Hoy, sábado 2 de noviembre, conmemoración de los Fieles Difuntos, Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba celebró una eucaristía en la Catedral metropolitana, en la misma señaló que
Lo hermoso hermanos de toda esta situación es que la muerte ha sido vencida, y es justamente lo que dice Pablo, esta muerte no nos alcanza. Aquello que había entrado en el mundo a través del pecado, a través de este espíritu maligno, a través de la desobediencia, a través de nuestra condición mortal, ya no tiene preminencia sobre nosotros, porque definitivamente es el Señor que acontece, nos salva y nos da esta vida. Por tanto, yo hermanos, creo y espero que sea de mucho consuelo esta Palabra que hemos podido también, nosotros escuchar.HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS
Muy amados hermanos y hermanas, espero que
esta Palabra sea para para todos
nosotros, llena de consuelo y de paz, por la simple situación de que aquello
que el Señor ha anunciado también lo cumple. Lo cumple en Jesucristo nuestro
Señor, pero también lo cumple en nuestros seres queridos ya participantes del
gloria de Dios, en todos aquellos que han anticipado a nosotros en la muerte y
han sido elevados, han sido a la gloria de Dios, porque podemos decir también
con toda certeza esto que han sido elevados, a su presencia, a su gloria, y es
el anticipo también nuestro. Lo que estamos anunciando, lo que la primera
lectura está anunciando es la vida total, no solo como una creencia, sino como
algo real y verdadero que acontece en la vida de las personas, no solo es una
promesa de Dios, sino algo cumplido en la parte de Dios.
La resurrección que es una realidad ya anunciada
antes de Jesucristo en los Macabeos, se convierte en algo real y verdadero para
los hijos e hijas de Dios. Quiere decir que el plan salvífico de Dios está
apuntando a esto, a la vida y una vida en plenitud, a la resurrección. No hemos
sido creados para terminar nuestra existencia en una tumba.
Hoy en la nada hemos sido amados por Dios,
creados por Él, engendrados por Él de sus mismas entrañas para poder luego
participar de su Resurrección y de su Gloria. Por eso el Salmo estaba
anunciando todo esto, y espero en el Señor, espero en su palabra. Confío en el
Señor que esto sea también, por tanto, una realidad incluso para nosotros que
estamos en camino justamente a ello, porque somos peregrinos en este mundo.
La muerte ha sido vencida
Lo hermoso hermanos de toda esta situación
es que la muerte ha sido vencida, y es justamente lo que dice Pablo, esta
muerte no nos alcanza. Aquello que había entrado en el mundo a través del
pecado, a través de este espíritu maligno, a través de la desobediencia, a
través de nuestra condición mortal, ya no tiene preminencia sobre nosotros,
porque definitivamente es el Señor que acontece, nos salva y nos da esta vida.
Por tanto, yo hermanos, creo y espero que sea de mucho consuelo esta Palabra
que hemos podido también, nosotros escuchar.
Y es impresionante el Evangelio. Cada vez que
se programa este Evangelio, lo habremos escuchado muchísimas veces, pero
siempre es impresionante. En los detalles que habla Jesús, que está en camino
constante anunciando el Evangelio, la buena noticia, a qué estamos llamados a
escuchar, a que Dios ha vencido la muerte, que el hombre está llamado a la vida
y la vida en plenitud, que la Resurrección es una realidad también ya en este
mundo. Jesús camina anunciando aquello, aunque entre sus amigos se entera de
que un amigo suyo, Lázaro, estaba muerto. Se pone en camino inmediatamente a
encontrarlo y a encontrar a la familia, a los dolientes podríamos decir. Impresiona
porque Jesús se conmueve.
Y frente a la tumba de su amigo Lázaro solloza
le duele la muerte de su amigo. Como a Dios le duele la muerte de sus hijos.
Como a nosotros nos duele la separación y la muerte temporal de nuestros seres
queridos.
Jesús se conmueve, solloza. ¿Dónde lo han
puesto? ¿Dónde está? Y aunque a Marta le dice, tu hermano resucitará. A Marta
dice, sé que vas a suscitar el último día y es Jesús que le dice, no, hoy. Vean
que es de mucho consuelo otra vez esta palabra. Porque Jesús no solo se conduele
de la muerte de sus hijos, quiero decir de nuestros seres queridos y juntos. No
solo se conduele, no solo se conmueve. No solo está en esta empatía, es decir,
hasta sus entrañas que puede sufrir de aquello. Sino que también está dispuesto
a ser en su cercanía a ser una palabra de resurrección. Hoy, no mañana. Hoy
quiere decir para también nuestros seres queridos. Hoy, en caso también
nuestro, cuándo nos él permita llevarnos a su gloria. En este mundo ya se
cumple también esta palabra, la sal.
Esta es la palabra de Jesús,
aquella que anunciaba el salmo a la que nosotros también estamos escuchando.
Señor, confiamos en ti y confío en tu Palabra. Lo dicen nuestros seres
queridos. Lo queremos decir nosotros. Toda la iglesia y que de verdad la vida
en plenitud pueda ser sobre todo depositada en el regazo de Dios mismo que nos
gana esto.
Les invito pues entonces hermanos a celebrar
Eucaristía. Eso es lo que estamos haciendo. Celebrando la Eucaristía, la acción
de gracias. La santa misa, no ofrecida
por los pecados solamente de nuestros seres queridos, sino para que esta
verdad, esta realidad sea presente en medio de nuestro. La vida en Dios de
nuestros seres queridos o fieles difuntos, pero también el anuncio a lo que
estamos llamando a nosotros. Amén.
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