Solemnidad de Corpus Christi en Cochabamba
En la Solemnidad del
Cuerpo y la Sangre de Cristo que la Iglesia Católica celebra hoy, el Arzobispo de
Cochabamba resaltó la presencia real y verdadera de Dios en medio de nosotros: Jesús
pasa por nuestras calles, entra a nuestras casas, ve nuestras necesidades y se
hace providente. Porque si de hecho nosotros repasamos así un poquito el
Evangelio, podemos decir que también esto es absolutamente cierto. Jesús, dice
el Evangelio, habla a la multitud acerca del reino de Dios, dijo durante su
homilía.
Es un Dios
que camina por nuestras calles, es un
Dios que entra en nuestras casas, es un Dios que ve nuestras aflicciones y las
atiende. Es un Dios presente, real y verdaderamente. Por eso las referencias de
la Eucaristía al cuerpo de Cristo son más que real, resaltó el prelado durante
la alocución de su homilía pronunciada en la celebración de Corpus Christi en
la Catedral San Sebastián de Cochabamba donde participaron varias autoridades,
religiosos y sacerdotes de la Vicaría centro de la Iglesia de Cochabamba.
… esta historia de Dios con la humanidad. Por tanto, es real y verdaderamente aquel Hijo de Dios presente en medio de nosotros, que se preocupa, que se acerca a los pecadores, que comparte la mesa, comparte el pan, que se hace providente recalcó el Prelado.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI
Pueden tomar asiento hermanos y hermanas, en esta solemnidad del Santísimo Sacramento Cuerpo y Sangre de Cristo, somos testigos del amor profundo de Dios, un Dios que se revela, que se muestra, que está con nosotros, que camina junto a nosotros, que se preocupa de nosotros, el Dios de la vida y de la historia, y el Dios providente. Si nosotros repasamos las lecturas que hemos escuchado, ya en el Antiguo Testamento, aunque ciertamente es figuración de lo que será propiamente la fracción del pan, la Eucaristía, Jesús presente, de todos modos ya está anunciando la importancia del pan, la importancia de las mesas y la importancia de que Dios hace posible, hace factible también este alimento. Pablo en la segunda lectura hablaba más claramente y más explícitamente referido a la tradición que él ha recibido.
Recordemos que Pablo no es un testigo ocular, es alguien que después en su camino ha conocido a Jesús resucitado y más tarde entonces también se convierte en discípulo apóstol del Señor. Pero ha recibido esta tradición, aquello que nos cuenta. El punto central, por tanto, está en Jesucristo que se muestra.
El Hijo de Dios presente entre nosotros
Es decir, aquello que ya viene en la revelación de Dios, lo que Dios ha querido desde el inicio de la creación, se hace visible, se plasma en Jesucristo nuestro Señor, aquel Jesús nacido de Nazaret, nacido de mujer. En su historia personal se entrelaza, diríamos así, esta historia de Dios con la humanidad. Por tanto, es real y verdaderamente aquel Hijo de Dios presente en medio de nosotros, que se preocupa, que se acerca a los pecadores, que comparte la mesa, comparte el pan, que se hace providente.
Es un Dios que camina por nuestras calles, es un Dios que entra en nuestras casas, es un Dios que ve nuestras aflicciones y las atiende. Es un Dios presente, real y verdaderamente. Por eso las referencias de la Eucaristía al cuerpo de Cristo son más que real.
Él permanece. No sólo ha caminado, no sólo se hace presente, no sólo físicamente e históricamente ha estado en nuestro mundo, sino que permanece también por el resto de los siglos, por lo que ya se anunciaba, hasta cuando Él vuelva. Es Jesús, el Salvador, que anuncia la salvación y se hace verdadera comida y verdadera bebida y que permanece en medio nuestro.
La Eucaristía sea hace presente en medio de nosotros
Por eso qué bello la posibilidad de tener también esta manifestación concreta de después ir en procesión con el Santísimo Sacramento. No es que Jesús nos acompaña, es al revés. Nosotros acompañamos a Jesús.
Jesús pasa por nuestras calles, entra a nuestras casas, ve nuestras necesidades y se hace providente. Porque si de hecho nosotros repasamos así un poquito el Evangelio, podemos decir que también esto es absolutamente cierto. Jesús, dice el Evangelio, habla a la multitud acerca del reino de Dios.
En la Escritura, cuando se habla de multitud, siempre se habla o se menciona aquellos necesitados. Es una multitud que agobia, que llena el mundo, la multitud, pero una multitud que cuando les habla, les habla del reino de Dios. Es el Dios y las palabras de esperanza.
Devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados, en concreto. No sólo les habla, no sólo anuncia, no sólo se presente, concreta y realmente salva y sana. Jesús pasa haciendo el bien.
Prosigue el Evangelio y dice, al caer la tarde se acercaron los doce y le dijeron, despide a la multitud para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento. Vean, en busca de albergue y de alimento. Gente necesitada, gente que tiene hambre, gente que necesita un techo, porque estamos en un lugar desierto.
Tú hubieras
sido listo a ser todos estos pormenores también del Evangelio, sin embargo,
vamos adelante. Él les respondió a sus discípulos, denle de comer ustedes
mismos. Qué cosa increíble.
Dios provee nuestras mesas
Es un
mandato del Señor. ¿Quién va a darles de comer a estos? ¿Quién va a proveer sus
mesas? Dios, ciertamente. En esta concreta necesidad, ¿Quién? Ustedes, denles
de comer.
Ellos
contestan, no tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos
nosotros a comprar alimentos para toda esta gente. Evidentemente y lógicamente,
normalmente, cinco panes y dos peces, que es para una multitud. Tal vez si
vamos a comprar, puede ser que les damos de comer, subsanamos algo y es ahí
donde ordena.
Háganlo
sentar en grupos de alrededor de 50 personas y ellos hicieron esto. Jesús,
escuchen bien, Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, lo que es
insuficiente, lo que es poca cosa, pero es pan y es alimento. Levantando los
ojos al cielo pronunció sobre ellos la bendición.
Los partió
y los fue entregando a sus discípulos para que los sirvieran a la multitud. Y
aquí viene lo sorprendente. En la posibilidad de compartir, en la posibilidad
de partir y repartir, se presenta justamente Dios providente y anima los
corazones de las personas.
Todos
comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron dos canastas. Queridos
hermanos y hermanas, ¿se trata de contemplar al Señor? ¿Se trata de caminar con
Él o animarse a caminar nosotros? De creer en Él, de convertirse y que la
posibilidad de también compartir, de partir y repartir el pan se haga también
una realidad en nosotros mismos. Que al fin y al cabo esta es la clave de
aquello.
Pobrecitos
los discípulos, ¿no es cierto? Cuando Jesús les dice, ustedes deben de comer a
esa multitud, con cinco panes y dos peces. Me imagino que muchos que tienen
responsabilidad, un papá, una mamá, hoy en estas situaciones tan trágicas de
escasez de alimentos, de alimentos que suben pero va a ser el doble o el
triple, o de situación difícil de llevar el pan a la casa, ¿quién no se va a
asustar? Es la situación probablemente de los discípulos. O cuando hay autoridades que deberían tener la responsabilidad de
proveer el pan en las mesas de los ciudadanos, evidentemente ¿cómo no se van a
asustar? Sin embargo, aquí se trata también de encontrar al Señor que nos
anima, que nos entusiasma, que nos cambie el corazón, que hace posible que
podamos también compartir, que veamos a los demás como algo fundamental, porque
no se olviden que los discípulos se han percatado de esto.
Habiendo
visto la multitud, habiendo visto la multitud, dice el Señor es mejor que los
mandes a casa, que busquen cobijo, que busquen alimento. Se han percatado de la
necesidad frente a esto, que fundamental es
no sólo ver a los demás sino también meterse con las manos a que de verdad esto
sea posible. Este gran milagro, el milagro de Jesús, que da de comer a una
multitud, cinco mil hombres, se decía.
Esta multitud se hace junto con los discípulos y con la multitud. Hermanos míos, yo espero que esto de verdad a todos nosotros nos pueda ayudar, también en las autoridades que podamos tener, en la responsabilidad que podamos tener, porque cada uno tiene una responsabilidad. Todos y cada uno.
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