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Arzobispo de Cochabamba: Que no se olvide a Dios ni a los hermanos

 


Las políticas no pueden ser sólo para unos cuantos. La justicia no puede ser sólo para unos cuantos. Desde aquí, pedimos, insistimos, que no se olvide a Dios ni a los hermanos, que no entren en el egoísmo total que llega muchísimas veces a la corrupción, exhortó el Arzobispo de Cochabamba durante su homilía pronunciada el día de hoy, domingo 27 de julio en la Catedral San Sebastián de Cochabamba.

Que fundamental es que seamos un foco en la oración y, por tanto, un foco también como testimonio y pedido insistente para que nuestro pueblo pueda acercarse a Dios y a los hermanos y vivir también en cristiano. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? Es absurda la propuesta, ¿no es cierto? A nosotros no se nos ocurre una cosa así. Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? , dijo al referirse a las lecturas de hoy.

 … que nuestra oración pueda ser insistente, que nuestra oración pueda ser de escucha, que nuestra oración pueda ser perseverante, que nuestra oración pueda ser con las entrañas el afecto, que nuestra oración pueda ser el pedir también en concreto situaciones que nos ayuden a vivir también en esta relación fraterna, que nuestra oración tenga que ver con nuestro hermano, nuestro prójimo, nuestra familia, nuestra sociedad, pidiéndole a Dios que nos conceda este espíritu y pidiendo a Dios que conceda al mundo entero este espíritu. ¿Podemos pedir porque convierte y toque el corazón de aquellos poderosos de este mundo? ¿Que se creen que jugando a la guerra ganan todo? Claro que sí podemos, puntualizó.

 

HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

DOMINGO 27 DE JULIO DEL 2025

 Estamos en el domingo decimoséptimo del tiempo ordinario, que nos va poniendo en sintonía a lo que viene a ser también nuestro itinerario de fe o nuestro itinerario de discípulos del Señor. Aprendemos a través de la palabra, de los gestos, de los hechos, de la persona de Jesús, aprendemos a cómo vivir en cristiano. Por eso es creo bello el hecho de que va poniendo la liturgia, la palabra de Dios, temas importantes, repito, en nuestro caminar, que se actualizan, que se hacen presente también hoy para nosotros.

Los discípulos de aquel entonces eran aquellos, nosotros lo somos hoy. Por tanto, esta palabra, esta enseñanza, esta doctrina, esta escuela, diríamos así, de parte de Jesús, es para nosotros en concreto, discípulos creyentes del Señor. El tema de hoy es la oración.

 Podemos sacar la conclusión rapidísimamente, pero vamos descifrando lo que o en qué consiste esta oración. La primera lectura ya nos habla de algo concreto. Vean este diálogo tan bello de Abraham con Dios.

 Tema central: la oración

Es un coloquio, más que un negocio, diríamos así, se trata de un coloquio entre Abraham, de toda intimidad, de toda familiaridad. Significa que oración es entonces también, es este diálogo entre Dios y el ser humano. Pero por otro lado, es una oración persistente. Es bella la actitud de Abraham, ¿no es cierto? Que Dios le dice, bueno, por 50 yo no voy a destruir Sodoma, por 50 justos. Señor, ¿y qué pasa si son 45? Bueno, por esos 45 no lo destruiré. Perdóneme mi Señor, pero si son 40. Bueno, por estos 40 no destruiré. Perdone mi Señor que sea tan insistente, tan molestoso. ¿Y si son 30? ¿Por estos 30 acaso vas a destruir? No, por estos 30 no. Y sigue insistiendo, ¿no es cierto? Hasta que Dios de 50 ha bajado a 10. Se trata de una oración persistente, continua. ¿Cuánto nos hace falta a veces a nosotros esto? La persistencia, el ir paso a paso, continuamente. Continuamente, sin dejar a lado aquello importante y fundamental. Este coloquio, este diálogo con Dios, esta presencia de Dios. Pero por otro lado, es una oración también de intercesión. Intercede.

Es cierto que intercede por los justos. Sin embargo, es interceder por todo el pueblo. También por los malos. También por aquellos pecadores. También por aquellos que se han alejado de Dios. Insiste persistentemente e intercede por los demás. Es lo que aparece también, de alguna manera, en el Evangelio. Jesús está orando. Bella la imagen, ¿no es cierto? Sus discípulos que viven con Él, lo ven, lo conocen.

 Son testigos de que Jesús continuamente, persistentemente, de manera de intercesión, está constantemente en esta postura y en esta oración. Jesús estaba en cierto lugar cuando terminó uno de sus discípulos le dijo, Él estaba orando. Señor, enséñanos a orar así como Juan enseñó a sus discípulos.

Somos tus discípulos. Te seguimos a ti. Queremos aprender de ti.

Enséñanos a orar. Él les dice de manera simple y sencilla lo que nosotros hemos aprendido desde la infancia y que la llevaremos, me imagino, hasta la muerte. Esta pequeña oración tan profunda.

Padre santificado sea tu nombre que venga a tu reino. Danos cada día nuestro pan cotidiano. Perdona nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden. Y no nos dejes caer en la tentación. Es una oración de intercesión. Es una oración de reconocer que Dios es Padre.

 Que Él o de Él proviene la vida. Reconocemos que Él nos da el pan. Reconocemos que alabar su nombre es fundamental en esta vida.

Si queremos ser auténticamente discípulos del Señor necesitamos saber que somos hijos, hijas de este único Padre. Que queremos su modo de actuar, su forma de ser, su modo de amar, su modo de relacionarse con los demás. Porque vean que definitivamente el Padre nuestro tiene como la vértice vertical y la vértice horizontal la cruz del Cielo.

Desde la tierra se eleva la oración a Dios y se reconoce la soberanía de Dios. En horizontal está dirigida justamente a nuestras relaciones con nuestros hermanos y nuestras hermanas. Se preguntaba anteriormente ¿Quién es mi prójimo? ¿Se acuerdan? Hace dos, dos domingos.

¿Quién es mi prójimo? Quiere decir por tanto que el amor es una, la oración es una respuesta al amor de Dios. Y quiere decir que la oración es un compartir este amor y esta experiencia del amor, de la misericordia, del perdón, de la bondad también en nuestros hermanos, en nuestros prójimos, en nuestra sociedad. Y hermanos esto sí que es importante porque no estamos hablando, no estamos hablando del otro lado de nuestro mundo, de los chinitos por ejemplo.

Estamos hablando de nosotros. Estamos hablando de aquí, ahora. Estamos hablando de si hay una oración persistente es por nuestros hermanos.

Si es de intercesión es por nuestros hermanos. Si oramos el Padre nuestro es por responder a Dios ciertamente, abrirnos al amor de Dios nosotros y que este amor llegue también a los demás a través de nosotros. Ustedes en la hojita dominical tienen en la parte de atrás todo un sentido lindo de lo que puede describir el sentido de esta oración.

 Jesús agrega algo más, no se queda allí. En resumen, en síntesis les dice fundamentalmente que es la oración pero dice supongamos que hay un amigo ya que llega, les visita. Para los contemporáneos de Jesús la visita, la acogida es fundamental pero aquí pone un aditivo mucho más importante es el amigo.

Es algo especial, es algo particular. En las costumbres, en las relaciones normales, el poder acoger a alguien era fundamental casi como que una tradición o un modo de actuar fundamental. Lo hemos visto el anterior domingo cuando Abraham recibe a estos tres personajes.

La hospitalidad es esencial pero este es amigo. Por tanto es más fundamental digamos todavía, perdón la redundancia ya, es más importante, es más fuerte porque está metido el corazón allí, está metido el afecto. No sólo es una costumbre profesional o simplemente de reciprocidad o de cumplir una tradición.

Se trata de alguien que es muy importante y es un amigo. Si vas al otro amigo, porque ha llegado esta medianoche, tu amigo ha llegado medianoche, si vas donde tu otro amigo, le tocas la puerta a las 12 de la noche y le dices dame pan porque ha llegado mi amigo y necesito ser hospitalario. Su amigo qué le dirá el otro, es decir el de la casa.



¿Por qué me molestas? No, no molestes, no seas tan fregado. A medianoche mis hijos y yo estamos acostados ¿Qué significa aquello? Sabemos que aquel lugar con los contemporáneos a Jesús tienen en la parte de abajo, tienen lo que es la cocina, la sala, la despensa y todo lo demás. En cambio, arriba tienen los dormitorios pero en muchos casos se trata justamente de a veces de una habitación.

Entonces es verdad y es lógico que si éste tiene que levantarse a medianoche, tiene que hacer despertar a todos sus hijos, a toda su familia para bajar, sacar el pan de la despensa y entregar a este amigo suyo. Qué molestia, qué molestia, qué insistencia, qué manera de fregar la vida, sí o no. Y ahí viene la enseñanza, hermanos míos, también para nosotros.

 Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. La oración, por tanto, necesita ser insistente, metida con el corazón, con las entrañas, con el propio ser. Insistente.

 Pidan y se les dará

También les aseguro, pidan y se les dará. La oración insiste, se le dará. Busquen y encontrarán.

Qué bueno, ¿no? A mí me hace recuerdo siempre esto, dicen a veces a alguien, algún amigo o alguien. ¡Oh señor, tanto te he buscado! No te puede encontrar, eres más difícil que el presidente. Es que no ha buscado, seamos sinceros.

O ha hecho una llamada, no he podido contestar y ya está, ¿no es cierto? El que busca, encuentra, encuentra. Llamen y se les abrirá, porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abrirá. Nuestra oración debe ser de confianza. Confiamos en el Señor. Confiamos en el amor, confiamos en la vida. Confiamos en el hermano, la hermana, que puede también convertirse.

Pedimos e insistimos. Por eso, hermanos, hacemos muy bien en pedir e insistir desde aquí, en nuestra oración, desde este templo, también a que las autoridades tomen la responsabilidad a la que se les ha llamado. Insistir a que se necesita ver al más necesitado.

La justicia no puede ser solo para unos cuantos

Las políticas no pueden ser sólo para unos cuantos. La justicia no puede ser sólo para unos cuantos. Desde aquí, pedimos, insistimos, que no se olvide a Dios ni a los hermanos, que no entren en el egoísmo total que llega muchísimas veces a la corrupción.

Que fundamental es que seamos un foco en la oración y, por tanto, un foco también como testimonio y pedido insistente para que nuestro pueblo pueda acercarse a Dios y a los hermanos y vivir también en cristiano. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? Es absurda la propuesta, ¿no es cierto? A nosotros no se nos ocurre una cosa así. Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Por Dios.

Por Dios. Aunque la maldad del ser humano puede llegar a estos extremos, si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre del Cielo dará al Espíritu Santo a aquellos que se lo piden? Amados hermanos y hermanas, creo que es una bella enseñanza que nuestra oración sea de este estilo, que nuestra oración pueda ser insistente, que nuestra oración pueda ser de escucha, que nuestra oración pueda ser perseverante, que nuestra oración pueda ser con las entrañas el afecto, que nuestra oración pueda ser el pedir también en concreto situaciones que nos ayuden a vivir también en esta relación fraterna, que nuestra oración tenga que ver con nuestro hermano, nuestro prójimo, nuestra familia, nuestra sociedad, pidiéndole a Dios que nos conceda este espíritu y pidiendo a Dios que conceda al mundo entero este espíritu. ¿Podemos pedir porque convierte y toque el corazón de aquellos poderosos de este mundo? ¿Que se creen que jugando a la guerra ganan todo? Claro que sí podemos.

 Que el Señor nos dé ánimo, perseverancia, insistencia. Que escuchemos profundamente a Dios y al clamor de nuestro pueblo. Amén.

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