Vivir una cultura de paz, no de odio, de violencia, de
confrontación, no de interés sólo personalísimo, sino más bien una búsqueda
total por esta paz que pueda reinar también en medio de nuestras familias, de nuestra
comunidad, de nuestra sociedad, de nuestra querida Cochabamba y de nuestra
querida Bolivia. Pidamos por tanto al Señor que sea capaz, o que mejor dicho,
que aquellos que tienen el corazón encerrado en sí mismo, que no ven más allá
de sus narices, que a aquellos les conceda el espíritu y un llamado fuerte a
poder participar de ser también estos felices, bienaventurados y que se
preocupan del bien de todos los demás. Aprovechando por tanto esta festividad
de todos los altos, pedimos a ellos que intercedan por nosotros por la paz en
el mundo, este fue el llamado que hizo el Arzobispo de Cochabamba, Mons. Oscar
Aparicio, durante su homilía en la eucaristía por la Fiesta de Todos los
Santos.
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
VIERNES 1 DE NOVIEMBRE 2024
Hoy esta festividad evoca no sólo a los Santos y Santas
canonizados, reconocidos por la Iglesia y llevados justamente al altar, sino se
trata en realidad también de la vocación a la que estamos llamados también
nosotros. Es decir, la vocación común que tiene el ser humano es justamente la
vocación a la santidad, siendo hijos e hijas de Dios, lo que aparece ya también
en la segunda lectura, cuando San Juan la Selección, justamente que se nos ha
dado esta capacidad de reconocer a Dios como papá. Lo podemos llamar Padre. Y
por tanto, si lo llamamos Padre, tenemos un linaje. Y al tener este linaje
también estamos llamados a vivir como él y participar de su gloria. Por tanto,
aunque podamos decir que aquella frase que también lo dice en el Evangelio,
serán ustedes considerados como dioses, viene a ser siempre una realidad.
Llamados a la Santidad
Por tanto, nuestros fieles difuntos, nuestros queridos
fieles difuntos, así se les podemos llamar, nuestros seres queridos que ya
gozan de la casa de Dios, que gozan de la presencia de Dios, no sólo se
convierten en los custodios nuestros, sino han tenido este itinerario. Podemos
decir que son aquellos que el Señor les dice felices ustedes, y que se los
invita a nosotros a entrar en este mismo espíritu, en esta misma sintonía. Vean
qué fuerza tienen estas bienaventuranzas, bienaventurados ustedes, felices
ustedes, que están llamados a esto. Y cuánta fuerza hoy día, en concreto,
resulta este llamado justamente, aquellos que son que trabajan por la paz.
Entre todas estas menciones dicen, felices los que trabajan por la paz, porque
serán llamados hijos de Dios. Ojalá que este espíritu nos venga a todos en este
momento tan particular en el que estamos viviendo.
Bienaventurados los que se preocupan por el bien de los
demás
Vivir una cultura de paz, no de odio, de violencia, de
confrontación, no de interés sólo personalísimo, sino más bien una búsqueda
total por esta paz que pueda reinar también en medio de nuestras familias, de
nuestra comunidad, de nuestra sociedad, de nuestra querida Cochabamba y de
nuestra querida Bolivia. Pidamos por tanto al Señor que sea capaz, o que mejor
dicho, que aquellos que tienen el corazón encerrado en sí mismo, que no ven más
allá de sus narices, que a aquellos les conceda el espíritu y un llamado fuerte
a poder participar de ser también estos felices, bienaventurados y que se
preocupan del bien de todos los demás. Aprovechando por tanto esta festividad
de todos los altos, pedimos a ellos que intercedan por nosotros por la paz en
el mundo.
Pidamos también a nuestros fieles difuntos, a nuestros seres
queridos que los conocemos con nombre y apellido, que se odien por nosotros y
nos ayuden a conquistar la paz. Y pidamos por nosotros para que de verdad este
espíritu de paz, de preocupación de los demás, también sea un trabajo continuo
de nosotros mismos para que esto sea una realidad posible en medio nuestro que
al fin y al cabo es también la presencia de Dios y de la santidad presente en
este mundo. Amén.
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