Mons. Oscar
Aparicio, Arzobispo de Cochabamba destacó durante su homilía dominical que
Cuaresma es tiempo de mirarnos a nosotros mismos, mirar a Dios y mirar a
nuestros hermanos: Este es nuestro camino y si peregrinamos en este mundo
necesitamos seguramente transformar también nuestra vida y nuestra sociedad en
otras palabras, que nuestras obras sean palabras de vida eterna. Por eso,
¿Cuánto valor tiene la limosna, el ayuno, la penitencia? ¿Cuánto valor tiene la
reconciliación, la búsqueda de la paz? ¿Cuánto valor tiene él, sobre todo,
optar por la vida y no por la muerte? El decir la verdad y no la mentira.
¿Cuánto valor tiene la necesidad, sobre todo de la cercanía a los desvalidos y
a los vulnerables? ¿Cuánto valor tiene? Construimos en este mundo el reino de
Dios, destacó durante la alocución de su homilía de hoy domingo 16 de marzo.
… nosotros
también convirtiéndonos, transformándonos, apliquemos esta Palabra y este
tiempo de cuaresma que es bueno para nosotros y verán que esto en realidad si
lo hacemos, si lo hacemos de verdad, como persona, como particularmente tú o
yo, lo hacemos en comunidad. Tiene que repercutir en la comunidad, en nosotros,
que esto pueda ser también un llamado, un llamado a aquellos que tienen grandes
autoridades en nuestro mundo, en nuestro país, para caminar en este sentido.
Que sea pues el Señor que nos ayude a nosotros y ayude a todos aquellos que él
mismo procura, habiéndoles dado un corazón, que también podamos ser aquellos
que impartimos esta luz del Señor, deseosos de transformar en este mundo,
asumiendo la cruz, pero mirando también al cielo, reflexionó.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
DOMINGO 16 DE MARZO
Segundo
domingo de la cuaresma. Vean que estamos haciendo unos pasos en nuestro
itinerario de preparación hacia la Pascua. Es un tiempo bueno, es un tiempo de
preparación.
Cuaresma tiempo de conversión
Hoy se
resalta tiempo de conversión. Como el anterior domingo se proclamaba, en el tiempo
en el cual se necesita tomar el ejemplo de Jesús para vencer la tentación y el
mal, hoy está justamente esta otra propuesta de dejarnos iluminar por él.
Disculpen que reitere entonces para nosotros que esta cuaresma, es cierto que
es tiempo de gracia, de penitencia, de ayuno, de oración, de solidaridad,
tiempo de volver nuestra mirada al Señor, etcétera, etcétera, pero creo que
tiene un cariz muy fundamental y especial.
Estamos en
este camino también de nuestra Arquidiócesis para reflexionar, pensar en
nosotros mismos, lo que es la iglesia, qué es lo que quiere, qué es lo que
busca y hacia dónde queremos caminar. Pero también estamos en este año jubilar.
Somos peregrinos de esperanza. Queremos, cierta otra vez mirando a nosotros,
descubrir cuál o cómo debemos caminar también en este mundo nosotros
cristianos, que queremos ser peregrinos celebrantes de jubileo para nosotros
mismos en este año.
Cuaresma
tiempo de mirar nuestra realidad
Hay puntos
entonces fundamentales que están de alguna manera diciendo que esta cuaresma
debe ser vivida en atención algunos aspectos fundamentales. Primero, se trata
de mirar nuestra vida, de mirar nuestra realidad, de hacer como un acto de
conciencia, como una revisión de vida.
Se trata de
ver cuál, cuál en concreto es nuestra situación. ¿Quién soy yo? ¿Quién eres tú?
¿Qué es lo que nos dificulta? ¿Por qué existe el mal en nuestra vida? ¿Cuál es
nuestro corazón? ¿Hacia dónde estamos caminando? Si somos débiles, frágiles,
cuál es nuestro pecado? ¿Cuál nuestra limitación? ¿Cuál la realidad que vivimos
en este mundo, en concreto aquí nosotros? ¿Somos miedosos de esta crisis? ¿Estamos
envueltos en una situación difícil de dificultad? Junto a nuestras familias,
junto a nuestra sociedad, vivimos situaciones graves, serias, en la escasez, en
lo económico, en la falta de trabajo. En fin, se trata por tanto, se trata de
mirar, de mirar, de mirarnos a nosotros para entrar en conciencia de lo que nos
está pasando y quiénes somos.
Cuaresma tiempo de mirar a Dios
Este tiempo
de Cuaresma es bueno para aquello. Por otro lado, tenemos que mirar a Dios. Es
fundamental mirar a Dios. Queremos ser de aquellos que caminan siguiendo a
Jesús, siguiendo los planes del Señor, convirtiéndonos a lo que es propiamente
los valores suyos o su actuar. Si hacemos muchas acciones nosotros para
convertirnos, no es en pos solamente de nosotros, sino porque es un mandato de
Dios. Es mirar a Dios, es reconocer la obra suya, es apoyarnos en Él, es
descubrir cómo Él actúa y para que nosotros a modelo de Él actuemos.
Es ver cómo
Dios está presente y haciendo su alianza en medio nuestro, como por ejemplo en
la primera lectura que se expresa claramente. Es el Dios de la alianza, es el
Dios de Abraham que le promete aquello y cumple esa alianza. Es iniciativa
suya, es amor de Él, es un Dios misericordioso, es un Dios del perdón, del
amor, es el Dios de la vida y de la historia. Hay que mirar a Él.
Nosotros no
somos dioses. Decíamos que una de las mayores tentaciones es justamente creerse
Dios y si llegamos a eso entramos en un pecado total porque separamos a Dios de
nuestra vida y nos creemos Dios. Nosotros que somos limitados, mortales. Por
tanto Juárez es mirar, mirar a Dios, mirar a Jesucristo, mirar su palabra, cómo
actúa para que nosotros de verdad podamos ser también peregrinos de esperanza
auténticamente. La soberbia del ser humano es fatal, la soberbia de muchas autoridades,
de políticos, de aquellos que dominan el mundo es increíblemente grave, que nos
llevan por caminos extremos.
La soberbia
de aquel que se cree poderoso en el mundo y es capaz de llevar a aquellas
fratricidas, el ejercer un poder simplemente para crecer y auto justificarse.
Tenemos que mirar a Dios, el Dios de la vida, de la historia, que procura su
alianza. Y es verdad hermanos, se trata muchas veces de pedir el perdón. ¿Por
qué hemos fallado? ¿Por qué nos hemos equivocado? ¿Por qué no seguimos sus
caminos? ¿Por qué pretendemos ser los dioses? ¿Por qué pretendemos o creemos
que sólo de políticas o de todo lo que sea nos venga la salvación?
Cuaresma es mirar a los hermanos
Cuaresma,
por tanto, es mirar a Dios, mirarnos a nosotros mismos y mirar a Dios. Cuaresma
es mirar a los hermanos, mirar al otro, mirar al prójimo, mirar al vecino,
mirar con el que caminamos juntos. Es salir de nosotros mismos, porque en la
religiosidad hermanos, o la religión, o el ser cristiano, o el ser católico, no
se funda en simplemente una relación de Dios y el ser humano, o de ti y Dios.
Se trata
justamente también de una comunidad que camina, se trata de un pueblo, se trata
de una familia, se trata de una sociedad. No caminamos solos, ni Dios nos ha
hecho individuales, en el sentido de personalistas, o envidiosamente caminar en
este mundo. Quien no mira al hermano, no mira a Dios, no mira a Dios.
Por tanto,
Cuaresma es un tiempo bueno de reconciliación, de paz, de construcción de un
mundo nuevo. Pero teniendo en cuenta a los demás, tienes que mirar tu familia,
a tu hermano, a tu hermana, a tu hijo, a tu padre, a tu vecino. ¿Qué situación
están pasando? Miramos al enfermo, al desvalido, y ser solidarios en ello.
Si no
caminamos en este sentido, ¿es fatal? Si hay alguien que tiene una
responsabilidad y se proclama católico, cristiano, tiene que mirar al ser
humano y la aflicción que puede tener este pueblo. Tiene que imperiosamente ver
la situación de las personas, de esta sociedad. Vean que, por tanto, la
conversión permanente a la que se nos llama hoy, no está solamente en pos de
nuestros otros arreglarnos con Dios.
Se trata de
arreglar nuestra vida, confrontando con Dios y se trata de mirar también al
hermano. Cuaresma, tiempo bueno, tiempo de gracia, tiempo de conversión. La
palabra hoy está clarísima. Si miramos a Dios, es el que cumple su alianza, es
el que promete y cumple, es el que toma la iniciativa, es el que ama y nos
lleva a buen término, es el que nos da la vida y la lleva a la resurrección y a
la gloria. Somos habitantes del cielo y si somos también peregrinos en este
mundo, nos invita a llevar nuestra cruz, ilumina nuestra vida. Lo que dice
Pablo en la segunda lectura.
Somos
habitantes del cielo, por tanto, si hoy hemos escuchado la palabra de que Jesús
llevando a Pedro y Juan y a los otros discípulos al monte y es transformado, es
el anuncio hacia donde caminamos, hacia donde peregrinamos. ¿Cuál es la
perspectiva nuestra? He repetido muchísimas veces aquí, en este altar, en este
ambón. El ser humano, tú y yo, las generaciones pasadas, presentes y futuras,
nacemos de las entrañas de Dios, somos creados por él, peregrinamos en este
mundo para llegar a la gloria de Dios, a la vida, a la resurrección.
Que nuestras obras sean palabras de vida
eterna
Este es
nuestro camino y si peregrinamos en este mundo necesitamos seguramente
transformar también nuestra vida y nuestra sociedad en otras palabras, que
nuestras obras sean palabras de vida eterna. Por eso, ¿cuánto valor tiene la
limosna, el ayuno, la penitencia? ¿Cuánto valor tiene la reconciliación, la
búsqueda de la paz? ¿Cuánto valor tiene él, sobre todo, optar por la vida y no
por la muerte? El decir la verdad y no la mentira. ¿Cuánto valor tiene la
necesidad, sobre todo de la cercanía a los desvalidos y a los vulnerables?
¿Cuánto valor tiene? Construimos en este mundo el reino de Dios.
Les deseo
pues entonces, hermanos, que nosotros también convirtiéndonos,
transformándonos, apliquemos esta palabra y este tiempo de cuaresma que es
bueno para nosotros y verán que esto en realidad si lo hacemos, si lo hacemos
de verdad, como persona, como particularmente tú o yo, lo hacemos en comunidad.
Tiene que repercutir en la comunidad, en nosotros, que esto pueda ser también
un llamado, un llamado a aquellos que tienen grandes autoridades en nuestro
mundo, en nuestro país, para caminar en este sentido. Que sea pues el Señor que
nos ayude a nosotros y ayude a todos aquellos que él mismo procura, habiéndoles
dado un corazón, que también podamos ser aquellos que impartimos esta luz del
Señor, deseosos de transformar en este mundo, asumiendo la cruz, pero mirando
también al cielo.
Amén.
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