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AMAR A DIOS ES TENER SENSIBILIDAD HUMANA FRENTE AL DOLOR Y AL SUFRIMIENTO DEL OTRO, SEÑALA MONS. IVÁN VARGAS

 

… ¿qué es amar a Dios? Amar a Dios es respetar al otro, amar a Dios es involucrarte en el dolor y en el sufrimiento del otro, amar a Dios es tener una sensibilidad humana frente al dolor y al sufrimiento del otro. Pero el fanatismo te enceguece y lo que buscas más es hacer daño al otro, dijo Mons. Iván Vargas al referirse a la lectura del evangelio de hoy, durante su homilía pronunciada en el Santuario de Urcupiña

 Esas son las contradicciones de la vida. El fanatismo te enceguece y ¿Qué es lo que haces? Dañas al otro, perjudicas al otro. Es como ahora mil disculpas sin ofender absolutamente a nadie, explicó.

 Toda esta coyuntura política y social que hoy estamos viviendo es un fanatismo, fanatismo, es una contradicción grande que se está viviendo. Estamos luchando en defensa del pueblo. Si estás luchando en defensa del pueblo, ¿qué le estás haciendo al pueblo bloqueándolo? Lo estás perjudicando, le estás haciendo daño, estás haciendo llorar y hemos visto a través de todos los medios, gente impotente con lágrimas en los ojos, llorando, llorando, gente pobre que no puede traer sus productos a vender a los mercados, llorando. Y todo es un producto de un fanatismo. Ese es el fanatismo, son las contradicciones. Te pego porque te amo, te hago llorar porque quiero tu bien, te hago sufrir porque quiero que estés bien. Las contradicciones de la vida que nos llevan al fanatismo. Entonces, los fanatismos ¿qué hacen? Matan. Los fanatismos hacen llorar, los fanatismos provocan resentimiento, los fanatismos provocan odio, los fanatismos provocan dolor y eso no es amar a Dios, eso no es amar al prójimo, afirmó el Obispo Auxiliar de Cochabamba.

Amar al prójimo es buscar el bien del otro. Amar al prójimo es respetar su dignidad, respetar su vida, pero no por el fanatismo provocarle dolor y sufrimiento. Queridos hermanos, que este Dios de la vida ilumine nuestras vidas, nos llene con la gracia de su espíritu para no caer en fanatismos, sino volcarnos siempre al amor de Dios, experimentar el amor y la misericordia de Dios puntualizó.

La felicidad es la aspiración que cada uno de nosotros tenemos, todos aspiramos a ser felices, todos aspiramos a ser agraciados, ninguno de nosotros evidentemente quiere vivir un mar de lágrimas o un valle de tormentos, queremos ser felices. Uno se casa para ser feliz, para hacer feliz también al otro. Uno alcanza una profesión para ser feliz, pero también para hacer feliz a los demás y qué tengo que hacer para alcanzar esa felicidad. Dos cosas nos dice este libro del Deuteronomio, primero escuchar, segundo obedecer, escuchar a Dios. Para alcanzar la felicidad hay que escuchar a Dios, hay que entrar en esta armonía con Dios. Por eso vemos en este texto de Deuteronomio, Moisés escuchó a Dios y escuchar a Dios es entrar en una sintonía con él, entrar en un diálogo con él, entrar en una experiencia con él y solamente podemos escuchar la voz del Señor a través de la oración, en una intimidad con él, señaló.

 Jesús era el primer escuchador, era el primer escuchador de Dios. Dice se pasó toda la noche en oración y al empezar el día bajó de la montaña y eligió a sus doce discípulos para tomar las decisiones más grandes. Jesús hizo oración, oró al Señor. Entonces, es importante siempre la oración para tomar las decisiones más grandes en la vida. Eso es escuchar al Señor, eso es entrar en esta sintonía con Dios. Y escuchando al Señor, evidentemente voy a tomar las decisiones acertadas y voy a lograr ser feliz, porque he logrado lo que realmente quiero, dijo el Obispo.

Lo segundo en este libro del Deuteronomio para alcanzar la felicidad, obedecer, obedecer a Dios. Y la obediencia es poner la voluntad de Dios antes que mi voluntad, que la voluntad de Dios presida mis acciones, pero no mi voluntad, porque mi voluntad puede ser desacertada, mi voluntad puede ser equivocada, pero la voluntad de Dios, como dice el libro, es la sabiduría que el Señor nos pone a cada uno de nosotros. Es la sabiduría que Dios nos da para saber encaminar nuestra vida.

 Obedecer a Dios es poner la voluntad de Dios antes que mi voluntad. Y así lograré alcanzar la felicidad. Pasamos un poquito al evangelio, el tiempo es muy limitado porque estamos en televisión ahora, explicó.

 

 

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