libertad.
Y ciertamente queremos los valores de libertad, de soberanía, valores de democracia, queremos justicia, queremos una igualdad, queremos una unidad nacional, y esos deben ser los valores que deben estar encendidos en la esperanza.
Y solamente se puede edificar y construir estos
valores desde la actitud personal de cada uno de nosotros, queridos hermanos.
Nuestra democracia está en terapia intensiva. Nuestra democracia prácticamente
la vamos destruyendo.
Vamos destruyendo esta democracia. Pero ahí
tenemos que ser artífices. Cada uno de nosotros artífices para reconstruirla,
para edificarla.
Ese debe ser nuestro aporte personal de cada uno
de nosotros. Qué bello de verdad este texto de los ocho de los apóstoles que
hemos proclamado cuando, perdón, de la carta de San Pablo, perdón, a los
corintios, cuando dice, maldito el hombre que confía en el hombre. Y más
maldito aquel hombre que pone su esperanza en el hombre.
Poner nuestra esperanza en el hombre, que
significa idiotizarnos con colores, idiotizarnos con ideologías, idiotizarnos
con personas. No somos idiotas, hermanos, no somos idiotas. Tenemos la
capacidad de reflexionar, tenemos la capacidad de discernir, tenemos la
capacidad de pensar, pero no quedarnos en esta realidad que nos ha encajado,
idiotizarnos.
La
Festividad de la Virgen de Urcupiña
Esa es la verdadera soberanía, esa es la
verdadera libertad, esa es la verdadera actitud para construir una verdadera
democracia, pero no idiotizados. Dentro de poco viviremos una fiesta
democrática, que es la elección de nuestras autoridades. Pero antes de esta
elección, de las elecciones, hay un preámbulo, nuestra festividad de la Virgen
de Urcupiña.
Y hay algo bello de verdad que identifica a
nuestra fiesta, identifica a nuestro santuario, que es la integración nacional.
La integración nacional, integración que significa bien común, integración que
significa unidad, integración que significa un solo cuerpo y Cristo a la
cabeza, integración significa compromiso de cada uno de nosotros. Entonces, que
esta fiesta de Urcupiña que vamos a celebrar en estos días, no sea una fiesta
para demostrar como una vanidad lo, lo externo nada más, sino que sea una
fiesta de verdad, hermanos, que nos ayude a reflexionar y a pensar, y a la luz
de la mamita de Urcupiña, tengamos la capacidad de discernir, de reflexionar
qué autoridades vamos a elegir, que dirijan con justicia, con igualdad, con
equidad, con democracia nuestra patria.
Entonces, queridos hermanos, quiero decirles a
todos ustedes, sintámonos orgullosos de ser bolivianos, sintámonos orgullosos
de formar parte de esta bolivianidad en sus valores, una bolivianidad que nos
ayuda, que a pesar de las dificultades no estamos rendidos, que a pesar de las
dificultades no estamos aplastados, sino que seguimos de pie. Y esa debe ser la
actitud, estar de pie frente a las adversidades. Quiero expresarles mi más
sincero afecto a cada uno de ustedes, queridos hermanos, agradecerles por todo
el trabajo que hemos ido realizando en estos cinco años de gestión,
agradecerles por todo el compromiso cristiano y católico que cada uno de
ustedes ha tenido, y sobre todo agradecerles por haberse identificado con
nuestro santuario.
Amén.

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