… anunciamos el nacimiento del niño Jesús. No
la presencia del Papá Noel. No la presencia de regalos y de obsequios que
pueden llenar el corazón pero temporalmente. No anunciamos simplemente una
Navidad bonita pero que después pasa rápido. Anunciamos el nacimiento de Cristo
que perdura…, dijo el Arzobispo de Cochabamba a tiempo de referirse al
verdadero sentido que tiene la Navidad.
Todo se llena de juguetes, de luces, de golosinas, de Papá Noel. En cambio nuestros jóvenes han destacado una cosa. Lo que festejamos, lo que anunciamos es a Jesucristo que viene, Él nace. Lo mismo que en este concierto. El objetivo fundamental es anunciar el nacimiento del niño Jesús que viene y nos salva. El Dios con nosotros, explicó el Prelado.
Y si esto acontece en nosotros, en nuestro corazón, acontecerá en la sociedad, en nuestras familias y en Bolivia. Que sea el Señor por tanto que nazca en sus corazones, que nazca en sus familias, que nos dé este gozo y esta paz. Y podamos aclamar gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de nuevo, puntualizo el preñado durante su homilía en la Catedral metropolitana de Cochabamba.
Homilía de Mons. Oscar Aparicio
Arzobispo de Cochabamba
Domingo 22 de Diciembre
Yo espero que a todos nosotros el Señor en
todo este camino de preparación ya nos haya llenado el corazón de gozo, de
alegría. En realidad lo que llena de alegría, de paz en el corazón de una
persona es saberse y experimentar profundamente que es amado. Y que al ser
amado también puedes responder al amor. Es lo que justamente Dios nos está
anunciando todo este tiempo. Él te ama profundamente. Atiende tu vida, pone
atención en lo que estás haciendo, en lo que eres, en los aspectos bellos que
puedes tener y vivir desde tu gozo y tu alegría.
Como también Él se preocupa y se desvela
contigo. En tus preocupaciones, en tus angustias, en tus miedos, en tus crisis.
Es el Señor que se manifiesta de esta manera. Y por tanto yo espero, repito,
que tengamos esta experiencia real y verdadera de Dios en nuestra vida
concreta. Que se extienda en nuestra sociedad y en nuestras familias. Porque es
inminente la venida del Señor. Es inminente la muestra del Señor. Nacido en
este niño de Belén. Y yo creo que de verdad, hermanos, lo más hermoso que puede
haber en esta tierra, en este mundo, es la existencia del ser humano y por
tanto en este niño. El niño que salva. Dios hecho hombre. Y eso es lo que
estamos a punto de celebrar.
Por eso vean que el camino que hemos hecho ha sido también, creo que muy bueno. Nos ha ayudado ya desde el inicio en que hemos gritado, ven Señor Jesús. Hemos aclamado, hemos querido predisponer nuestras vidas también para que esto sea una realidad. Con esta corona de adviento que hemos iniciado así, en este camino, en este itinerario de fe, este itinerario de preparación, hemos querido también convertirnos y experimentar esta cercanía de Dios. Que llega, que viene, que se acerca, que está entre nosotros. Por otro lado, sabemos que en todos nuestros acontecimientos también, ya sea de familia, de comunidad, lo hemos ido también experimentando y preparando.
Eran justamente los profetas que nos han empezado a anunciar. Es Juan Bautista que nos anuncia, dice, él es el Mesías, este es el Salvador, este nacerá. Y los profetas van en la misma sintonía. Atentos, que viene el Salvador. Aquellos que están agobiados y cansados, reposen en el Señor. Consolad, consolad a mi pueblo, para que de verdad este pueblo conozca la consolación de Dios, el amor de Dios.
Que la conversión haya podido traer también, ya con Juan Bautista también, este gozo y esta alegría de cambiar nuestras vidas, de convertirnos. ¿Qué debemos hacer nosotros? Decían aquellos que son testigos de Juan Bautista. Y Juan Bautista les dice, deben hacer esto en concreto. Es Juan que nos anuncia esto. Es Pablo que nos anuncia aquello. Y también es María que nos anuncia este mismo acontecimiento, el nacimiento del Señor.
Hemos tenido las festividades también de la Inmaculada Concepción. Hemos tenido las festividades de Guadalupe. Hasta nosotros hemos gozado también en nuestra preparación y en nuestras diócesis, la ordenación de un diácono. Creo que todos son motivos para mirar al Señor, para dejarse amar por Él. Y hoy aparece otra vez María, aquella que se acerca a su prima Isabel. Isabel que le saluda llena de respiro.
Queridos hermanos, queridas hermanas, que nosotros seamos como Isabel, reconociendo la obra de Dios, reconociendo que este Dios que está entre nosotros nos trae el amor, la salvación, la vida misma, el gozo y la paz. Porque es aquí donde radica justamente nuestra existencia y nuestra paz. Yo espero que nosotros también experimentemos esto. No sólo porque somos amados de Dios, no sólo porque queremos convertirnos en el Señor, no sólo porque nace un niño, sino profundamente porque Él habita en nuestros corazones.
Vean
que Isabel y María son figuras también nuestras. En el seno de María es
concebido el Salvador. En el seno de Isabel es concebida la promesa. En nuestro
corazón debería nacer el Señor para traer justamente esto. Y que al igual que
Isabel nosotros podamos decirle bendita tú entre las mujeres. Apenas he sabido
tu saludo y el niño ha saltado de gozo en mi vida. Apenas he escuchado tu
palabra y mi corazón se renueva. Lo que decía el Salvador, renuévanos Señor en
tu espíritu.
El punto central es anunciar el nacimiento del niño Jesús
Hemos preparado también incluso esta Catedral. Ustedes han sido testigos del concierto que ha habido acá, que ya es una tradición. Pero ahí el punto central cuál es. Que nos alegramos, hacemos música, hacemos arte, anunciamos el nacimiento del niño Jesús. No la presencia del Papá Noel. No la presencia de regalos y de obsequios que pueden llenar el corazón pero temporalmente. No anunciamos simplemente una Navidad bonita pero que después pasa rápido. Anunciamos el nacimiento de Cristo que perdura. Es lo que se ha podido hacer también de parte de nuestros jóvenes en aquellos festejos de Navidad que suelen haber aquí en la arquidiócesis en las ciudades.
Ella ya embarazada, pero escucha que su prima Isabel tiene necesidad y también va en pos de ella, se acerca a ella, va a servirla a ella, a los necesitados. Que esto también a nosotros, esta actitud nos ayude. Hemos ido anunciando durante varios días ya la necesidad de ser solidarios también entre nosotros.
Hemos dicho que este cuarto domingo del Adviento, cerca de la Navidad, nosotros podamos expresar también nuestra solidaridad en las necesidades que tienen nuestros hermanos. En este caso concreto convoco y pido de ser generosos en la colecta de hoy, que la ofreceremos para atender las necesidades en el templo de Villas Ibero, que ha colapsado prácticamente la cúpula, y en el templo de Morochata, que prácticamente está en riesgo de deslumbrarse. Les invito entonces a toda la Arquidiócesis, también a nosotros acá, de poder hacer esta colecta en solidaridad con esta actitud de María.
En prontitud, siendo generosos también, poder atender a las necesidades de nuestros hermanos. Amén.
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