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Mons. Iván Vargas: Sintámonos una familia amparada y protegida por una madre que nos Ama: la Virgen María

 


Mons. Iván Vargas, obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Cochabamba y rector del Santuario de Urcupiña dijo durante su homilía en el Tedeum celebrado el día de ayer 5 de Agosto en el Santuario de Urcupiña: Cada uno de nosotros tenemos esta identidad, la identidad del santuario, que quiere decir que tenemos una madre, que a pesar de las dificultades no podemos tener una psicología de huérfanos. Quillacollo sin María sería como un orfanato, y creo que no nos sentimos así en un orfanato, sino que nos sentimos en una familia, amparados, protegidos, por una madre que nos ama, y es la mamita de Urcupiña. Que Dios los bendiga y acompañe siempre.

 … quiero decirles a todos ustedes, sintámonos orgullosos de ser bolivianos, sintámonos orgullosos de formar parte de esta bolivianidad en sus valores, una bolivianidad que nos ayuda, que a pesar de las dificultades no estamos rendidos, que a pesar de las dificultades no estamos aplastados, sino que seguimos de pie. Y esa debe ser la actitud, estar de pie frente a las adversidades. Quiero expresarles mi más sincero afecto a cada uno de ustedes, queridos hermanos, agradecerles por todo el trabajo que hemos ido realizando en estos cinco años de gestión, agradecerles por todo el compromiso cristiano y católico que cada uno de ustedes ha tenido, y sobre todo agradecerles por haberse identificado con nuestro Santuario, resaltó dirigiéndose a las autoridades que participaron de la celebración de Acción de Gracias por el bicentenario de Bolivia en Quillacollo.

 

HOMILÍA DE MONS. IVÁN VARGAS

OBISPO AUXILIAR DE COCHABAMBA

RECTOR DEL SANTUARIO VIRGEN DE URCUPIÑA

TEDEUM 05 DE AGOSTO – QUILLACOLLO

 

Queridos hermanos, quiero reiterar mis saludos a cada uno de ustedes. Bienvenidos a esta celebración de acción de gracias por este bicentenario de nuestra patria boliviana. Es una, la presencia de cada uno de ustedes, queridos hermanos, en esta mañana, podríamos decirlo o interpretarlo de esta manera, que es una presencia de gratitud, de darle gracias a Dios por todos los beneficios que recibimos de esta patria boliviana.

Nuevamente, mi saludo, señor Alcalde, señora Presidenta del Consejo Municipal, estimado Coronel Costas, comandante de la zona del Valle Bajo, queridos concejales, queridas autoridades presentes también ahí, civiles, políticas, y sobre todo, un saludo a cada uno de ustedes, queridos hermanos, trabajadores de base, vamos a decir así, del Honorable Gobierno Municipal de Quillacollo.

Las humillaciones que sufre nuestro pueblo

El papa Francisco, los últimos meses de su vida, ha querido que la iglesia celebre con júbilo este año, dos mil veinticinco, y ha dicho que es un año del jubileo, un año jubilar donde el pueblo tiene que darse cuenta de todas las humillaciones que está viviendo como humanidad, tantas humillaciones que vive hoy en nuestro pueblo o nuestra humanidad, que esas dictaduras, pobreza, crisis económica, crisis sociales, crisis políticas, falta de alimentos, falta de medicamentos, una salud precaria, todas estas realidades son humillaciones, son humillaciones como personas, porque no nos viven, no nos permiten vivir con dignidad, por esa razón el papa dice, frente a esta coyuntura del dolor, frente a esta coyuntura del sufrimiento, no debemos perder la esperanza, por eso llama el año de la esperanza.

No debemos perder la esperanza

Un año en que cada uno de nosotros tenemos que aprender a reflexionar y a pensar que a pesar de todas las adversidades o las dificultades que estemos viviendo, no debemos perder la esperanza, si se pierde la esperanza, se pierde la alegría, y si una iglesia que no tiene alegría, es una iglesia que no sirve para nada, por esa razón queridos hermanos, frente a todos estos golpes que estamos viviendo, no debemos perder la esperanza y no debemos perder la alegría, pero esta esperanza a la que nos llama el difunto papa Francisco, no es una esperanza pasiva, porque la esperanza pasiva no resuelve absolutamente nada, hoy nos llama a una esperanza activa, y la esperanza activa es tener actitud, tener actitudes frente a esta realidad, es decir, no ser cómplices de todo lo que estamos viviendo, de todo lo que está destruyendo nuestra bolivianidad, no podemos ser cómplices de todo aquello que está destruyendo nuestra bolivianidad, cuando hablamos de bolivianidad, estamos hablando que Bolivia a pesar de las adversidades o las dificultades que tiene, tiene sus valores, valores éticos, valores morales que hemos ido recibiendo desde las primeras civilizaciones, ¿Quién de ustedes no ha escuchado hablar de Tiahuanaco? Una civilización incaica que tenía valores, valores que les llamaban o les inculcaban o forjaban la personalidad en ese tiempo para construir grandes civilizaciones, valores que les ayudaban a un buen vivir, valores que les ayudaban a no tener actitudes de discriminación, de odio o de resentimiento, sino que eran valores que de verdad edificaron grandes civilizaciones.

 

Ustedes muy bien conocen en historia de Bolivia, en la historia de estas grandes civilizaciones. Entonces, tenemos que tener frente a esta realidad, queridos hermanos, una actitud, una actitud que nos lleve a construir una patria mejor, una Bolivia mejor, y ciertamente es así, queridos hermanos, que solo se puede construir una patria mejor en la medida en cómo trabajamos para esto. ¿Qué estamos haciendo para construir una patria mejor? ¿Con el odio, el resentimiento, o la lucha de poder vamos a construir una patria mejor? Creo que no, y tenemos que ser conscientes de esta realidad.

Ahora, discúlpenme, los veo aquí, al año ya no les veré, ya termina la gestión, ¿no? Ya termina la gestión, y quisiera que se vayan con esta pregunta, ¿qué he hecho por mi región? Esta oportunidad que me han dado como autoridad, esta oportunidad que me han dado para llevar adelante una institución, ¿qué he hecho? Preguntarnos, ¿qué he hecho? ¿He dejado huellas? ¿Huellas en que realmente valore mi trabajo? ¿O solo he dejado huellas para que me critiquen, para que me reclamen, para que me cuestionen? ¿Estoy saliendo por la puerta? ¿O estoy saliendo por la ventana? Entonces son cuestionamientos personales que cada uno de nosotros debemos hacernos. ¿En qué manera mi presencia como autoridad ha contribuido al desarrollo, al progreso de esta porción de tierra que se me ha encomendado? Entonces, sin embargo, haciéndonos estas preguntas, que es válida también para mí mismo, para todos los que queremos hoy a Bolivia, y preguntarnos también, ¿qué queremos hoy para nuestra patria? ¿Qué queremos hoy para nuestra patria? ¿Qué queremos hoy para esta región? Y seguramente una respuesta inmediata nos va a venir a la mente y vamos a decir, queremos libertad.

Y ciertamente queremos los valores de libertad, de soberanía, valores de democracia, queremos justicia, queremos una igualdad, queremos una unidad nacional, y esos deben ser los valores que deben estar encendidos en la esperanza.

Y solamente se puede edificar y construir estos valores desde la actitud personal de cada uno de nosotros, queridos hermanos. Nuestra democracia está en terapia intensiva. Nuestra democracia prácticamente la vamos destruyendo.

Vamos destruyendo esta democracia. Pero ahí tenemos que ser artífices. Cada uno de nosotros artífices para reconstruirla, para edificarla.

Ese debe ser nuestro aporte personal de cada uno de nosotros. Qué bello de verdad este texto de los ocho de los apóstoles que hemos proclamado cuando, perdón, de la carta de San Pablo, perdón, a los corintios, cuando dice, maldito el hombre que confía en el hombre. Y más maldito aquel hombre que pone su esperanza en el hombre.

Poner nuestra esperanza en el hombre, que significa idiotizarnos con colores, idiotizarnos con ideologías, idiotizarnos con personas. No somos idiotas, hermanos, no somos idiotas. Tenemos la capacidad de reflexionar, tenemos la capacidad de discernir, tenemos la capacidad de pensar, pero no quedarnos en esta realidad que nos ha encajado, idiotizarnos.

La Festividad de la Virgen de Urcupiña

Esa es la verdadera soberanía, esa es la verdadera libertad, esa es la verdadera actitud para construir una verdadera democracia, pero no idiotizados. Dentro de poco viviremos una fiesta democrática, que es la elección de nuestras autoridades. Pero antes de esta elección, de las elecciones, hay un preámbulo, nuestra festividad de la Virgen de Urcupiña.

Y hay algo bello de verdad que identifica a nuestra fiesta, identifica a nuestro santuario, que es la integración nacional. La integración nacional, integración que significa bien común, integración que significa unidad, integración que significa un solo cuerpo y Cristo a la cabeza, integración significa compromiso de cada uno de nosotros. Entonces, que esta fiesta de Urcupiña que vamos a celebrar en estos días, no sea una fiesta para demostrar como una vanidad lo, lo externo nada más, sino que sea una fiesta de verdad, hermanos, que nos ayude a reflexionar y a pensar, y a la luz de la mamita de Urcupiña, tengamos la capacidad de discernir, de reflexionar qué autoridades vamos a elegir, que dirijan con justicia, con igualdad, con equidad, con democracia nuestra patria.

Entonces, queridos hermanos, quiero decirles a todos ustedes, sintámonos orgullosos de ser bolivianos, sintámonos orgullosos de formar parte de esta bolivianidad en sus valores, una bolivianidad que nos ayuda, que a pesar de las dificultades no estamos rendidos, que a pesar de las dificultades no estamos aplastados, sino que seguimos de pie. Y esa debe ser la actitud, estar de pie frente a las adversidades. Quiero expresarles mi más sincero afecto a cada uno de ustedes, queridos hermanos, agradecerles por todo el trabajo que hemos ido realizando en estos cinco años de gestión, agradecerles por todo el compromiso cristiano y católico que cada uno de ustedes ha tenido, y sobre todo agradecerles por haberse identificado con nuestro santuario.

 Cada uno de nosotros tenemos esta identidad, la identidad del santuario, que quiere decir que tenemos una madre, que a pesar de las dificultades no podemos tener una psicología de huérfanos. Quillacollo sin María sería como un orfanato, y creo que no nos sentimos así en un orfanato, sino que nos sentimos en una familia, amparados, protegidos, por una madre que nos ama, y es la mamita de Urcupiña. Que Dios los bendiga y acompañe siempre.

 

Amén.

 

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