Peregrinamos en este mundo, en esta tierra, entre nuestros hermanos, entre nuestras familias, entre nuestra sociedad. Peregrinamos, pero si peregrinamos, es porque nuestro camino final está en la gloria de Dios. Dios Padre, Hijo Espíritu, nos abraza, de esta manera Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba se refirió a las lecturas de hoy domingo 16 de junio en la celebración de acción de gracias por el Centenario de la Fundación de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia.
…nuestra
perspectiva es de pie, de caminar hacia la gloria de Dios. Estamos, estamos en
este camino, no sólo de fe, en este camino real y verdadero que el Señor nos
está regalando y nos lo concede. Otra vez, felicidades misioneras cruzadas de
la Iglesia, que Dios les bendiga, que sigan dando frutos de aquello que también
la Santa Madre Ignacia ha podido también en ustedes inspirar, señaló.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
DOMINGO 16 DE JUNIO
Una vez más
quiero saludar, en nombre de la comunidad de la Catedral, a las hermanas
Misioneras Cruzadas, a todas y cada uno que están aquí presentes en este Centenario,
pero también a comunidades y a aquellos que gozan de esta espiritualidad, que
han querido estar también presentes. Veo que están los seminaristas, parte de
los seminaristas, que me imagino que las misioneras les han conquistado para
venir a solemnizar esta festividad y poder ayudarnos con la música. Bienvenidos
hermanos.
Y también
quisiera saludar aquí a Padre Tomás, él es de Oruro, de la diócesis de Oruro.
Padre Daniel es franciscano, pero es también nacido en Oruro. Se entiende este
cariño y este venir aquí desde Oruro, o por lo menos estar presentes por este
significado profundo también de la Madre Nazaria Ignacia, que también está en
Oruro y que nos acompaña desde allí.
Festividad de la Santísima trinidad
Hoy
celebramos esta gran y enorme festividad, la Santísima Trinidad. Difícil de
entender, en realidad nos sobrepasa, somos demasiado limitados, pequeños, para
comprender los misterios de Dios. Y aunque en la revelación del mismo se nos
dice que poco a poco iremos comprendiendo, entendiendo y viviendo esta
situación de la gloria de la Santísima Trinidad, pero creo yo que en la
eternidad misma, en realidad, no nos ayudará a total y plenamente entender por
qué nuestra forma de ser, nuestra cabecita, diríamos así, no llega tampoco,
porque no son cuestiones racionales.
Se trata
justamente de, con sencillez, con humildad, simplemente profesar la fe en este
Dios Uno y Trino. Tal vez algo más sencillo ya está puesta en la Palabra de
Dios. Si nosotros hemos puesto atención, la primera lectura que habla
ciertamente de la sabiduría, lo habla de alguna manera y hace referencia total
y plena a Dios, Dios creador, Dios que ha existido desde siempre.
Dios es el
que crea el mundo, crea el universo. Sería extenso tener que otra vez relatar
todo aquello que en el Génesis se menciona, y además toda la manifestación y el
cómo Dios se ha hecho presente siempre durante todo este tiempo desde la
creación del mundo.
La segunda lectura habla en concreto del Hijo,
que en este tiempo, en este lugar, Dios mismo se hace presente, camina junto a
nosotros, está con nosotros, comparte con nosotros, se apiada de nosotros.
Es aquel
Jesús de Nazaret histórico, presente en este mundo, nacido de mujer. Este Jesús
de Nazaret es Dios. De manera muy particular, por tanto, Dios Padre se hace
presente en el Hijo.
Dios ama profundamente
Y esto sí
que lo sabemos, ¿no es cierto? Lo hemos celebrado hace poquísimo, rememorando
todo aquello que vienen a ser propiamente los misterios de Jesús en este mundo.
Aquel que es bautizado, que comienza una misión, si podemos decir antes
inclusive que se encarna, que pasa estos días anunciando el Evangelio, la
misión fundamental de Él es hacer presente esta buena noticia, que la salvación
llega a los seres humanos. ¿Por qué? Porque Dios ama profundamente la figura de
la salvación y la figura del amor y la redención propiamente pasan por la cruz.
Aquel que rescata
al ser humano, a nosotros por tanto, en todo amor hasta la última gota de
sangre. Aquel que ha dado su vida por nosotros. Aquel que, recordábamos el
domingo pasado, que ha ascendido a los cielos, pero que no se desentiende de
nosotros, sino más bien que envía su espíritu, el espíritu de la verdad.
Aquel que
les irá introduciendo en la verdad reina. Yo creo que así entendemos más
fácilmente, ¿no es cierto? La acción, la forma de ser de Dios, Dios Padre, Dios
Hijo y Dios Espíritu. Pero que está muy ligado también a la Iglesia.
De hecho,
celebrábamos en la Ascensión, celebrábamos en Pentecostés, así le afirmábamos
completa y plenamente de que el tiempo del Espíritu Santo es real y verdadero,
histórico. Dios está presente
históricamente también en nuestro mundo, en nuestra realidad, en medio de
nuestra sociedad, en esta iglesia en Cochabamba, en nuestras comunidades, en
nuestras familias, a través del Espíritu Santo.
Es verdad
que Jesús permanece sobre todo en la fracción del pan, pero es el Espíritu Santo
que es que reaviva, es el Espíritu Santo que esté presente, es el Espíritu
Santo que acompaña, es el Espíritu que inspira, en fin todo lo que hemos podido
celebrar y mencionar en la secuencia de Pentecostés, recuerdan ustedes, el
Espíritu presente y es el tiempo también entonces de la Iglesia.
El nuevo
Pueblo de Dios que nace visiblemente también en medio de este mundo, con una
misión específica, es el cuerpo de Jesucristo nuestro Señor, que goza
justamente de lo que viene a ser la misión del mismo Señor con el Espíritu.
Centenario de las Misioneras de la Iglesia
Y yo creo
hermanos que lo que estamos celebrando hoy, este centenario de las misioneras
cruzadas de la Iglesia, qué bien que les cae en este momento, ¿no es cierto?
Centenario, 100 años, una sola vez en la vida se celebra 100 años o raramente
se celebra 100 años, o en una sola vez también en la vida 100, porque el 99 es
una vez y el 101 es una vez, sin embargo, centrando y agradeciendo a Dios por
estos 100 años particularmente importante, no sólo damos gracias a Dios, sino
que visiblemente vemos que es cierto en nuestro mundo, en nuestra realidad, acá
en Bolivia, y eso es lo bello también, ¿no es cierto?, que Dios se manifiesta en una comunidad, en la creación de una
comunidad que tiene esta característica de la misión, enviadas a ser presente el
reino de Dios. Vean cómo entonces se personifica de alguna manera aquello
que Dios mismo ha querido y así en los siglos y así en los tiempos, pero de
verdad es para felicitar otra vez, ¿no es cierto?, no sé quién ha sido la
inteligente de poner en Santísima Trinidad justamente esta festividad de los
100 años, pero ha sido muy inteligente, porque ciertamente tiene un sentido
enorme, grande.
Pero
también vean la coincidencia, más que coincidencia, la causalidad, diríamos
así, el hecho de que se celebren también las comunidades eclesiales de base, el
jubileo de las comunidades eclesiales de base, la pequeña comunidad.
Una de las
características de la Santísima Trinidad, ¿cuál es? Comunidad de amor. Y aquí
en la tierra se puede vivir, en Dios Padre, Hijo y Espíritu, en iglesia, en
esta comunidad. Es el signo más grande y más evidente.
Más
inteligentes todavía han sido las comunidades de base para elegir su jubileo
siempre y constante, en esta festividad de la Santísima Trinidad, porque deben
ser el reflejo de aquello. Vean que de alguna manera también es lo que se puede
producir en nuestras propias familias. Queridos hermanos y hermanas, demos
gracias a Dios, porque podemos ya en este mundo ir viviendo esta realidad de la
Santísima Trinidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu.
Los Seres humanos hemos nacido de las entrañas
de Dios
Y por
último, no quiero dejar de mencionar aquello que como lorito siempre voy
diciendo, ¿no es cierto?, constantemente y voy recordando y diciendo, tal vez
los de la catedral ya están medio aburridos, pero quiero volverlo a decir.
Nosotros, el ser humano, vean que en el Salmo se hace mención a Dios, ¿de
acuerdo? Dios Creador, Padre Creador, Dios que nos ama profundamente, pero
habla del ser humano, habla de nosotros. Por tanto, simplemente para repetir
una vez más, nosotros nacemos de las entrañas del mismo Dios.
Peregrinamos
en este mundo, en esta tierra, entre nuestros hermanos, entre nuestras
familias, entre nuestra sociedad. Peregrinamos, pero si peregrinamos es porque
nuestro camino final está en la gloria de Dios. Dios Padre, Hijo Espíritu, nos
abraza.
Por tanto,
hermanos míos, nuestra perspectiva es de pie seguro, de caminar hacia la gloria
de Dios. Estamos, estamos en este camino, no sólo de fe, en este camino real y
verdadero que el Señor nos está regalando y nos lo concede. Otra vez,
felicidades misioneras cruzadas de la Iglesia, que Dios les bendiga, que sigan
dando frutos de aquello que también la Santa Madre Ignacia ha podido también en
ustedes inspirar.
Amén.

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