Hoy domingo que la Iglesia católica celebra la Ascensión de Jesús, Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba invitó al pueblo de Dios a no sentirse como decía el Papa Francisco, ninguneados, como si fuéramos ninguno. El Señor te llama a dar testimonio de la verdad, a dar testimonio de la vida, a dar testimonio de la resurrección, a dar testimonio de tu esperanza, dijo el Prelado durante la alocución de su homilía dominical.
¿Qué es lo que
esperas? ¿Un mundo mejor? ¿Una Bolivia mejor? ¿Esperas que haya familias
mejores? ¿Esperas que el reino de Dios, el amor, la vida, la justicia, la paz,
la verdad, sea presente en este mundo? Yo espero que sí. ¿Esperas que Jesús
reine en medio nuestro? Espero que sí. ¿Esperas participar de la gloria de Dios
cuando pasemos de este mundo al otro? Yo espero que sí, afirmó durante la
eucaristía celebrada en la Catedral San Sebastián de Cochabamba.
HOMILÍA DE MONS.
OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE
COCHABAMBA
DOMINGO 01 DE
JUNIO
Muy amados hermanos y hermanas, hoy celebramos la
Ascensión del Señor, normalmente se lo hace a los 40 días de la resurrección,
del día de resurrección de gloria del Señor, que las que ha sido el pasado
jueves, pero por motivos también de que todos podamos participar de esta
Eucaristía y con este motivo de la Ascensión del Señor, se la traslada al
domingo y en Bolivia pasa esto, por eso van a ser testigos que en todas las
parroquias y en todas las diócesis y jurisdicciones se celebra en Bolivia la
Ascensión del Señor.
Es creo una festividad bellísima, de hecho ya
está anunciada en la primera lectura y de otra manera en el mismo Evangelio,
los dos tienen propiamente, podemos decir, las palabras de Jesús, contienen la
palabra de Jesús, la promesa del Espíritu y el envío de alguna manera también a
sus discípulos, pero veamos en más concreto lo que viene a ser, o lo que dicen
los hechos de los apóstoles al respecto.
Lucas escribe, es el mismo evangelista en
realidad que escribe el Evangelio y también los hechos de los apóstoles y
menciona como primera situación este acontecimiento de la Ascensión.
La referencia es muy clara, por tanto, son 40 días en que el Señor resucitado se presenta de muchas formas a sus discípulos y les invita a tener estas acciones de vida eterna. De alguna manera también es entonces la preparación de ellos para algo importante, para la misión que deben realizar. Yo creo que hermanos, esto para nosotros tiene que decir mucho, porque en este mundo, aquellos que hemos sido convocados también a la iglesia, no sólo tenemos una misión, sino la necesidad imperiosa de recibir el Espíritu del Señor, recibir o ser adiestrados, diríamos así, por el mismo Jesús, por el resucitado.
Un discípulo debe
ser misionero
Si nosotros vivimos los productos, los bienes de la resurrección y las vivimos bien y las empezamos a dimensionar exactamente, seguramente que nos ayuda después a cumplir bien nuestra misión. Pero vean entonces, que en realidad el que seamos en la iglesia, el que estemos en la iglesia, no es sólo para un beneficio personal, no es por la linda cara, no es porque somos con grandes dotes o no somos de aquellos que, porque tienen buenas cosas o muchos bienes que están llamados a la iglesia, sino más bien en concreto para una misión. Para que este Espíritu del resucitado viva en nosotros, que seamos hombres mujeres del Espíritu, pero también que seamos hombres mujeres que constituyen este reino de Dios en este mundo y esa es nuestra misión.
Eso es lo que anuncian. Un discípulo no se puede concebir si no es misionero. Por eso decía al inicio que bonito el hecho de que Padre Juan esté entre nosotros, porque da esta dimensión, ¿no es cierto? De todos los continentes, de todas las razas y los pueblos, Dios ha reunido y ha convocado a una asamblea para que sea su cuerpo y estos, asamblea, iglesia, asamblea congregada, creyentes, discípulos del Señor sean anunciadores.
Estamos en pos de aquello. Si entonces estos 40 días, desde la Pascua hasta hoy, significa también esta presencia del Espíritu en medio nuestro, nos tiene que habilitar a ser testigos verdaderos y fundamentales en medio de nuestro mundo, del Evangelio. Porque luego vean que tanto, tanto lo que sea, los hechos de los apóstoles como en primera lectura y el Evangelio, dice exactamente lo mismo en la boca de Jesús.
Yo me voy, pero
enviaré el Espíritu.
Les daré aquello que mi Padre ha prometido o le dice más explícitamente, yo es bueno que me vaya porque así les enviaré el Espíritu. No se va para desentendernos, sino para justamente enviar el Espíritu y que este Espíritu sea el que llene el corazón de ustedes. Es que les conceda el gozo, la alegría y la paz.
Aquel que los habilite a anunciar esta buena noticia a todo el mundo, en todas las lenguas, a todas las naciones, a todo ser humano. Que ustedes sean testigos de esta resurrección y anunciadores de aquello. Yo me voy, pero enviaré el Espíritu.
Él les guiará, Él les iluminará. Por tanto, hermanos, podemos decir que el tiempo de Jesús en esta tierra, lo hemos dicho tantas veces, Jesús de Nazaret, acontecimiento histórico, real y verdadero. Aquel que ha sido crucificado, sepultado, pero ha resucitado, en esta tierra ha hecho una presencia real y verdadera y física.
Estamos prontos a
celebrar Pentecostés
En la resurrección, en estos 40 días, ha hecho una presencia real y verdadera, física. Ahora es el tiempo del Espíritu Santo y ahora es el tiempo de la Iglesia, de los discípulos misioneros del Señor. Por eso, si estamos en prostimerías a celebrar el Pentecostés, estamos prontos a recibir esta efusión del Espíritu.
Porque la Iglesia nace también en este acontecimiento en Pentecostés. Pentecostés sabemos que dice 50, 50 días. Es allí donde nosotros recibimos este Espíritu y lo anunciamos a los demás.
Pero por último, lo que dice propiamente también Pablo, es exactamente esta real y verdadera situación de que Jesús es enviado a la gloria. Traza el camino hacia donde el ser humano está yendo. Los discípulos, Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania, dice después el Evangelio, y elevando sus manos los bendijo.
Es Dios mismo presente allá. Es esta Trinidad que manifiesta toda una comunión. Pero los asuntos al cielo están llamados también a participar de esta gloria.
Nuestro camino es hasta allá, hermanos míos. No es aquí solamente. Por eso, vean que después dice, los discípulos que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría y permanecían continuamente en el templo alabando a Dios.
¿Cuál es por tanto la situación concreta? Que si ya podemos vivir en este tiempo, en este mundo, en esta tierra, en esta tierra física, podemos vivir ya manifestaciones de la resurrección, es posible también vivir y anunciar aquello que pertenece al final de los tiempos, a la gloria de Dios. Por eso, cuando celebramos la Virgen Asunta al cielo, la Asunción de María, porque sabemos que hay dos tumbas que están vacías, ¿no es cierto?, en este mundo. ¿Cuál es? La de Jesús y la de María.
Caminamos hacia
la Gloria de Dios
Este es nuestro camino. Escúchenme bien, hacia eso vamos, hacia eso caminamos, a la gloria de Dios. Nuestros seres queridos viven y habitan con Él.
La resurrección no sólo es creer en que después de la muerte existe la vida. La resurrección es el anuncio de habitar, cohabitar en la gloria de Dios. Hemos nacido de las entrañas de Dios, peregrinamos en este mundo, pero nuestro destino final es la gloria de Dios, en el corazón de Dios mismo.
Esto nos tiene que dar alegría. Mientras tanto, en este mundo tiene que anunciarse eso. Mientras tanto nos toca a nosotros, Iglesia Naciente, Cuerpo de Cristo, hacer que el Reino de Dios sea anunciado y que sea una realidad en nuestro mundo.
El Señor nos
llama a dar testimonio de nuestra esperanza
Por tanto, hermanos, no se sientan, como decía el Papa Francisco, ¿no es cierto?, ninguneados, como si fuéramos ninguno. No es verdad. El Señor te llama a dar testimonio de la verdad, a dar testimonio de la vida, a dar testimonio de la resurrección, a dar testimonio de tu esperanza.
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