Vean
que el ejemplo que nos pone es bello, Jesús mismo. Pone a un niño. El niño que
es lo que hace, aparte que es bastante defensa, ¿no? El niño normalmente se
confía totalmente en su Papa, en su Padre y en los mayores. En esa sencillez de
corazón, Él puede seguir llevando adelante. Dice, el que recibe a uno de estos
pequeños, en mi nombre, me recibe a mí. Y el que me recibe a mí, no es a mí el
que me recibe, sino aquel que me ha enviado. Seamos, pues, los discípulos del
Señor. Queremos estar en este camino. Si es que hay otros que contribuyen para
el mal, que nosotros seamos capaces de contribuir para el bien, de esta manera
Mons. Oscar Aparicio Arzobispo de Cochabamba exhortó al pueblo de Dios a ser
sabios y ser testimonio para los demás.
¿Y
qué sufre? Es decir, su corazón se ha pervertido, que no nos pase a nosotros
aquello. ¿Qué hacemos, queremos ser discípulos del Señor? Justos como Él es, o
podríamos decir incluso, Santo, Santo, Santo es Dios y estamos llamados a esto,
a una vida de santidad. Les invito, pues, entonces, hermanos, a que nuestras
luchas interiores, nuestras inclinaciones al mal, más bien encuentren un
espíritu fuerte del Señor de Jesús y que seamos capaces al modelo de Él seguir
caminando en este mundo, dijo durante su homilía dominical en la Catedral Metropolitana de Cochabamba.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO, ARZOBISPO DE COCHABAMBA
22/09/2024
Amados hermanos y hermanas, hoy también
celebramos la jornada de la Biblia, aunque también este contexto del mes, el mes
de la Biblia. Es un bello mes, ciertamente, no sólo por este subrayar la
Escritura, la Palabra de Dios y que continuamente nos va enseñando, nos va
iluminando, nos va ayudando y la necesidad, por tanto de nosotros apoyarnos en
esta Palabra, sino también por otros acontecimientos. El mes de Cochabamba,
nuestras efemérides, el que hemos celebrado también el inicio de la primavera,
del amor del estudiante, de los enamorados, del médico, etcétera.
Creo
que siempre nos ponen una sintonía un poco diferente, sabiendo que,
ciertamente, es un bello tiempo, hermoso tiempo, aunque también, evidentemente,
con muchas adversidades, muchos conflictos, muchos miedos, muchos temores, una hecatombe
que decía el anterior domingo que se nos ha venido encima, a través de justamente
los incendios y muchos provocados, a través de la naturaleza que va también se
respondiendo o quejándose, diríamos así, por el maltrato que se le ha podido
hacer, el hecho concreto de corazones extraviados o corazones que quieren más
bien no la paz sino más bien ejercer el poder de otra manera, no lo como hoy
está proponiendo el Señor. En fin, creo que hay situaciones de ambigüedad, de
una complejidad enorme, sin embargo, podemos ratificar que en Dios o por parte
de Dios nos llegaba también esta vida y tiene aspectos hermosos y bellos como,
por ejemplo, estamos destacando los que hemos dicho antes, es cierto que nos
debatimos un poco en estas dos dimensiones y vean que la palabra de Dios
también lo va a decir, pero vamos, vamos a ella, les quiero recordar, les
quiero recordar que si ya algunos domingos, dos domingos anteriores en realidad
decían frente a las acciones de Jesús que sus contemporáneos o los que estaban
viendo y han sido testigos de sus obras llegan al extremo del asombro, más de
eso no puede ser, es el colmo, el colmo del asombro que decían todo lo ha hecho
bien, referido a Jesús. Vean que hoy día de alguna manera es profundizar otra
vez este tema, la palabra está referida a Jesucristo.
¿Quién
es el justo? ¿Quién obra sabiamente? ¿Quién escucha a Dios su Padre? Es Jesús.
¿Quién cumple esta palabra? Es Jesús mismo. ¿Cuál es el justo? ¿O a qué se debe
esta actitud de no mencionarlo así? Justo.
Es
el que camina correctamente. Es el que está en el camino correcto. Justamente,
en el medio, camina bajo la voluntad de Dios. ¿En qué consiste la sabiduría?
¿Consiste en esto mismo? En estar en el camino correcto. Pecado, hermanos, es
nuestra cosa que sino no dar en el blanco. Literalmente significa esto. Es dar,
irse y desviarse por otro lado. El justo, por tanto, es aquel que vive en la
ley de Dios, en la voluntad de Dios. Conducido por la sabiduría, el amor, la
paz, conducido por un espíritu bueno. Es aquel que ha apostado el bien. Si
Jesús es capaz de hacer en su vida en este mundo y provocar tal asombro de
decir lo ha hecho todo bien, no lo hace bien por solo voluntad, sino porque
tiene un espíritu, el espíritu de Dios, ese hijo de Dios.
Jesús nos enseña con obras
Es
aquel que en justicia y en derecho, en paz y en amor se conduce bajo este espíritu.
Es decir, para lo que nosotros hemos sido creados. Él es el Maestro.
Él
nos está enseñando, no solo con palabras, sino con obras, con su propia vida,
como en este mundo el ser humano debe justamente vivir. ¿Cómo deben ser
nuestros corazones? ¿Cómo debería ser nuestra respuesta al amor profundo de
Dios que nos tiene? ¿Cómo debería ser nuestra opción y nuestra respuesta a este
amor de Dios traducida después en la solidaridad, en amor a los demás, en el
servicio a los demás? A algunos de ustedes que dicen amar y servir. Y es
justamente aquello conducirse bajo estos preceptos, bajo esta norma, estar en
el camino correcto, a lo que hemos sido creados, a lo que hemos sido llamados. Jesús,
vean que ya a sus discípulos le está instruyendo en esto. Les está dando las
pautas para conducirse en este mundo. Normalmente cuando nosotros, nosotros,
vamos a un funeral, destacamos realmente a ver ser lo bueno de aquella persona.
Y muchas veces decir qué bueno ha sido en este mundo. A lo mejor no hemos visto
muchas veces, ni lo hemos visto mucho, pero después decir que bueno ha sido, o
por lo menos subrayamos los aspectos buenos; poco el ser humano está creado
para eso. Y Jesús enseña esto de corazón bueno, de una cultura de paz, de una
preocupación por aquellos, el otro, los demás, sobre todo los más necesitados o
los desvalidos. No ejercer el poder o ejercer la vida como un poder para
construirse a sí mismos.
Vean,
hermanos, creo que es una invitación enorme, grande para seguir como discípulos
al mismo Señor Jesús que cumple esta Palabra.
Sin
embargo, también hoy el Señor anuncia, aunque parece irónico, anuncia ya el
segundo momento de su paseo, de su muerte. Lo dice claramente, Jesús atravesaba
las ciudades sin que nadie los supiera porque enseñaba y les decía si el Hijo del Hombre va a ser
entregado en manos de los hombres. Extraño, irónico, lo matarán y los tres días
después de su muerte resucitarán. Los discípulos no comprendían y temían
preguntarle.
En vez de servir, ejerce el poder para
bien propio
Y
es que parece incomprensible. Si el ser humano ha sido creado para el bien, el
amor, si Jesús se pasa haciendo el bien, si Jesús asume la condición humana,
para que la vida, para que el amor sea presente en este mundo, para que los
pecados sean perdonados. Irónico, que este justo, que el amor, que la vida
pueda encontrar unas resistencias tal que después maquinen su muerte.
Quiere
decir, portando hermanos, que el discípulo también le acontecerá esto. ¿De
dónde nacen las envidias, las discordias, las malas pasiones? Lo dice
propiamente Santiago. ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay
entre ustedes? No es precisamente por las pasiones o de las pasiones que combaten
en sus propios miembros, ustedes ambicionan y si no consiguen lo que desean
matan, envidian y al no alcanzar lo que pretenden combaten y se hacen la
guerra. Significa, por tanto, que aquel que ha sido creado para la justicia, para
el amor, para la vida, se ha corrompido. En vez de servir, ejerce el poder para
bien propio, en vez de optar por la vida, opta por la muerte. Se engaña
creyendo, quedándose gusto a sí mismo. ¿Cuántos enfermos vemos y conocemos en
este mundo? Enfermos de poder de ambición.
¿Y
qué sufre? Es decir, su corazón se ha pervertido, que no nos pase a nosotros
aquello. ¿Qué hacemos, queremos ser discípulos del Señor? Justos como Él es, o
podríamos decir incluso, Santo, Santo, Santo es Dios y estamos llamados a esto,
a una vida de santidad. Les invito, pues, entonces, hermanos, a que nuestras
luchas interiores, nuestras inclinaciones al mal, más bien encuentren un
espíritu fuerte del Señor de Jesús y que seamos capaces al modelo de Él seguir
caminando en este mundo.
Vean
que el ejemplo que nos pone es bello, Jesús mismo. Pone a un niño. El niño que
es lo que hace, aparte que es bastante defensa, ¿no? El niño normalmente se
confía totalmente en su Papa, en su Padre y en los mayores.
Seamos capaces de contribuir para el
bien
En
esa sencillez de corazón, Él puede seguir llevando adelante. Dice, el que
recibe a uno de estos pequeños, en mi nombre, me recibe a mí. Y el que me
recibe a mí, no es a mí el que me recibe, sino aquel que me ha enviado. Seamos,
pues, los discípulos del Señor. Queremos estar en este camino. Si es que hay
otros que contribuyen para el mal, que nosotros seamos capaces de contribuir
para el bien.
Que
el Señor nos conceda ser sabios también en este tiempo y este mundo y que
seamos testimonio para los demás. Amén.
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